El FBI investiga si Rusia ayudó a Trump a ganar las elecciones
El jefe de la agencia confirma que se sospecha del equipo del presidente Las indagaciones sobre “las interferencias” rusas son materia clasificada La investigación no avala la acusación a Obama por espionaje
Cada vez parece más evidente que la iracunda acusación lanzada por Donald Trump contra su antecesor Obama sobre una supuesta operación ilegal de espionaje tenía –entre otros– el objetivo de pervertir las investigaciones de los servicios de Inteligencia y del Congreso sobre las conexiones del equipo de campaña del candidato republicano con las autoridades rusas para ayudarle a ganar las elecciones. Todo apunta que estas amistades tan peligrosas van a perseguir al presidente durante su primer mandato.
En su comparecencia ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, James Comey, el jefe del FBI, dio dos respuestas a cual más comprometida para el actual presidente. El FBI no ha encontrado ningún indicio que avale la acusación de Trump a Obama y, en cambio, confirmó la investigación sobre la conexión rusa de su equipo de campaña.
“Con respecto a los tuits del presidente acerca de la supuesta intervención telefónica dirigida contra él por la administración anterior, no tengo ninguna información que apoye los tuits –declaró Comey– y lo hemos indagado meticulosamente”. Pero no sólo eso, Comey informó que estaba autorizado para hablar en nombre del Departamento de Justicia en su conjunto. “La respuesta es la misma para el Departamento de Justicia y todos sus componentes. El departamento no tiene información que avale los tuits” de Trump.
También comparecía el director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Mike Rogers, que a preguntas de los miembros de la Cámara, vino a desmentir también la teoría conspirativa –a la que la Casa Blanca quiso dar credibilidad– según la cual fueron los servicios de Inteligencia británicos los que esdió– piaron a Trump a petición de Obama. “Ni yo, ni nadie” (pidió a los británicos que espiaran a Trump), respondió Rogers. Un dato significativo es que tanto Comey como Rogers son republicanos.
En cuanto a la investigación de la conexión rusa y su interferencia electoral, Comey no dijo nada que no se supiera, pero confirmaba oficialmente que el equipo de campaña de Donald Trump es sospechoso de haberse conjurado con países extranjeros que tienen intereses opuestos a Estados Unidos para jugar sucio en la contienda electoral.
“Cumpliendo con nuestra misión de contrainteligencia –dijo Comey– el FBI está investigando los esfuerzos del Gobierno de Rusia para interferir en la elección presidencial del 2016 y esta investigación incluye la naturaleza de los vínculos entre los individuos asociados al equipo de campaña de Trump y el Gobierno ruso y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia. Al igual que con cualquier investigación de contrainteligencia –aña- esto también incluirá una evaluación de los posibles delitos cometidos”.
Las sospechas sólo pueden ser muy graves puesto que así como no existen indicios de que Obama espiara a Trump y el director del FBI no tiene inconveniente en reconocerlo, los indicios de la conexión rusa deben ser tan alarmantes que se consideran materia clasificada y se mantendrá en secreto mientras duren las investigaciones y no se adopten conclusiones definitivas. Y tal como lo explicó Comey, hay tanto por investigar y tan complicado que el asunto va para largo.
“Nuestra capacidad de compartir la información con el Congreso y el pueblo estadounidense es limitada cuando las investigaciones siguen abiertas –señaló el director del FBI– porque debemos asegurarnos de no dar información a nuestros adversarios extranjeros... Este es un trabajo muy complejo y no hay manera de fijar un calendario sobre cuándo terminará”.
Las relaciones de miembros del equipo de campaña de Donald Trump con autoridades rusas fueron conocidas a través de filtraciones a los medios que provocaron varias dimisiones: la del jefe de campaña del candidato republicano, Paul Manafort; la de Michael Flynn, consejero de seguridad nacional, que apenas duró un mes en el cargo, y hasta el fiscal general, Jeff Sessions, admitió tácitamente la existencia de investigaciones cuando trascendió que él mismo se había reunido con el embajador ruso después de haberlo ocultado al Senado. Aunque no dimitió se vio obligado a inhibirse de las investigaciones cuya existencia confirmó ayer definitivamente el director del FBI. En diciembre un informe de la CIA ya constató que el Kremlin había maniobrado para favorecer a Trump.
La Casa Blanca se apresuró a desmarcarse de Manafort y Flynn. “Manafort tuvo un papel limitado durante muy poco tiempo en la campaña y Flynn sólo actuó como voluntario”, declaró el portavoz, Sean Spicer. Pero Manafort fue jefe de campaña hasta su dimisión y Flynn uno de los agitadores más activos del equipo. Las filtraciones es lo que más preocupa en la Casa Blanca y a los republicanos que interpelaron sobre ellas a Comey y al director de la Agencia Nacional.
En las últimas semanas, la Casa Blanca ha atribuido esas filtraciones a funcionarios nombrados por Obama que siguiendo instrucciones del expresidente intentarían socavar la autoridad del presidente. Medios de la extrema derecha, como Breitbart news, del que fue editor el actual jefe de estrategia de Trump, Steve Bannon, se han apuntado a la teoría conspirativa proclamando que partidarios de Obama destinados en los servicios de Inteligencia intentan un “golpe de Estado silencioso contra el presidente legítimamente elegido”.
EL JEFE DEL FBI “No tengo información que apoye los tuits (de Trump) y lo hemos indagado a fondo” La investigación de la intrusión rusa en las elecciones deviene secreto de Estado