Los retos futuros
“La escasez cada vez mayor de las aguas dulces, debida al crecimiento demográfico, a la urbanización y, probablemente, a los cambios climáticos, ha dado lugar al uso creciente de aguas residuales para la agricultura, la acuicultura, la recarga de aguas subterráneas y otras áreas. En algunos casos, las aguas residuales son el único recurso hídrico de las comunidades pobres que subsisten por medio de la agricultura”, afirma la Organización Mundial de la Salud, que reconoce que el uso de aguas residuales en la agricultura puede aportar beneficios, aunque su utilización no controlada, generalmente, está relacionada con impactos significativos sobre la salud humana.
Sin embargo, más del 80% de las aguas residuales generadas en los países en desarrollo se descargan sin tratamiento a aguas superficiales. Y, a nivel mundial, dos millones de toneladas de aguas residuales, desechos industriales y agrícolas se vierten en las aguas del mundo.
Además, a pesar de que, en muchos países, se ha aumentado el saneamiento, construyendo redes de alcantarillado, no se ha prestado la debida atención al tratamiento y eliminación de las aguas residuales. Incluso en los países con unas rentas medio-altas, las aguas residuales de, aproximadamente, el 75% de los hogares con conexión a la red de alcantarillado pueden no recibir el tratamiento adecuado, según la Unesco. Por otra parte, el mismo organismo advierte de que la mayoría de las ciudades no tienen o no asignan los recursos necesarios para la gestión de este tipo de agua. Y se estima que el 90% de las aguas residuales de las ciudades de los países en desarrollo se vierte directamente sin tratar en los ríos, los lagos o el mar.