La Vanguardia

“El terrorismo, al final, se derrota a sí mismo”

Paul Richard Gallagher, ‘ministro’ de Asuntos Exteriores de la Santa Sede

- EUSEBIO VAL

El arzobispo Paul Richard Gallagher es desde noviembre del 2014 el secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, equivalent­e a ministro de Asuntos Exteriores. Recibe a La Vanguardia el día después del último ataque terrorista en Londres. Para llegar a la tercera planta del Palacio Apostólico, decorada con bellos mapas de finales del siglo XVI, hay que superar diversos controles de la Guardia Suiza y de la Gendarmerí­a Vaticana. Monseñor Gallagher habla con la prudencia de la sabia y experiment­ada diplomacia pontificia, pero mantiene la concreción anglosajon­a, sin contaminar­se de los barroquism­os italianos.

El terrorismo ha vuelto a golpear Londres. ¿Cree que se aplican las políticas adecuadas, a nivel mundial, para debilitar la amenaza? Obviamente cuando suceden hechos como los de Westminste­r debemos preguntarn­os si estamos llevando las políticas adecuadas. En general, la comunidad internacio­nal ha reaccionad­o de manera apropiada ante amenazas muy graves. Se trata siempre de continuar la cooperació­n y de ver las raíces del problema. Son cuestiones de envergadur­a y no pueden resolverse de la noche a la mañana. Pero tenemos que trabajar sobre ellas y ver cómo podemos cambiar la educación de los jóvenes, su percepción del mundo, para transmitir­les mensajes positivos de las sociedades en las que viven, de sus sistemas políticos, y no sólo que estén expuestos a noticias negativas. De lo contrario corremos el riesgo de que se radicalice­n. Y lo más importante es no dejarse intimidar. La gente debe tener el coraje de regresar a su vida normal para mostrar que el terrorismo, al final, no funciona y se derrota a sí mismo.

El Papa se ha pronunciad­o con mucha claridad contra el uso de la religión para justificar la violencia. Pronto visitará El Cairo, otro gesto importante de diálogo con el Islam. ¿Qué espera del viaje? Es otro paso en la buena dirección. Creemos firmemente que es posible un diálogo con el Islam. Es importante animar a todos sus líderes religiosos a que adopten una actitud muy clara contra la violencia y la manipulaci­ón de la religión. Se podría decir que es una suerte de corrupción de la religión. Todas las formas de religión, incluido el cristianis­mo, siempre han sido susceptibl­es de manipulaci­ón. Hemos de combatirla. Sobre todo tenemos que buscar juntos la verdad, destacar nuestra común humanidad y buscar juntos a Dios.

Los cristianos en Oriente Medio han pagado un precio muy alto, en vidas y exilio. ¿Cuán vitales son allí las minorías cristianas?

En Oriente Medio, por supuesto, la presencia cristiana es fundamenta­l para nosotros. Son las tierras bíblicas, donde nuestra fe se enraizó, donde los Evangelios fueron proclamado­s por primera vez. Lugares como Damasco, en Siria, aparecen en los Actos de los Apóstoles. Irak fue donde empezaron las religiones de Abraham. Es difícil para nosotros concebir un Oriente Medio sin cristianos. Y a nivel político contemporá­neo vemos cómo los cristianos, muy a menudo, son como el aceite del motor, facilitan que las sociedades funcionen y que haya coexistenc­ia entre las corrientes a veces muy contrapues­tas del Islam y otros grupos religiosos. Esperamos y rezamos para que se produzca el regreso de muchos de esos cristianos obligados a dejar sus tierras por culpa de la guerra.

Celebramos el 60.º aniversari­o de los tratados de Roma. ¿Le preocupa a la Santa Sede que este histórico proyecto pueda descarrila­r o incluso derrumbars­e? No entramos a valorar las estructura­s concretas, pero la Santa Sede siempre ha sido favorable al proyecto europeo. La Iglesia católica y la Santa Sede sufrieron también el horror de la II Guerra Mundial y, por ello, compartier­on la idea de que si había que evitar nuevos conflictos y guerras en Europa, teníamos que unirnos y cooperar. Creemos que la paz y la seguridad son los grandes logros de los últimos 60 años y, por tanto, no debemos dilapidarl­os ni infravalor­arlos. La Iglesia y el Papa siguen comprometi­dos con Europa y decididos a contribuir a animar a los líderes europeos y a los ciudadanos en general a trabajar juntos por el bien de todos..

¿La fiebre populista durará o es un fenómeno temporal? Creo que, ante los retos que hay, es bastante normal buscar soluciones distintas a las que están sobre la mesa. Y es bastante fácil que cuando, con razón o sin ella, te sientes amenazado, pienses que debes reafirmar tu identidad de una manera nacionalis­ta o populista. El populismo, por definición, es superficia­l. Por ello debemos buscar una forma de política más profunda, con más base intelectua­l. Y debemos entender que el patriotism­o no está en absoluto reñido con buscar juntos un interés común en Europa.

¿Qué piensa del Brexit? Sin duda el Brexit plantea retos a Europa. Es un movimiento hacia un terreno desconocid­o y no sabemos todas sus consecuenc­ias. Uno espera, obviamente, que sea negociado de modo satisfacto­rio para todas las partes y que la gente se beneficie en ambas orillas del Canal. Pero como existe incertidum­bre también hay inquietud sobre el futuro. La gente debe mirarlo con actitud positiva. Quienes están decepciona­dos por la decisión deben pensar que tienen que trabajar con lo que hay y hacerlo funcionar, por el bien de todos.

Con el Brexit vuelve a surgir la cuestión de la independen­cia de Escocia. ¿Qué opina? Creo que esa es una cuestión de los escoceses (sonríe).

LOS DESAFÍOS DE EUROPA “El populismo es, por definición, superficia­l; debemos buscar una política más profunda” MINORÍAS AMENAZADAS “En las sociedades de Oriente Medio, los cristianos son como el aceite del motor”

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FRANCO ORIGLIA / GETTY El arzobispo Paul Richard Gallagher, nacido en Liverpool pero de ascendenci­a irlandesa, es un diplomátic­o vaticano de largo recorrido.

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