UNA MUESTRA DE SU EXCEPCIONAL CAPACIDAD COMPOSITIVA
En una ocasión, John Lennon sentenció: “Si quieres darle otro nombre al rock’n’roll , podrías llamarlo ‘Chuck Berry’”. Otro nombre ilustre de la música sin fronteras, Bob Dylan, llamó al músico fallecido
anteayer “el Shakespeare del rock’n’roll”. En los años cincuenta, cuando la gente cantaba virtualmente sobre nada, Berry ya firmaba composiciones con comentarios y reflexiones de carácter social. De
hecho, sus canciones del primer decenio de actividad profesional son obras que iban más allá del espacio natural para el que fueron compuestas, creando en cierto modo una nueva forma artística.
Roll over Beethoven
Esta composición fechada en 1958 fue adoptada por los adolescentes estadounidenses de los años cincuenta como un himno de guerra contra los gustos musicales de los adultos, toda una declaración de independencia musical para una nueva generación. Berry cuenta en su autobiografía que la escribió como una suerte de bofetada a su hermana por monopolizar el piano familiar con sus clases de música clásica. Los Beatles, Jerry Lee Lewis y la Electric Light Orchestra, entre muchos otros, la versionaron.
Johnny B. Goode
Aunque no fue, sorprendentemente, su mayor éxito, es el tema que más se asocia con su autor. Amplificado por su poderoso riff guitarrero, la canción anima a un joven guitarrista (probablemente no muy diferente al propio Berry) procedente del campo en su búsqueda del estrellato. El argumento es típico del sueño americano, si bien Berry fue lo suficientemente hábil para cambiar el término “joven de color” que aparecía en la lírica original por el “joven del campo”. Sonó con éxito apabullante en la película Regreso
al futuro.
Maybellene
La canción que le dio a conocer tuvo una génesis rocambolesca, pues a partir Ida Red, un clásico éxito de Western Swing firmado por Bob Wills and His Texas Playboys, el productor y copropietario del legendario sello discográfico Chess Records hizo de las suyas: le cambió el título y le añadió un acelerada sección rítmica que la transformó. Berry había, eso sí, introducido inicialmente sus propias señas de identidad en forma de
reverbs guitarreros, lenguaje claro y directo, chicas y coches. Un cóctel infalible.
Let it rock
Con menos de dos minutos de duración, una de las composiciones de letra más críptica (el título de la canción no se menciona en ningún momento) firmadas por Berry y de afilada estructura sonora formal. Escrita en 1960, la letra no adopta la perspectiva de un adolescente sino de un trabajador de ferrocarril que trata de “conseguir algo de dinero para comprarse unos zapatos nuevos”. The Grateful Dead, Motörhead y Bob Seger hicieron sus propias covers, pero ninguna como la de los Rolling Stones.
Sweet little sixteen
Chuck Berry la escribió durante una gira y se inspiró en una adolescente que quería, como fuera, conseguir un autógrafo de cada uno de los músicos del cartel de la citada gira. La trama versa en torno a una teenager adicta al rock’n’roll que al cumplir los 16 años pide a sus padres ir un concierto, para lo que se atavía apropiadamente. Se convirtió en uno de sus mayores éxitos, y su melodía llegó a ser empleada por los Beach Boys en Surfin’USA, lo que motivó un pleito sobre derechos que ganó Berry.