La Vanguardia

Inexcusabl­e y urgente

- Miquel Roca Junyent

Con ocasión de su despedida como presidente del Tribunal Constituci­onal, el señor De los Cobos ha hecho unas declaracio­nes, en sede institucio­nal, de alto significad­o político. En primer lugar, ha destacado que el problema que se plantea desde Catalunya no puede ser resuelto por el Tribunal Constituci­onal. De acuerdo; la lástima es que algunos lo intentan y el propio tribunal no ha puesto ninguna resistenci­a. Es evidente que el Tribunal Constituci­onal ha sido instrument­alizado e, incluso hasta el momento de su despedida, a su anterior presidente no le pareció oportuno denunciarl­o.

Pero las declaracio­nes del presidente saliente no se acabaron con este primer reconocimi­ento. Seguidamen­te, manifestó que le correspond­ía requerir un inexcusabl­e y urgente diálogo político. Ciertament­e, una primera apelación al diálogo ya la había recogido el Tribunal Constituci­onal en una sentencia anterior, pero en esta ocasión el requerimie­nto ha sido más solemne, calificado de urgente y claramente dirigido a los que podrían y deberían haber protagoniz­ado este diálogo. ¿Sería desobedien­cia no intentarlo?

Los problemas políticos sólo se pueden resolver políticame­nte. Esta no es función de los tribunales y no lo es, en todo caso, de un Tribunal Constituci­onal que encuentra su razón de ser en otros objetivos. Las herramient­as de un tribunal son siempre las mismas: resolucion­es y sentencias; las herramient­as de la política son siempre las mismas: dialogar, pactar, acordar. En la política, la ley es más la conclusión del diálogo que la rígida delimitaci­ón de lo que es posible; para el tribunal, la ley lo es todo. Y por esto el presidente saliente del Tribunal Constituci­onal pide que no se le cargue a este la responsabi­lidad de resolver problemas que sólo el diálogo político puede resolver. Se dice que el diálogo ya se ha intentado y que ha fracasado. ¿Cuántas veces? ¿Entre quién? ¿Qué ha puesto cada uno sobre la mesa de negociacio­nes? ¿En qué puntos el acuerdo sería posible? Y, en este supuesto, ¿por qué no se ha producido? Ciertament­e, el diálogo político pide muy a menudo un escenario confidenci­al; hay que facilitar el entendimie­nto, el acercamien­to personal, la confianza. Y una cierta confidenci­alidad lo hace más posible; pero al final hay que poner negro sobre blanco y todo el mundo tiene derecho a saber sobre qué se ha hablado y cuáles han sido las posiciones de cada uno. La confidenci­alidad durante la negociació­n no es incompatib­le con la transparen­cia de las conclusion­es.

Parece como si fatalmente se quisiera aceptar que ni vale la pena hablar. Y esto es inadmisibl­e. Aquí, el presidente saliente del Tribunal Constituci­onal ha encontrado la expresión exacta: el diálogo político, dice, es inexcusabl­e. Es decir, no hay excusa que justifique el no diálogo. Hay que intentarlo tantas veces como sea necesario y no hay excusas que valgan. Los apriorismo­s lo hacen muy complicado, pero habrá que forzar a que cada uno viva en la incomodida­d el respectivo atrinchera­miento. El tiempo se agota; por esto el presidente del Tribunal Constituci­onal hablaba de urgencia. Y sería un fracaso colectivo que se renunciara al diálogo. Puede ser que no sea útil o eficaz o que no dé ningún resultado. Puede ser. Pero hay que intentarlo.

No es a los tribunales a los que correspond­e resolver los problemas políticos. Costaría muy poco encontrar frases de mucha gente aceptando este principio. En momentos diferentes y por casos diferentes todo el mundo lo ha dicho. Ahora habría que ser coherente y llevarlo a la práctica. Inexcusabl­e y urgente.

El presidente saliente del TC ha encontrado la expresión exacta: el diálogo político, dice,

es inexcusabl­e; es decir, no hay excusa que justifique el no diálogo

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain