Tres no son colectivo
El Barcelona sigue exhibiendo una imagen que tanto le muestra como un equipo capaz de lo mejor como de lo peor. Entregado totalmente a sus tres puntas y sin un juego colectivo que le haga seguro en defensa.
Un gol más. Es curioso ver la trayectoria de los últimos años del Barcelona. Aquel equipo que se consolidó en una búsqueda constante de la excelencia ofensiva y defensiva sostenidas ambas en los mismos conceptos. No entramos en detalles ya que lo hemos desarrollado en numerosas ocasiones. Al final, el objetivo era claro: conseguir los máximos goles y encajar los mínimos posibles. Y ese objetivo sólo pasa por dominar el ritmo del partido y proteger todo el espacio. Llegaron los equipos que se consolidaban en defensa, que se hacían fuertes próximos a su portería, y el Barcelona empezó a tener problemas. Problemas que se podrían considerar relativos, porque su juego le permitía ganar campeonatos. Pero no arrollar como querían sus aficionados. Con la llegada de Luis Enrique y la existencia del tridente asesino, el fútbol del Barcelona ha variado ostensiblemente. Tiene tanta capacidad para invadir el espacio del rival que se convierte en una tentación insalvable. Y la consecuencia es una y clara: hay tanta capacidad de marcar como de no adueñarse del encuentro. Los centrocampistas blaugrana, cuanto más se pronuncia esa tendencia, menos protagonismo tienen. Ayer esto llegó a suceder incluso con un jugador que debería ser la esencia del juego blaugrana como es Sergio Busquets. Y generan múltiples ocasiones, pero también sus rivales les ocasionan llegadas. Con el agravante de que para conseguirlo no necesitan grandes jugadas sino simplemente hacer una ocupación inteligente de todo el espacio que dejan los jugadores barcelonistas. Parece como si la filosofía fuera “metamos los que podamos aunque nos metan alguno, siempre y cuando marquemos uno más”.
Luis Suárez. Es increíble lo de este jugador que ya seguí con notable interés en su trayectoria en el Liverpool, por su potencia física, su astucia, su capacidad para el remate... Podría seguir añadiendo a la lista muchas de sus virtudes, pero haré referencia a una de ellas que me llama poderosamente la atención: su gran capacidad para jugar con todos los elementos posibles. Suárez interactúa con lo que es real y con lo que no lo es en un campo de fútbol. En su campo de acción entra el jugador que lleva el esférico, los espacios que puede ocupar por detrás o por delante de la línea defensiva, cómo puede fijar a su marcador como si estuviera en un combate de lucha libre. O, todo lo contrario, puede generar un movimiento de desmarque para provocar que su marcador proyecte en su carrera una trayectoria que él manipulará más tarde con la llegada del posible pase de su compañero, dejando pasar el balón o cambiando su trayectoria. Es como un gran manipulador de su marcador, provoca situaciones que el defensa cree que son la futura realidad y acaba siendo una mentira.
Luis Suárez es un gran manipulador de su marcador: le hace creer una realidad y es mentira