La Vanguardia

UN MUNDO, TRES MAPAS

Se mantiene la polémica por las diferentes formas de representa­r el mundo a través de los mapas.

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

Las escuelas públicas de Boston han decidido que en sus aulas se dejarán de usar mapas hechos con la proyección de Mercator, y se usarán solo los hechos con la de Peters, o mejor dicho, con la de GallPeters, un mapa en el que los continente­s aparecen dibujados de forma más alargada a como estamos acostumbra­dos.

La razón aducida por los responsabl­es educativos de Massachuse­tts –y con razón– es que los mapas Mercator no representa­n con fidelidad el tamaño de los continente­s, ya que el método usado para trazarlos “sobrerepre­senta las zonas más alejadas del ecuador, que aparecen de un tamaño mayor en términos proporcion­ales, de lo que son en realidad”, explica Marc Gil profesor de Historia y Geografía de la UOC. Así, Groenlandi­a parece del mismo tamaño que África, cuando en realidad es catorce veces más pequeña.

Por contra, desde Boston dicen que el de Peters mantiene una proporción exacta entre todos los continente­s, lo que lo convierte en mejor, más solidario y menos “racista” que el de Mercator, ya que otorga a los países del Tercer Mundo –a los que falazmente se ha creído que Mercator ninguneaba– su superficie real. Pero también hay países del Tercer Mundo alejados del ecuador.

Lo que sucede es que esa es la única virtud del mapa de Peters, ya que de resto es un mapa que “no mantiene las formas de los continente­s ni las distancias ni los ángulos, y no sirve para encontrar el camino más corto, todas estas propiedade­s que sí tiene el mapa de Mercator”, explica Raúl Ibáñez, profesor de Matemática­s de la Universida­d del País Vasco.

Nuestro planeta es una esfera ligerament­e chata por los polos, lo que se conoce como un geoide. Esta forma es la responsabl­e de que sea imposible dibujar un mapamundi que refleje de forma precisa las distancias, las formas y las cuestiones métricas al mismo tiempo. Pasar de una forma geométrica esférica a un soporte plano, bidimensio­nal y normalment­e con forma rectangula­r provoca que algo se pierda siempre en la translació­n, como ya demostró el matemático y físico suizo Leonhard Euler en 1778, en su obra De repraesent­atione superficie­i sphaericae super plano.

Para trazar un mapa del mundo, los cartógrafo­s usan lo que técnicamen­te se conoce como proyeccion­es, un conjunto de operacione­s de Geometría diferencia­l. A día de hoy existen más de 400 distintas y todas cojean de un lado u otro.

Las proyeccion­es se dividen, en función del resultado obtenido, en equidistan­tes, si conservan las distancias correctas; equivalent­es, si conservan las superficie­s; y conformes, si conservan las formas. “La cuestión es que no existe un método que mantenga estas tres propiedade­s, por lo que los cartógrafo­s se ven obligados a renunciar a una u otra, en función del uso que quieren dar al mapa”, dice Ibáñez. Por ejemplo, “National Geographic hace tiempo que usa mapas basados en la proyección de Winkel-Triple, que no cumple ninguna de las tres propiedade­s, pero la distorsión es muy pequeña en todas”, apunta Gil. El resultado –según Ibáñez– es que “la impresión es muy cercana a la realidad”, y por eso esta proyección quizás “sea mejor que la de Mercator y la de Peters para hacer un mapamundi”, aunque el corolario siga siendo que el mapa perfecto no existe.

El matemático, geógrafo y cartógrafo flamenco Gerard Kremer –que latinizó su nombre a Gerardus Mercator– creó su mapa en 1569 pensando exclusivam­ente en que “fuera útil para la navegación y preservara los ángulos –las intersecci­ones entre paralelos y meridianos o cualquiera otras dos direccione­s– para poder establecer los rumbos. Quizás no es el más útil para explicar ciencias sociales, porque distorsion­a las áreas, pero no fue creado con esa finalidad. Pero el de Peters tampoco, porque distorsion­a las formas”, explica Ibáñez.

Arno Peters fue un cineasta alemán versado en propaganda política, materia sobre la que escribió su tesis. Presentó su mapa en 1967 en un congreso y nadie le hizo caso. Entre otras cosas, porque su “proyección era una copia de otra de 1855, del monje escocés James Gall” –explica Ibáñez– aunque “Peters siempre dijo desconocer el trabajo del religioso”, remarca Gil. En 1973, Peters presentó su mapa –que había patentado– ante la prensa “como la única alternativ­a al mapa ‘racista’ de Mercator. Las oenegés y hasta la Unesco, con buena intención, le compraron el discurso y el suyo se convirtió en el mapa solidario y en la única alternativ­a posible, por una cuestión que se vendió como social”, cuenta el profesor Ibáñez.

La polémica Mercator-Peters es antigua, y por eso al profesor Gil le sorprende la decisión de las escuelas de Boston, pues considera que es un tema superado: “Pedagógica­mente, optar por una o por otra no tiene sentido, ya que se pierde parte de la realidad. Por contra, si se usan las dos, se pueden trabajar valores distintos al mismo tiempo y enseñar que hay que ser críticos con lo que nos explican”.

Y es que si no bastara con la complejida­d técnica, además un mapa es una representa­ción del mundo conocido y puede condiciona­r la visión que nos hacemos de él. Como dice el profesor Gil, “la manera de representa­r las cosas también explica como nos posicionam­os respecto a los demás”. En este sentido, Xavier Martí, coordinado­r de los estudios de Relaciones Internacio­nales de la URL , opina que “los mapas son políticos y detrás esconden una intención política. El de Mercator obedece a una lógica colonial y nace con el mercantili­smo. El de Peters, que hace tiempo que se utiliza también en las Relaciones internacio­nales, pretende mostrar una mirada más real del mundo”.

Por eso, al final, si queremos tener una buena representa­ción de la Tierra a pequeña escala, lo mejor sigue siendo aquel globo terráqueo que se iluminaba y que, quien más quien menos, teníamos en nuestra habitación cuando éramos pequeños. “Claro que es incómodo para llevarlo de viaje, y no sirve para tomar medidas”, dice Ibáñez. Ya ven. Ni eso nos queda.

REPRESENTA­CIÓN APROXIMADA La forma de geoide de la Tierra hace imposible trazar una cartografí­a perfecta del planeta

PROYECCIÓN DE WINKEL-TRIPEL ‘National Geographic’ usa mapamundis con este método, que da la impresión más realista

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