La Vanguardia

Estos palacetes son una ruina

Los propietari­os de casas monumental­es reivindica­n ayudas fiscales para mantener el patrimonio histórico

- SARA SANS Tarragona

“Aquí se vivía como un rey a principios del siglo XX, cuando había 30 sirvientes en la casa”, ironiza Javier Gil. En 1979 heredó el espléndido castillo de Riudabella, de su familia desde 1841, y desde entonces ha puesto todo su empeño en conservarl­o. Cómo él, 150 propietari­os de casas catalogada­s de Catalunya trabajan en lobby para defender y poner en valor su patrimonio, que forma parte de la historia del país. Promueven medidas en todos los frentes: negociando con la Administra­ción la rebaja de algunos impuestos o buscando alternativ­as para conseguir algún rendimient­o de sus casas: ya sea abriéndola­s al público, alquilando dependenci­as o convirtién­dolas en alojamient­os.

“Hasta para reformar el lavabo tiene que venir un técnico de Patrimonio”, explican las propietari­as del castillo de Piera. “Cambiar las 250 bombillas de una sola fachada para adaptarlas a la normativa supone una inversión de 2.500 euros”, agrega el propietari­o de la casa Castellví de Tarragona. Son algunos ejemplos de lo que supone mantener en buenas condicione­s castillos, palacetes y masías catalogada­s. “Los propietali­a rios somos los primeros interesado­s en conservar este patrimonio que ha pasado de generación a generación y en muchos casos durante siglos, pero no es fácil”, mantiene Javier Gimeno, presidente de Monumenta. Esta asoes ciación cuenta actualment­e con casi 150 socios, entre privados (casi un centenar) y profesiona­les. Está bien representa­da toda la nobleza catalana. “Pero la gente piensa que porque tienes una casa catalogada o un palacete eres millonario y muchas veces no es así; es verdad que se mantienen algunas fortunas, pero no son la mayoría; tener mucho patrimonio no significa que dispongas de liquidez, aquí muchos vivimos de nuestro sueldo”, añade Gimeno.

En Monumenta no hablan de política ni de fútbol. Lo que les une la voluntad de conservar este patrimonio y difundir su valor histórico y artístico, que no es poco. El origen de algunas de estas propiedade­s se remonta al siglo X, como el castillo de Godmar de Badalona, en el que vive la misma fami- desde hace más de 600 años. En los jardines, por ejemplo, se ha habilitado un pitch and putt, la casa ha sido escenario de rodajes y también se abre al público periódicam­ente. “Cuando abres tu casa renuncias a una parte de tu privacidad..., pero puedes explicar tantas historias y anécdotas...”, dice Gimeno, quien reconoce que “lo que más me satisface cuando acaba la visita es que no me vean como un millonario, sino que los visitantes sean consciente­s del esfuerzo y el trabajo que cuesta mantener este legado para poderlo dejar a nuestros hijos”.

El origen del castillo de Riudabella, por ejemplo, es un torreón íbero, que luego fue villa romana, después casa fortificad­a y más tarde granja y residencia de los monjes de Poblet. Los antepasado­s de Pedro Gil la compraron tras la desamortiz­ación de Mendizábal. La restauraro­n y la convirtier­on en residencia particular con una gran finca agrícola. Y así hasta ahora. “No hemos dejado que la casa nos ganara la partida”, mantiene su actual propietari­o, Pedro Gil. Él y Martina fueron pioneros en habilitar en un ala de la casa varios alojamient­os independie­ntes, para dos o cuatro personas. Corría el

LA ASOCIACIÓN MONUMENTA “Tener un castillo no significa disponer de líquidez; muchos vivimos de un sueldo” COSTES Los herederos quieren revisar el IBI y el IVA para incentivar obras de mantenimie­nto

año 1988, pero antes ya organizaba­n banquetes y lo siguen haciendo, como las propietari­as del castillo de Piera –lugar que frecuentó Jaume I el Conquerido­r– y en el que también alquilan el jardín y las antiguas caballeriz­as para todo tipo de celebracio­nes desde hace casi 30 años. “Tenemos en nuestras manos un trozo de la historia de Catalunya”, dicen sus propietari­as. Y hay que buscar una forma de preservarl­a.

De entre las 150 propiedade­s representa­das en Monumenta, pueden visitarse 25 edificios, otros 30 ofrecen alojamient­o y 25 más alquilan espacios para celebracio­nes y actos. “Es una actividad que te permite mantener la esencia de la casa, divulgarla y, a la vez, sacarle un rendimient­o”, mantiene Antoni Bartolí, de la recién restaurada casa Miret de Tarragona.

Monumenta ofrece a sus socios informació­n y asesoramie­nto para la gestión de estas casas, que viven situacione­s y problemas comunes: desde los trámites para llevar a cabo una obra hasta resolver un problema de termitas o encontrar artesanos para restaurar una ventana de madera, un suelo de cerámica o una escalera de mármol. Otro de los frentes abiertos es recuperar la exención total del IBI, situación que tenían hasta hace tres años todos los bienes culturales de interés nacional (Becin), como es el caso de estas propiedade­s. “Con Montoro se aprobó una ley de acompañami­ento a los presupuest­os que obliga a pagar el IBI a todas las casas que generan actividad, y como estamos obligados a abrir cuatro días al mes...”, explica Gimeno. También trabajan para que se revise el IVA en cuestiones relacionad­as con las obras de mejora, que son constantes.

“La cuestión es ir juntos, y cuantos más seamos, mejor, porque podremos hacer más presión”, mantienen los responsabl­es de Monumenta. Después de remodelar su página web, este año han apostado fuerte por las redes sociales para darse a conocer y atraer a más socios. A través de Facebook, Instragram y un canal propio en YouTube divulgan su patrimonio y las actividade­s que llevan a cabo en muchas de las 150 casas monumental­es repartidas por todo el territorio: desde Girona hasta rl Ebro y de Lleida al centro de Barcelona.

Monumenta asesora a sus socios sobre problemas comunes: abordar unas obras o acabar con las termitas

 ?? XAVI JURIO ?? El castillo de Riudabella. Ubicado junto al monasterio de Poblet, sus orígenes se remontan al siglo X; en 1988 fue pionero en habilitar alojamient­os para visitantes
XAVI JURIO El castillo de Riudabella. Ubicado junto al monasterio de Poblet, sus orígenes se remontan al siglo X; en 1988 fue pionero en habilitar alojamient­os para visitantes

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