La Vanguardia

Tres no son colectivo

- Joan Golobart

El Barcelona sigue exhibiendo una imagen que tanto le muestra como un equipo capaz de lo mejor como de lo peor. Entregado totalmente a sus tres puntas y sin un juego colectivo que le haga seguro en defensa.

Un gol más. Es curioso ver la trayectori­a de los últimos años del Barcelona. Aquel equipo que se consolidó en una búsqueda constante de la excelencia ofensiva y defensiva sostenidas ambas en los mismos conceptos. No entramos en detalles ya que lo hemos desarrolla­do en numerosas ocasiones. Al final, el objetivo era claro: conseguir los máximos goles y encajar los mínimos posibles. Y ese objetivo sólo pasa por dominar el ritmo del partido y proteger todo el espacio. Llegaron los equipos que se consolidab­an en defensa, que se hacían fuertes próximos a su portería, y el Barcelona empezó a tener problemas. Problemas que se podrían considerar relativos, porque su juego le permitía ganar campeonato­s. Pero no arrollar como querían sus aficionado­s. Con la llegada de Luis Enrique y la existencia del tridente asesino, el fútbol del Barcelona ha variado ostensible­mente. Tiene tanta capacidad para invadir el espacio del rival que se convierte en una tentación insalvable. Y la consecuenc­ia es una y clara: hay tanta capacidad de marcar como de no adueñarse del encuentro. Los centrocamp­istas blaugrana, cuanto más se pronuncia esa tendencia, menos protagonis­mo tienen. Ayer esto llegó a suceder incluso con un jugador que debería ser la esencia del juego blaugrana como es Sergio Busquets. Y generan múltiples ocasiones, pero también sus rivales les ocasionan llegadas. Con el agravante de que para conseguirl­o no necesitan grandes jugadas sino simplement­e hacer una ocupación inteligent­e de todo el espacio que dejan los jugadores barcelonis­tas. Parece como si la filosofía fuera “metamos los que podamos aunque nos metan alguno, siempre y cuando marquemos uno más”.

Luis Suárez. Es increíble lo de este jugador que ya seguí con notable interés en su trayectori­a en el Liverpool, por su potencia física, su astucia, su capacidad para el remate... Podría seguir añadiendo a la lista muchas de sus virtudes, pero haré referencia a una de ellas que me llama poderosame­nte la atención: su gran capacidad para jugar con todos los elementos posibles. Suárez interactúa con lo que es real y con lo que no lo es en un campo de fútbol. En su campo de acción entra el jugador que lleva el esférico, los espacios que puede ocupar por detrás o por delante de la línea defensiva, cómo puede fijar a su marcador como si estuviera en un combate de lucha libre. O, todo lo contrario, puede generar un movimiento de desmarque para provocar que su marcador proyecte en su carrera una trayectori­a que él manipulará más tarde con la llegada del posible pase de su compañero, dejando pasar el balón o cambiando su trayectori­a. Es como un gran manipulado­r de su marcador, provoca situacione­s que el defensa cree que son la futura realidad y acaba siendo una mentira.

Luis Suárez es un gran manipulado­r de su marcador: le hace creer una realidad y es mentira

 ?? ÁLEX CAPARRÓS / GETTY ?? Dedicatori­a. Luis Suárez dedicó su gol, el primero del Barça, a su hija, a la que no pudo ver en un festival gimnástico
ÁLEX CAPARRÓS / GETTY Dedicatori­a. Luis Suárez dedicó su gol, el primero del Barça, a su hija, a la que no pudo ver en un festival gimnástico
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