Debido a la futura escasez de agua, las aguas residuales deben ser tratadas como fuente de riqueza, y no como desecho
Pueden utilizarse de manera segura para la producción agrícola, según los expertos de la FAO, y ya hay países como Egipto, Jordania, México y España que están explorando las posibilidades de este recurso
Las aguas residuales deben ser gestionadas como un recurso que puede utilizarse para cultivar y cubrir las necesidades de la agricultura, y no como un desecho. Esta es la conclusión a la que llegaron, el pasado enero en Berlín, expertos internacionales convocados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el Foro Global para la Alimentación y la Agricultura. “Debido a la demanda creciente de alimentos y a una cada vez mayor escasez de agua, ha llegado el momento de dejar de tratar las aguas residuales como un desecho y gestionarlas”, expresa la FAO en un comunicado.
Las aguas residuales pueden usarse de manera segura para la producción agrícola, afirman los expertos –directamente, mediante el riego, o indirectamente, mediante la recarga de acuíferos–, pero hacerlo requiere una gestión diligente de los riesgos sanitarios a través de un tratamiento adecuado o un uso apropiado. “Aunque no disponemos de datos más detallados, podemos decir que, a nivel mundial, tan solo una pequeña proporción de aguas residuales tratadas se utiliza para la agricultura, la mayoría de ellas, aguas residuales urbanas. Pero un creciente número de países –Egipto, Jordania, México, España y Estados Unidos, por ejemplo– están explorando nuevas posibilidades, mientras se enfrentan a una creciente escasez de agua”, aseguró Marlos De Souza, oficial superior de la División de Tierras y Aguas de la FAO.
“Hasta ahora, la reutilización de aguas residuales para el riego ha logrado más éxito cerca de las ciudades, donde están disponibles en abundancia, normalmente, de forma gratuita o a bajo coste, y donde existe un mercado de productos agrícolas, incluyendo cultivos no alimentarios. Pero esta práctica también puede darse en las zonas rurales, y, en realidad, muchos pequeños agricultores las emplean desde hace tiempo”, señaló De Souza.
La alimentación del futuro
Es un hecho que el agua es fundamental para la producción de alimentos, pero la escasez cada vez mayor de este importante recurso natural, que se instensificará en un contexto de cambio climático, tiene importantes implicaciones para la capacidad de la humanidad para alimentarse. El crecimiento demográfico y la expansión económica están incrementando la presión sobre los recursos de agua dulce, que está agravando el cambio climático.
Teniendo en cuenta que la agricultura supone ya el 70% del consumo de agua dulce en todo el mundo y que la demanda de alimentos se prevé que crezca, al menos, un 50%, las necesidades de agua del sector agrícola están destinadas a aumentar, aunque también subirá el consumo de las ciudades y la industria. Por este motivo, un mayor uso de fuentes alternativas y no convencionales de agua, incluyendo los efluentes urbanos y la escorrentía agrícola, puede ayudar a mitigar esta competencia, siempre que el agua sea tratada de forma adecuada, afirman los expertos.
A la falta de agua hay que añadir que las aguas residuales tienen a menudo una elevada carga de nutrientes, por lo que son un buen fertilizante. “Cuando se utilizan y manejan con seguridad para evitar riesgos para la salud y el medio ambiente, las aguas residuales pueden dejar de ser un problema y convertirse en un activo”, explicó De Souza.