Mujeres en perpetua deriva
Apenas tres años después de El capital humano, devastador retrato de una sociedad bajo la dictadura de financieros sin escrúpulos y que saquean a incautos con ánimo de escalar socialmente, el cineasta italiano Paolo Virzì vuelve a contar con la colaboración de la prolífica actriz Valeria Bruni Tedeschi en esta película que fluctúa entre la comedia y el drama, sin perder nunca el equilibrio ni dejarse arrastrar por clichés reiteradamente vistos en el cine comercial.
La camaleónica Valeria Bruni se transforma aquí en Beatrice, infatigable mitómana que adopta distintas personalidades a través de su personaje de burguesa aristocrática. Su poder manipulador no conoce límites y lo ejerce en el centro psiquiátrico donde permanece internada. El ingreso de una joven hundida en sus miedos y con la que establece una relación intermitente de amor y odio cambiará la historia. La recién llegada es interpretada por Micaela Ramazzotti, esposa del director, que supera la prueba de no dejarse devorar por Valeria Bruni, inmensa en su recreación de esta mujer que intenta superar su tremenda soledad a través de la simulación. Ambas saltarán a un mundo exterior, también repleto de inseguridades, y la película se transforma entonces en una imprevisible road movie. En este sentido son inevitables las referencias a Thelma y Louise, que Ridley Scott dirigió en 1991.
No es una película que se salga de la norma en su aspecto visual y tampoco demasiado arriesgada, pero transmite emoción. La fragilidad de algunos pasajes es superada gracias a Valeria Bruni.