Maria-Mercè Marçal, la poeta más amada
Lluïsa Julià publica la biografía de la escritora de culto Maria-Mercè Marçal
Si hay una figura literaria que conserva el aura que, hasta no hace mucho, se daba a ciertos poetas escogidos, esta es Maria-Mercè Marçal. Murió joven (45 años), fue pionera del nuevo feminismo, y su poesía crece con los años. Lluïsa Julià, que colaboró con la poeta en el proyecto Cartografies del desig yseha ocupado de editar sus últimos poemas, ha ido componiendo a lo largo de diez años una biografía que presenta a Galaxia Gutenberg, Maria
Mercè Marçal. Una vida. y coincidide con Llengua abolida, la poesía completa 1973-1998 (la butxaca).
La elección de Galàxia Gutenberg no es casual. El editor es Joan Tarrida, uno de los poetas que participaron en Llibres del Mall, creado en 1973 por el grupo generacional que dio relevo a la vieja guardia catalanista y entroncó con la vanguardia anterior a la guerra (Foix), de la posguerra (Brossa y Tàpies) y los coetáneos (Gimferrer, Perejaume), no sin disputas con los abanderados de la literatura social, Molas y Castellet, y Joan Fuster.
“De aquel grupo del Mall –dice Tarrida-, nacidos entre 1945 y 1955, era la mejor. Miquel Desclot tenía una lengua catalana más rica, pero ella era la poeta más dotada, por su manera de escribir, por cómo trataba los temas, la maternidad, la sexualidad, el amor y la muerte, por la ruptura de tabúes, por su osadía al tratar el soneto y la sextina”.
Lluïsa Julià destaca la valentía de una mujer que, habiendo nacido en un medio tradicional, “rompe con todo y se entrega a fondo, sin arrugarse en todo aquello en que cree, desde las relaciones sexuales hasta la lucha por la liberación nacional. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con sus ideas, pero lo que hace de ella una figura tan atractiva es su actitud, valiente y decidida, congruente, que llevaba sus ideas hasta el final”.
Los padres de Maria-Mercè Marçal tuvieron que abandonar la masía familiar de la noche a la mañana, cuando la heredó su tío, el heredero de la familia, y tuvieron que rehacer su vida. En la vida de la futura poeta hubo una figura fundamental, la de su compañero de clase en la Universitat de Barcelona Ramon Pinyol (que ahora firma Ramon Balasch), poeta de vasta cultura y activista incansable, con un toque de extravagancia (“solía lucir una barretina cuando se desplazaba en moto”, dice Julià).
Una visita imprevista del padre de Maria-Mercè Marçal al piso donde vivía su hija en Barcelona y –sin ellos saberlo–, a veces dormía Ramon Pinyol acabó en boda. Boda religiosa, pero hippy, con guitarras y, según reconstruye Julià, cuando el cura inició la misa que no formaba parte del pacto, la pareja y los jó-