La Vanguardia

Ivanka, la marca blanca de Trump

La hija del presidente se hace con una oficina en el ala oeste de la Casa Blanca para ser “los ojos y los oídos” de su padre

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La llamada ‘primera hija’ de EE.UU. no jura el cargo y no cobrará, aunque esto no elimina las dudas éticas

Afalta de primera dama –Melania sigue melancólic­amente ausente–, pues primera hija de Estados Unidos. Ivanka Trump, que en sí misma es una marca en la familia, se ha otorgado un papel en el gobierno del país y una oficina en el ala oeste de la Casa Blanca, que es la que simboliza el poder.

Según dijo a Político su abogada, Jamie Gorelick, “será los ojos y los oídos” de su padre.

La noticia no deja de ser la confirmaci­ón de la sátira que el legendario programa Saturday Night

Live (SNL) realizó con Scarlett Johansson como sosias de Ivanka. A pesar de que en medios conservado­res se ha pretendido dar la idea de que ella era el contrapeso liberal al carca de su progenitor, Johansson la interpretó anunciando una fragancia llamada Complicit, una cómplice que al mirarse en el espejo veía reflejada la estampa de Donald Trump.

A sus 35 años, Ivanka ha sido protagonis­ta desde la victoria electoral conservado­ra. Siendo Trump todavía presidente elector, asistió al encuentro con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, justo cuando su empresa negociaba un acuerdo con un grupo japonés. Una vez que su padre tomó posesión, Ivanka ha tenido gran protagonis­mo en las reuniones con el mandatario canadiense Justin Trudeau o la canciller alemana, Angela Merkel.

Su nombramien­to como asesora, que subraya de nuevo el cruce entre política y negocios en esta administra­ción, también demuestra la compleja relación, casi patológica, que la familia Trump mantiene con la verdad.

Cuando se mudó a Washington, Ivanka aseguró que no tendría ningún papel en el Gobierno, que eso estaba reservado para su marido, Jared Kushner, circunstan­cia que ya despertó críticas de nepotismo. Este lunes, sin embargo, proclamó lo contrario.

Se comunicó que tendrá su espacio en la segunda planta del ala oeste, al lado de la consejera Dina Powell, que ha sido promovida a un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional. Recibirá además credencial de seguridad, dispondrá de acceso a informació­n clasificad­a y dispositiv­os de comunicaci­ón gubernamen­tales.

Sin que quede claro cuál será su título, aunque sí su poderío, todo indica que su trabajo será a tiempo completo, con una amplia y creciente agenda, como cualquier otro integrante del personal ejecutivo. Pero no jurará el cargo, por lo que no tendrá una posición oficial y no recibirá un salario, afirmó su abogada.

“Continuaré ofreciendo a mi padre mis sinceros consejos como he hecho toda mi vida”, sostuvo Ivanka en un comunicado. “Puesto que no hay un precedente moderno para un hijo adulto del presidente, voluntaria­mente seguiré las reglas éticas para los empleados del Gobierno”.

Aquí está el meollo. Al no jurar el cargo, como sí hizo su marido, no se le aplican todas esas pautas de conducta. Ella, que ha prohibido que se utilice su imagen en sus productos, ha puesto sus negocios en manos de dos cuñados (Josh y Nicole), pero se reserva el derecho de vetar potenciale­s negocios. Los expertos reconocen que ese gesto voluntario es mejor que nada, aunque no deja de ser una demostraci­ón de las arenas movedizas en que se mueve Ivanka, la marca blanca de Trump.

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BRENDAN SMIALOWSKI / AFP Ivanka Trump (derecha) conversa con Angela Merkel en una reunión oficial en la Casa Blanca el día 17; enfrente, su padre y presidente

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