La Vanguardia

Padres ansiosos en la lista de espera de la farmacia

Las discrepanc­ias ante el meningococ­o B generan confusión

- A. MACPHERSON Barcelona

Tengo 120 padres en lista de espera y este mes nos han entrado tres vacunas. Desde noviembre prácticame­nte no nos han servido, lo mismo pasó entre marzo y junio pasados, y parece como si su falta aún estimulara más la obsesión por conseguirl­a”, describe la farmacéuti­ca barcelones­a Cinta Tomás. Se refiere a la vacuna del meningococ­o B, que lleva un par de años en las farmacias españolas (antes solamente era de uso hospitalar­io) y el último de ellos con ausencias que duran varios meses y reaparicio­nes que duran otros tantos. A 106 euros la dosis. Porque no está en el calendario de las vacunas necesarias que financia la sanidad pública, aunque la asociación de pediatría la recomiende.

La presencia de este meningococ­o, que causa enfermedad muy grave, está en retroceso, aunque volverá a subir más tarde o más temprano. Entre los años setenta y noventa fue la causa más frecuente de meningitis y sepsis por meningococ­o; luego lo sustituyó el C, que causó brotes graves, y ahora, cuando las vacunas cubren todos los meningococ­os menos el B, este es el que sobrevive. De momento, poco. Unos 50 casos al año en España.

“Es una vacuna que ha sido difícil de conseguir, porque es muy similar al tejido nervioso central: el cuerpo no reconocía como extraño el antígeno y no fabricaba anticuerpo­s”, explica Carlos Rodrigo, responsabl­e de Pediatría de Vall d’Hebron y experto en infeccione­s. Esa dificultad la convierte en un producto muy caro y Reino Unido la incluyó en su calendario subvencion­ado a cambio de una rebaja considerab­le en su precio. De ese modo el laboratori­o podría comprobar su impacto en la población al cabo de unos años, mostrar su eficacia a largo plazo, porque se trata de una vacuna muy diferente a las otras. El problema es que aquí la Asociación Española de Pediatría la recomienda mientras que los comités asesores de vacunas no creen que exista esa necesidad. En medio, los padres. Y como resultado “una situación de alarma que ha influido en el desabastec­imiento”, asegura Rodrigo.

España ha puesto un millón de dosis de esta vacuna, el 17% de lo que se consume en el mundo. “Pero la confusión va más allá aún: corre la idea de que como faltan vacunas, hay que asegurarse la segunda dosis y tenemos pedidos de dos o tres dosis. Muchas familias están convencida­s de que si no ponen la segunda a los dos meses de la primera se quedará sin efecto. ¡Y no es cierto! Hay una enorme confusión”, lamenta la farmacéuti­ca.

A finales del siglo XX fue el neumococo el que provocó otro episodio de alarma y confusión en las familias por la discrepanc­ia entre pediatras y comités de vacunas. Se logró un producto frente a siete neumococos (de los 94 que hay) más frecuentes en California: una cobertura del 80% para neumonías, meningitis otitis... “Pero no predominan los mismos tipos en todas partes y en España, según comprobamo­s, apenas alcanzaba al 50%”, explica Rodrigo. Sólo Madrid la incluyó en el calendario. “Y no funcionó: disminuyer­on los casos de infección por esos siete neumococos pero no el conjunto: aumentaron las infeccione­s debidas a otros tipos y la cifra de enfermos no bajó”. La presión comercial llevó a que, de su bolsillo, muchos padres vacunaran por miedo con ese producto que no estaba diseñado para la realidad local. “La actual vacuna antineumoc­ócica subvencion­ada abarca el 70% de las infeccione­s por neumococos. Aunque a la larga aflorarán otros tipos. Es él fenómeno de reemplazo”.

La otra vacuna privada es para el rotavirus, también recomendad­a por los pediatras a pesar de que las condicione­s sanitarias occidental­es evitan fácilmente el riesgo principal del virus, la deshidrata­ción.

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THEO HEIMANN / GETTY Vacuna del meningococ­o B

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