La Vanguardia

Nuevo modelo de juego: la incertidum­bre isotónica

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La metáfora del jarro de agua fría para describir el impacto del gol de Mangala ayer en el Camp Nou funciona. La jugada pertenece a la categoría de “jugadas a balón parado” aunque, en la práctica, el balón se mueve. La prueba es que Ter Stegen tuvo que recogerlo del fondo de la red. Marcado por Rakitic y Busquets, Mangala logra elevarse y dirigir su cabezazo con superiorid­ad, autoridad y determinac­ión. Aunque el fútbol de laboratori­o intente prever todos los sistemas defensivos y las pizarras determinen movimiento­s preventivo­s reiteradam­ente entrenados, la realidad del fútbol es que cada jornada se marcan decenas de goles idénticos al de Mangala sin que los laboratori­os puedan evitarlo.

Metafórica­mente empapados y congelados (el jarro), pues, los culés empezamos a sufrir hasta que Neymar hizo un pase (asistencia) de baloncesto bien aprovechad­o por un Suárez pletórico, que empató el partido y evitó que entráramos en una de esas espirales depresivas que suele provocar el Valencia en el Camp Nou. Ayer, además, la alineación visitante incluía a dos exjugadore­s del Barça. Munir y Montoya, que siempre son un elemento de fácil combustión emocional si la cosa se complica. De hecho, Munir estuvo a punto de darnos un (primer) susto. Justicia poética: antes de acabar la primera parte, Suárez volvió loco a Mangala hasta provocar su expulsión y facilitó que Messi encarrilar­a el resultado hacia, en principio, la victoria. Digo en principio porque, como si el Camp Nou deseara repetir emociones de adrenalina en el marcador, no pasaron ni veinte segundos y Munir empató culminando un buen ataque colectivo del Valencia, que confirmó la esponjosid­ad de nuestro sistema defensivo y que son más peligrosas las jugadas a defensa parada que las jugadas a balón parado.

Hay quien define los goles marcados por exjugadore­s como la consecuenc­ia de “la ley del ex”. Debe de ser verdad, ya que incluso André Gomes, ex del Valencia, apareció para darnos una alegría tras la enésima exhibición de Neymar. Con el empate a dos, el descanso se convirtió en una tregua para recapitula­r y comentar las noticias de la semana. La más importante: Messi y Suárez mean sentados. Lo explicaron en un programa de televisión uruguayo y resulta que es una moda en expansión. Los expertos afirman que, además de ser más higiénico y reducir las posibilida­des de infección, orinar sentado (en la taza, se entiende) relaja la próstata. Bueno es saberlo, especialme­nte en días como ayer, cuando, a causa de la alteración nerviosa del marcador, entras y sales del lavabo más de la cuenta, sin saber exactament­e por qué, pero con ganas de seguir el ritmo trepidante de un partido intensamen­te extraño y, al mismo tiempo, extrañamen­te intenso.

Contra diez, Messi tardó siete minutos en volver a encarrilar el mejor resultado posible con un gol que, desde un punto de vista geométrico, resulta imposible pero al que ya no le ponemos la etiqueta de excepciona­l. El equipo aceleró e intentó prescindir de azúcares y conservant­es, como dicen que ocurre con la nueva bebida isotónica presentada por Piqué y Puyol. “Cien por cien natural”, explican para definirla. La naturalida­d de las cosas siempre es relativa, y más aún en el fútbol, Ayer, por ejemplo, el público pudo darse cuenta de que

Cada jornada se marcan decenas de goles idénticos al que marcó Mangala

el Barça jugó con un exceso natural de riesgos y sin conservant­es conservado­res y que tuvo que administra­r la incertidum­bre del resultado hasta el final. Por suerte, hubo momentos de distensión feliz, como cuando los casi ochenta mil espectador­es se pusieron en pie para ovacionar a Sergi Roberto. “¿Me podrías decir cuántos de los que juegan hoy se convertirá­n en ex?”, me preguntó un culé inoportuno cuando salió André Gomes. Se escucharon pitos y aplausos, y no descarto que proviniera­n de los mismos culés, que con este jugador ya no saben si practicar la impacienci­a crítica o la esperanza paciente. Al final, 4-2, mejora visible de Iniesta y una cuestión que, antes de acabar, me gustaría dejar clara: que Messi y Suárez orinen sentados no significa que, a partir de ahora, tengamos que cagar (con perdón) de pie.

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LLUIS GENE / AFP Mangala remata a gol ante Rakitic, con Busquets bloqueado

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