Discusiones privadas
Las redes sociales se perciben como un espacio poco propicio para debatir sobre la ruptura entre Catalunya y España
Un estudio de dos profesores de la UOC revela que la mitad de los usuarios de Facebook y Twitter no están predispuestos a debatir sobre la independencia en las redes.
Dónde hablan de la independencia los que hablan de la independencia? La respuesta incluye las redes sociales, pero menos de lo que sugiere el ruido que estas producen. En realidad, “las redes sociales se perciben como un espacio poco propicio para debatir sobre la independencia de Catalunya”, según un estudio de los profesores Joan Balcells y Albert Padró-Solanet, de la Universitat Oberta de Catalunya (“¿Tuiteando se entiende la gente?” Quaderns de l’ICPS). A partir de datos del CEO (Xarxes socials i política catalana. 2015), el estudio revela que “la mitad de los usuarios de Facebook y de Twitter se declaran nada predispuestos a debatir sobre este asunto en las redes sociales”. Por el contrario, “en esferas de carácter privado –como los amigos o la familia–, la predisposición a hablar de la independencia es mucho más elevada”.
Esta diferencia se debe a que “la sensación de exposición es mayor en las redes sociales”, donde “todo queda absolutamente registrado” y “el usuario no tiene control sobre quién puede estar ‘escuchando’”. En este sentido, “más de un 40% de los usuarios de Twiter desconoce cuál es la opinión mayoritaria de su red de contactos sobre el tema de la independencia”. En cambio, “en el entorno familiar el desconocimiento sobre la posición mayoritaria apenas sobrepasa el 10%”.
Aun así, hay personas que están “dispuestas a hablar abiertamente” de la independencia de Catalunya en las redes sociales. Y, de hecho, “una menor predisposición a debatir en las redes sociales no supone una pérdida de pluralidad de opiniones”. Es decir, “tanto partidarios como detractores de la independencia utilizan las redes sociales como plataforma de acceso al debate político”, aunque con “algunas asimetrías”. La principal de ellas es que “el sector favorable a la independencia muestra una mayor radicación en el territorio catalán”, mientras que “los detractores de la independencia cuentan con ramificaciones más amplias a nivel estatal”. Sin embargo, “cuando se percibe un clima de opinión discordante, la predisposición a debatir sobre la independencia es similar entre independentistas y unionistas”. En otras palabras: “Ambos sectores muestran una tendencia similar a debatir en el contexto más adverso”, lo que parece excluir “fenómenos de tipo espiral del silencio”. La asimetría se produce “en la disposición a debatir, pero sólo en los ambientes concordantes”. Es decir, los independentistas “se animan más a hablar de la independencia cuando sienten que el entorno es más favorable”. Y el estudio lo relaciona con el hecho de que “hasta muy recientemente” el independentismo “ha sido minoritario” en Catalunya.
En cambio, “el sector unionista se muestra más insensible” al signo del ambiente y “mantiene una predisposición a debatir bastante constante”. De ese modo, aunque el colectivo independentista “parece tener más ganas de debatir el tema”, eso sólo es así “en los círculos más privados (como la familia) y cuando percibe que el entorno tiene un punto de vista similar”. Ahora bien, “esa asimetría desaparece en las redes sociales”, aunque Twitter sea el único espacio donde los unionistas “hablan más de la independencia”.
El estudio de “muestras estratificadas de seguidores de las cuentas de Twitter” de la Assemblea Nacional Catalana y de Societat Civil Catalana refleja que “forman dos grupos diferenciados, con referentes distintos” y muy pocas cuentas en común. Sin embargo, “gran parte de las conversaciones sobre la independencia –hasta el 40%– incluyen la participación de otros con opiniones contrarias”. Y frente a la creencia convencional, “la red de conversaciones indica la voluntad real de traspasar fronteras para debatir con interlocutores con ideas opuestas”, aunque en muchos casos “sea para ridiculizar o condenar determinadas opiniones”. No en vano, “las conversaciones entre contrarios tienden a ser significativamente más largas”, pero las que se registran entre “personas con la misma opinión se suelen saldar rápido”.
La predisposición a hablar sobre la independencia es mucho mayor entre los amigos o la familia