La Vanguardia

Educación permanente

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Ayer el grupo valenciano Zoo presentó Raval, su nuevo disco. Se suma a los grupos que eligen la primavera para florecer. De las diez canciones de sonido contundent­e y vocación periférica, hay dos que tocan el ámbito educativo. Son La mestra y Dilo en

castellano. En esta última, los Zoo cuentan con la participac­ión de César Strawberry de Def Con Dos para retratar a la España carpetovet­ónica. La primera se inspira en la maestra de Barx Marifé Arroyo, represalia­da durante el tardofranq­uismo por su voluntad de introducir el valenciano en la escuela pública. En 1995 Víctor G. Labrado publicó una novela homónima (La mestra) que cuenta su historia. Marifé es, en los estertores del franquismo, lo que la Teresa de Ovidi fue en plena posguerra. La protagonis­ta de Com un record d’infantesa perdió la cabeza en un bombardeo fascista. Zoo enaltece a Marifé como “contraband­ista de verbs clandestin­s, escampant el verí per pobles vius i senders infinits. Quin gust sentir-la parlar, si del carrer i el corral és l’ama. I ara hi ha un poble que brama en un idioma proscrit”.

Por fortuna, el idioma proscrito avanza. Los tres consellers de Cultura catalán, valenciano y balear acaban de compartir la llamada Declaració de Palma. La Conselleri­a valenciana ya homologa los certificad­os de conocimien­to de catalán emitidos por las universida­des catalanas y baleares. Pero la vida es complicada y cuando la semana pasada algunos profesores conocieron que habían obtenido plaza en centros valenciano­s toparon con un obstáculo que les impedirá ejercer, el Certificat de Capacitaci­ó per a l’Ensenyamen­t en Valencià. Se obtiene con una licenciatu­ra en una universida­d valenciana o un curso específico, que ahora ya puede ser en línea pero que hasta hace poco era presencial. Una traba burocrátic­a instaurada por el PP en el 2013 que suscita algunas paradojas. Se queja públicamen­te de ello Begoña Martínez Villariño, una de las muchas docentes valenciana­s residentes en Barcelona. Se da la paradoja de que una docente que lleve años ejerciendo la enseñanza en Catalunya (o Baleares) y vehiculand­o sus clases en valenciano, puede no recibir la considerac­ión de estar lingüístic­amente capacitada para ejercer en el País Valenciano. Martínez recurrió al Síndic de Greuges valenciano y recibió una respuesta de circunstan­cias. ¿Qué pasaría si la Junta de Andalucía exigiese un certificad­o de capacitaci­ón lingüístic­a en castellano a los docentes de Castilla? La Conselleri­a d’Educació valenciana matiza en Vilaweb que esta capacitaci­ón no es sólo lingüístic­a sino también metodológi­ca, pero admite la contradicc­ión de manera implícita. En todo caso, parece que en este mismo 2017 podría quedar resuelto en pro de la movilidad de los docentes por los territorio­s de habla catalana, tal como se dijo en la Declaració de Palma. Ojalá.

¿Qué pasaría si la Junta de Andalucía exigiese un certificad­o de capacitaci­ón lingüístic­a en castellano a los docentes de Castilla?

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