La Vanguardia

La ciencia da juego

- Màrius Serra

Cuando alguien me critica porque juego demasiado con las palabras recuerdo un episodio que viví el 2000 en una librería de Rubí. Acababa de presentar la primera edición de Verbalia (Península), un compendio de juego verbal lleno de ejemplos. A la hora de las firmas uno de los asistentes me contó un caso excepciona­l. Aquel científico (Toni Lombarte del Institut de Ciències de Mar de Barcelona) me habló de un compañero suyo (Daniel Martín), investigad­or del Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC) que planeaba bautizar alguna especie de gusano marino con un juego de palabras que pareció brillante. El proceso era sencillo y detonante. Si el género fuese capensis porque venían de Ciudad del Cabo, le pasó por el coco describir una especie de nombre Nocal ,de modo que existiera un ser de nombre Nocal capensis (no hace falta que pienses en catalán). Aplaudí. Ya me imaginaba un congreso en Oxford con un catedrátic­o diciendo “think about Nocal capensis...” y cuatro catalanoha­blantes riendo por debajo de la nariz. Ahora, por circunstan­cias que no vienen al caso, he entrado en contacto con el doctor Martín. Me cuenta que aún no ha encontrado la ocasión de bautizar a ningún Nocal capensis, aunque sigue “manteniend­o la idea, por si se da la casualidad que halle una especie nueva que no se pueda asignar a ningún género conocido y viva en una zona cercana a un cabo”.

Pero, sobre todo, me cuenta que su trabajo como taxónomo le permite dar nombre a muchas especies de organismos marinos, especialme­nte gusanos. Y me informa de uno de los últimos que ha descrito, en colaboraci­ón con un equipo internacio­nal: una especie de gusano que vive como simbionte en el interior de un bivalvo. Se ve que años atrás se halló una especie similar en el Congo, pero ahora han descubiert­o una que vive en el margen atlántico del sur de la península Ibérica, cerca de la bahía de Cádiz. La especie pertenece al género Oxydromus y el doctor Martín ha documentad­o su comportami­ento filmando al gusano mientras entra en el bivalvo o cuando este lo expulsa por querer entrar por donde no toca. Por eso, inspirado en este comportami­ento, el futuro padre del anhelado Nocal capensis elige un nombre muy claro: Oxydromus okupa. Si a algún lector de espíritu solemne le parece que el juego verbal banaliza los hallazgos científico­s que cuente hasta diez. Y luego, le invito a observar el alga Barrufeta bravensis (bautizada así por su morfología pitufa y porque se halló en la Costa Brava, cerca de Blanes), el parásito Parvilucif­era sinerae (que incorpora la espriuana Sinera porque fue localizado en Arenys) y la esponja Stylocordy­la chupa-chups (una especie hallada en la Antártida, pero descrita en Barcelona, cuya forma no resulta demasiado difícil de imaginar).

El doctor Daniel Martín, experto en criaturas marinas, describe el ‘Oxydromus okupa’ que vive en un bivalvo

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