El cisma de la rosa
El ex primer ministro alega que “el futuro de Francia” pasa por otros programas
El ex primer ministro francés Manuel Valls ha abandonado definitivamente al candidato del Partido Socialista, Benoït Hamon, considerado demasiado izquierdista.
En nombre de lo que define como “una posición central, equilibrada, responsable y capaz de unir a los franceses”, el ex primer ministro socialista Manuel Valls ha abandonado definitivamente al candidato de su propio partido, Benoït Hamon, considerado demasiado izquierdista.
“Como muchos, no creo que el futuro de Francia pase por una salida de la energía nuclear, ni la legalización del cannabis, ni la denigración de ese valor que es el trabajo, ni por esa subida de impuestos que representa la huida hacia adelante del incremento de nuestra deuda”, dijo ayer Valls en un artículo de prensa. Después de haber jurado su apoyo al vencedor de la primaria de su partido, que perdió, Valls ha renegado de él, acusándole de sectarismo y manteniendo contactos con el centrista François Bayrou, un aliado del candidato europeísta sin partido, Emmanuel Macron.
Tras cultivar una imagen autoritaria en sintonía con la lepenización ambiente, defender algo parecido al new labour del Tony Blair de hace veinte años y proponer una ruptura con la “izquierda del pasado” que incluyera el abandono de la etiqueta socialista para su partido, Valls sufrió la amarga experiencia de ver cómo su joven y bien conectado compañero de gobierno, Emmanuel Macron, le birlaba la operación, con gran éxito y notables apoyos.
Valls participó en la primaria socialista para elegir candidato presidencial y la perdió, mientras Macron jugaba en otra liga y subía como la espuma fuera del partido. La clave del éxito ha sido el “atajo” que Macron tomó en esa carrera con Valls, explica Ludo Torbey, el joven animador de la popular web
Oson causer.
“Mientras nos dicen que el poder se decide en las primarias, en los congresos y debates de los partidos políticos, la realidad es que hay un poder que no se enseña; el de los consejeros y expertos de la administración no electa, gente que orbita alrededor de los dirigentes políticos de derecha e izquierda, sea cual sea el gobierno y que propone siempre las mismas recomendaciones en materia de política económica, ese poder Macron lo conocía muy bien y es el que le da la fuerza”, dice Torbey, de 28 años.
Batido por Macron, Valls está fuera de juego. A diferencia de muchos otros socialistas, aún no se ha pasado al bando de quien le dejó en ridículo (Macrón ha dicho: “Lo nuestro no es una casa de huéspedes”), pero prepara el terreno para sobrevivir políticamente a través de las legislativas de junio, cuando, en la hipótesis de una victoria de Macron, el nuevo presidente se encuentre sin partido, como un general sin infantería.
Valls no ha sido el único en abandonar al candidato socialista Hamon, que ayer realizó su primer gran mitin en París ante 15.000 personas en un intento de compensar la demostración de fuerza de la víspera en la que el candidato de la izquierda JeanLuc Mélenchon, movilizó a 80.000 seguidores en la mayor concentración lograda hasta el momento.
Hamon tuvo palabras amables para François Hollande, para el actual primer ministro, Bernard Cazeneuve, y para el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, los tres ausentes de su mitin y el último merodeando alrededor de Macron. El aparato del Partido Socialista está bien frío con Hamon, muchos desertan hacia Macron. Sólo la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y varios ministros o exministros socialistas hicieron acto de presencia a su lado.
La división ha consagrado el principio de la primaria socialista: si su resultado no conviene, se ignora, lo que evidencia la quiebra del Partido Socialista, cuya supervivencia tras estas presidenciales no está nada clara.
Hamon, que asume propuestas redundantes con Mélenchon, como “una democracia social y ecologista” y una vaga promesa de “VI República”, tiene, de momento la misma intención de voto que este (alrededor de un 12%), lo que augura una segura derrota de ambos ante la fórmula de Macron, que se presenta como un outsider pese a haber sido el autor de la poco brillante política económica del quinquenio de François Hollande.
“Macron se ha podido construir una imagen nueva y fresca de renovación cuando en realidad no hay nadie más metido en el verdadero poder tecnocrático que él”, dice Torbey, que se refiere a esta operación como “un timo”.
“El partido del dinero tiene demasiados candidatos y demasiados rostros en estas elecciones”, dijo ayer Hamon en su mitin. “Unos nos dicen: ¡enriqueceos! ¿eres un parado? ¡pues crea tu empresa! (una referencia a Macron). Otro dice: ¡enriquecednos! (en referencia al derechista François Fillon y su terapia de choque thatcheriana), todos quieren gobernar Francia como si fuera un consejo de administración”, clamó Hamon. El candidato socialista reclamó también “el derecho de saber quién financia las campañas de quién”, otra referencia a la opacidad de Macron.
El candidato socialista se estrena con un gran mitin al que no asiste Hollande ni la mitad de su Gobierno