El buen español no se moviliza
Manifestarme yo un domingo por la mañana soleado en lugar de revolverme en las sábanas, ir al fútbol o leer el diario? Si todavía fuese en solidaridad con el mapache ese de Moscú seducido por una modelo y devuelto con traumas al zoo...
Pero, ¿para afirmar mi españolidad? ¡Menudo contrasentido!
Lo mejor de sentirse español es la comodidad y un íntimo escepticismo de que sea collonut. Ayer, cuando veía la cantidad de ciudadanos proactivos por las calles de Barcelona convocados por Societat Civil Catalana, tuve un presentimiento:
–No és això, companys, no és això...
¿Quieren ustedes dar un berrinche a nuestros dirigentes soberanistas que pintan España como una “democràcia de fireta”, un país dictatorial y no sé cuántas maldades más? Yo no.
Si un periodista hubiera ido a una manifestación semejante, como hacen colegas soberanistas –con el arrojo estético de enfundarse camisetas amarillas–, estos mismos dirigentes dirían: ¡vaya periodismo tercermundista practican los españoles!
En cambio, si me quedo en casa y disfruto del domingo, los líderes soberanistas pueden ufanarse:
–¡Qué inferiores a nosotros! ¡Son unos gandules!
Ellos felices y yo también porque declaro, con toda mi pachorra, que soy español por azar pero me gusta serlo: exige poco, es una sociedad muy plural y libre, invita a reírse de uno y sobra con tener memoria para huir de los días históricos.
A mí no me pillarán en las calles de Barcelona con ninguna bandera y conmigo que no cuenten para trasladar la fractura al paisaje urbano a ver quién la tiene más grande. “La calle es mía”. Y una mierda: las calles son de todos. ¡Qué panorama, señor! Yo voto y no será que no estamos votando y decidiendo estos años. Ahora, el soberanismo multiplica los llamamientos para visualizar en la calle los apoyos que le faltan en la UE –donde la “democràcia de fireta” les parece el processisme– y en las urnas –esto ya no va de medio punto para ti o para mí–.
Y algunos, como la ANC, alientan alegremente planes de revuelta con letra y música de “golpe de Estado”.
¿Vamos a inventar ahora el “golpismo de las sonrisas”?
A mí me da que no soy el único catalán que no piensa dedicar el verano a defender TV3, acampar en la plaza Catalunya o jalear la huida hacia adelante de cuantos irresponsables infringen la ley a sabiendas y ni rompen la baraja ni saben qué hacer. ¡Qué circo, señoras y señores! Lo único simpático son los flashbacks: el sábado, los noticiarios de la televisión pública de Catalunya –quién te vio tan fresca y quién te ve– dieron como noticia que el canciller Romeva había sido entrevistado por la televisión de Eslovenia. ¿El titular? “En la franja de máxima audiencia”.
¿Ha vuelto el nodo?
Qué manía de movilizar a la gente... ¿acaso vamos ahora a inventar “el golpismo de las sonrisas”?