Un lenguaje impropio
LA vida está llena de momentos en que resulta imposible mejorar el silencio. Es el caso del lenguaraz Jeroen Dijsselbloem, ministro de Economía de Holanda y presidente del Eurogrupo, a quien, después de que el Partido Laborista de su país pasara de 38 diputados a 9, solo se le ocurrió declarar “que el elector siempre tiene la razón, pero no siempre es justo”. La autocrítica, como la verdad, ha pasado de moda, así que en lugar de reconocer errores propios, resulta mejor denunciar la incomprensión ajena. Humano es errar, pero sólo los estúpidos perseveran en el error, escribió Cicerón hace dos mil años sin éxito.
Un mal día lo tiene cualquiera y tampoco se trata de no dejar pasar una, pero Dijsselbloem anda corto de inspiración (a veces las musas se van de vacaciones) porque ha concedido una larga entrevista al Frankfurter Allgemeine, en que dice textualmente: “En la crisis del euro, los países del Norte se han mostrado solidarios con los estados afectados por la crisis. Como socialdemócrata, atribuyo a la solidaridad una importancia excepcional. Pero el que la solicita tiene también obligaciones. Uno no puede gastarse todo el dinero en copas y mujeres y pedir luego ayuda”. Antes que nada hay que recordar al presidente del Eurogrupo (que se refiere a Grecia, Portugal y España) que en la crisis del euro no se regaló nada a nadie, y las deudas se están devolviendo religiosamente. En el caso de Grecia, el dinero que concedía la troika iba directamente a las cajas alemanas o a los bancos franceses para enjugar sus créditos. Así que, más que solidaridad, había voluntad de no perjudicar a las entidades financieras del Norte. Pero además, eso de acusar a estos países de “gastarse todo el dinero en copas y mujeres” es propio de un lenguaje zafio y machista desaconsejable para quien tiene que dignificar la UE cuando son demasiados quienes la denigran. Una jornada desacertada no significa nada, pero, cuando se acumulan, es que Bruselas tiene un problema.