Sánchez ve normales las donaciones de empresas que trabajaban para CDC
Las hijas de Millet se enteraron por la prensa de que el Palau pagó sus bodas
Donde ayer todo eran ventajas, hoy son inconvenientes. Donde ayer se podía vivir sin preguntarse cómo se pagaban las cosas, hoy se deben dar explicaciones sobre quién se hizo cargo de tus bodas, de cómo se sufragaba el alquiler de tu piso o de qué forma se abonaron viajes de lujo. Las hijas de Fèlix Millet aseguraron ayer durante el juicio por el expolio del Palau de la Música que nunca imaginaron que sus enlaces los costeara la institución; dos mujeres que se sienten marginadas socialmente y a las que ahora les pesa su apellido, que ayer reportaba privilegios. Esto ocurrió en una sesión en que el representante de Convergència Democràtica de Catalunya encontró normal que las empresas que trabajaban para el partido ayudaran económicamente a CDC con donaciones.
La sesión del juicio ayer no sólo tuvo un perfil jurídico, sino que fue un retrato sociológico, el de una familia que, según contó una vez el mismo prócer, se contaba entre las 400 que dirigían los destinos de Catalunya, y que hoy se ha despeñado del Olimpo. Por la sala desfilaron Marta Vallès, esposa y madre, y Clara y Laia, hijas del saqueador confeso del Palau de la Música.
A las descendientes les tocó el papel más feo, pues tuvieron que dar explicaciones de cómo se satisficieron sus bodas, que se cuentan entre los fondos distraídos. Ambas lo supieron cuando saltó el escándalo. “Me enteré por la prensa. Me quedé helada cuando supe que mi boda la pagó el Palau”, explicó Clara al tribunal; “no conozco los gastos de mi boda, no pensé que los pagara el Palau”, añadió Laia. Unos enlaces que Marta Vallès, la madre, dijo que su esposo concibió como propaganda del Palau.
Vallès admitió que crearon una sociedad para gestionar su patrimonio inmobiliario, que en parte procedía de su familia, pero “ni en sueños” pensaba que esta firma cobrara facturas al Palau, tal como consta en la causa. “Mi idea es que lo pagaba mi marido (los viajes, las obras en domicilios). Yo pensaba que era su dinero”.
En el juicio también declaró ayer Francesc Sánchez, asesor jurídico de CDC, citado porque según la Fiscalía el partido se benefició de 6,6 millones de euros desviados desde el Palau de la Música. Sánchez, que el pasado 2 de febrero fue detenido por la causa del 3% que se sigue en El Vendrell y que dijo no “conocer mi situación procesal en este momento”, encontró “normal” y “habitual” que empresas que trabajaban para Convergència “ayudaran al partido”, en referencia a las donaciones que hicieron compañías que figuran en la causa, y que según Fiscalía cobraron sus trabajos al Palau. Sánchez negó este particular y argumentó que su contabilidad está escrutada por el Tribunal de Cuentas y la Sindicatura de Comptes.
En la sala, ayer, además de derecho se vio sociología. Laia y Clara dijeron que se las ha juzgado socialmente, que ahora son marginadas de la misma sociedad a la que pertenecían. “Se me juzga por ser Millet”, espetó Clara, y ambas relataron que se ha truncado su vida laboral (por cierto, una en el mismo Palau y la otra en la empresa patrimonial familiar) y que han optado por irse a Estados Unidos (Laia) y a Australia (Clara). Retrato de una familia en Marta Vallès no creyó “ni en sueños” que la institución pagara sus gastos cotidianos o los viajes, no su marido la que todas creían que entraba mucho dinero (Vallès heredó 300 millones de pesetas de su familia en su día) y en la que nadie preguntaba cómo se pagaban las cosas, como la ayuda para el alquiler del piso de Clara. “Es como un espejo roto”, detalló Laia. “Nunca me ha extrañado un nivel de vida cómodo. Esta es la realidad que yo viví”. “Había capacidad económica”, añadió Clara. “Yo no preguntaba”, argumentó Vallès.
Vaya, lo que antes eran ventajas hoy son problemas. Un apellido que abría puertas hoy las cierra a cal y canto. Ni la madre ni las hijas pensaron que Fèlix Millet se llevara dinero. Él “sólo vivía para el Palau”, describió Marta Vallès.
En eso llevaba razón. Para el Palau, e incluso, del Palau.