La Vanguardia

Ciudadano Kane del cine catalán

ANTONI LLORENS (1940-2017) Productor de cine y fundador de la cadena Lauren

- SALVADOR LLOPART

Produjo las primeras películas de Almodóvar hasta ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’

Ayer moría en el hospital de Reus Antoni Llorens, fundador de la cadena Lauren. Una figura clave de la distribuci­ón y la exhibición de la industria catalana del cine y, por extensión, de la española. Tenía 76 años.

En buena medida Llorens ejerció en los noventa de ciudadano Kane del cine catalan. El productor y distribuid­or de Cambrils alcanzó en aquella época en buena medida la dimensión heroica del inolvidabl­e personaje de Orson Welles, y un punto de su narrativa trágica también.

Imprevisib­le y creativo, entendía el negocio a su manera. Nunca fue una cuestión de cálculo y de previsión. Su ojo para las películas, que lo tenía, no obedecía a ninguna regla. Lo suyo era mas bien una cuestión de instinto y de riesgo.

En sus años de oro paseaba en su velero por la bahía de Tarragona a Woody Allen, de quién distribuyó en España sus películas más famosas, las producidas por la cadena Orión, productora de

La mujer de rojo (1984) Terminator (1985), que también distribuyó. Llegaba a Cannes en Porsche para entrevista­rse con Bob y Harvey

Weinstein, inventores del fenómeno del cine independie­nte. Llorens fue el representa­nte en exclusiva en España de la productora Miramax, propiedad de estos dos hermanos, siempre con las películas de Tarantino como bandera.

Años antes había producido al primer Almodóvar, hasta llegar a Mujeres al borde de un ataque de

nervios (1988). Era él, según decía Antoni Llorens, quien había convertido a Almodóvar en Almodóvar, un poco herido por el supuesto abandono del director manchego.

Pero sobre todo Llorens llegó a poseer una de las cadenas de cines más importante­s del país, los cines Lauren, su imperio. Su último proyecto, el que en buena media lo estrelló contra la realidad de los intereses creados, había sido la construcci­ón de la mayor multi sala del mundo en el Camp Nou del Barça. Un proyecto megalómano en el que invirtió millones y esfuerzo para llegar a nada: nunca se llegó a concretar.

Con una filosofía más propia de casino que de hojas Excel, aquel ciudadano Kane de la exhibición y la distribuci­ón se iba acercando cada vez más a las formas surrealist­as

propias de un genio como Dalí, incluso en su manera de expresarse se iba pareciendo cada vez más al artista de Port Lligat. En un momento dado los sueños de grandeza lo superaron por el lado de los números rojos y su imperio empezó a derrumbars­e. Siempre decía que quería producir y, a veces, incluso dirigir él mismo, La loca academia de la

Guardia Civil, película cuyo guión y reparto iba variando a lo largo de los años y según su humor. Un proyecto de su propia vida al frente de la cadena Lauren hubiera sido más genial e ilustrativ­o que esa película nunca realizada y tan prometedor­a.

Y es que todo en Antoni Llorens ha sido extremo. O una obra maestra o una chapuza. No ha sido hombre de medias tintas, no. En 1997 recibió el Premi Nacional de Cinema de Catalunya “por su labor continuada en la promoción de la industria del cine, la creación de una cadena de cines en Catalunya y por la difusión del cine catalán doblado al catalán”.

Nacido en 1940 en Cambrils (Baix Camp), desde muy joven trabajó en la industria del cine. Realizó estudios mercantile­s e ingresó como contable en la productora Izaro Films, y de esa productora pasó a otras punteras en los años setenta, incluida la multinacio­nal Paramount. A principio de los ochenta fundó Lauren, su propia distribuid­ora, dueña de la cadena de cines del mismo nombre. Una empresa que veinte años después, en su momento de mayor esplendor, llegaría a tener más de 400 empleados y cerca de 200 salas repartidas por toda España.

Además de exhibidor y distribuid­or, Llorens produjo, junto con Almodóvar, a directores instalados en Barcelona como Antonio Chavarrías y Marc Recha. También participó en la producción y distribuci­ón de películas como Amic/amat (1998) y

El perquè de tot plegat (1994), de Ventura Pons. En 1999 puso en marcha un canal de televisión, Canal 4, que desde Tarragona plantaría cara a TV3, decía el mismo Llorens.

El cambio de siglo marcó el principio del fin del imperio Llorens, con el final de su labor como productor y el cierre sucesivo de sus salas más emblemátic­as de su cadena, los Lauren Sant Andreu, por ejemplo; los Lauren Viladecans, los Lauren Horta y el Lauren Gracia (que después han renacido con Ventura Pons como el cine Texas).

Este ciudadano Kane del cine que ha sido Antoni Llorens tuvo su Roseboud particular en las películas que veía de pequeño en cines como el Rex del Eixample barcelonés. Siempre decía que, si con alguien se sentía identifica­do, era con el niño de Cinema Paradiso; que si se había convertido en algo parecido a un magnate del negocio del cine, era gracias a aquel niño que veía reflejado en la película de Tornatore. Un crío que se escapaba de los Maristas para colarse en cualquier película; en realidad Antoni Llorens nunca dejó de ser aquel chaval.

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XAVIER GÓMEZ

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