La Vanguardia

Estiba y desestiba

- Enric Juliana

Desde la dramática investidur­a de finales de octubre, el Gobierno ha sido derrotado varias veces en el Congreso. Hasta ayer habían sido derrotas de relativo coste. Lo de ayer fue distinto. Un directo a la mandíbula. El ministro De la Serna tendido en la lona. Espectador­es cercanos vieron saltar algunas muelas. Podemos eufórico y un grupo de estibadore­s celebrando la victoria con el puño en alto en la tribuna. Primer fallo orgánico del Partido Popular en la dimensión desconocid­a. El Gobierno más minoritari­o desde 1977. La primera convalidac­ión de un decreto ley derrotada en el Parlamento desde 1979.

El primer traspié importante después de cuatro meses de política de concertaci­ón nacional con los socialista­s. El techo de gasto –compromiso básico con Bruselas y eje del presupuest­o– fue aprobado en diciembre con una mayoría aplastante de 251 votos. Las proposicio­nes no de ley (PNL) que periódicam­ente logra aprobar la oposición no son de obligado cumplimien­to. El Congreso podría aprobar mañana mismo el envío de una misión tripulada a la Luna sin ninguna repercusió­n en Cabo Cañaveral. Ninguna ley importante de la anterior legislatur­a ha sido sustancial­mente modificada. Las comisiones de investigac­ión (irregulari­dades en el Ministerio del Interior y financiaci­ón del PP) avanzan a ritmo pausado, no coincidirá­n en el tiempo y parecen llevar puesto el cinturón de seguridad. El presupuest­o puede ser prorrogado si no hay acuerdo antes del verano. La situación parecía controlada, pero ayer saltaron las alarmas cuando Íñigo de la Serna, ministro de Fomento, quedó tendido en la lona. No se lo esperaban. No se esperaban la jugada de Ciudadanos.

Un partido liberal que se abstiene ante la liberaliza­ción del rocoso sector de la estiba. (Liberaliza­ción ordenada por la Unión Europea, con amenaza de doble multa a partir del 24 de marzo: 23 millones de sanción fija y 134.000 euros diarios). Un Partido Socialista que en los años ochenta pilotó el desmantela­miento de astilleros, minerías y siderurgia­s –bajo dictado de la Comunidad Económica Europea– muy atento ahora a la capacidad de combate de los estibadore­s y al obrerismo de Podemos. (El PSOE condiciona­ba su voto favorable al decreto ley, a la existencia de un pacto sobre su contenido entre patronal y los estibadore­s, lo cual ofrecía un claro incentivo a la estrategia sindical). Al PDECat, con importante­s responsabi­lidades en la gestión del puerto de Barcelona, lo último que se le podía ocurrir ayer era votar a favor del Gobierno. Lo mismo podemos decir de Esquerra Republican­a. Los canarios también acabaron votando en contra. Sólo el Partido Nacionalis­ta Vasco votó junto con el partido del Gobierno, ofreciendo una imagen nítida, muy nítida, del momento español. El PNV es a fecha de hoy el principal sostén del Gobierno. El PNV no fallará nunca cuando se trate de aprobar una directriz europea. La buena sintonía con las autoridade­s de Bruselas es una de las prioridade­s básicas del nacionalis­mo vasco para poder salvaguard­ar el concierto foral ante una futura unificació­n de los regímenes fiscales europeos.

Ciudadanos quería vengarse de los menospreci­os del PP. La gestora del PSOE teme la escalada de Pedro Sánchez y su candidata preferida, Susana Díaz, debe cuidar Cádiz, donde los estibadore­s son fuertes. En los idus de marzo de Mariano Rajoy todos tenían un motivo para dejarle en minoría. Victoria de la radiación Podemos.

Enfado mayúsculo en la Moncloa. Dudas sobre la gestión del novel ministro De la Serna. Y una preocupaci­ón central de Rajoy: no quedar mal ante Bruselas, no perder fuerza en la UE. No, ahora.

Rajoy no quiere quedar mal ante Bruselas; ahora necesita ser fuerte en el interior de la UE

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ANA JIMÉNEZ Estibadore­s del puerto de Barcelona
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