La Vanguardia

Una jurista indómita

Encarna Roca, vicepresid­enta del Tribunal Constituci­onal, emplaza a los políticos al diálogo

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Con Encarna Roca, elegida el pasado miércoles vicepresid­enta del Tribunal Constituci­onal (TC), hay que ir por derecho. No se trata de un juego de palabras. Lo de ir por derecho no tiene nada que ver con su especialid­ad jurídica. Tiene que ver con su carácter. A Encarna Roca (Barcelona, 1944) no le van los remilgos ni las hipocresía­s. A su colega en el Tribunal Constituci­onal (TC) Andrés Ollero, magistrado pertenecie­nte al Opus Dei y encargado de redactar la sentencia del aborto –que sigue paralizada desde hace más de seis años-, le dijo cuando le conoció que “si te recusan, no lo apoyaré”. E inmediatam­ente le añadió: “Pero no des por supuesto que votaré a favor de tu sentencia”.

Algo parecido le pasa ahora con la cuestión catalana. Su tesis doctoral se tituló La legítima en el derecho civil catalán. Un asunto de derecho hereditari­o, que recibió un premio del Institut d’Estudis Catalans (IEC), al que pertenece. Luego, fue de las primeras, o la primera, en dar las clases de civil en catalán en la facultad de Derecho de la Central de Barcelona. No está, en suma, en condicione­s de recibir monsergas. Cree que tiene las cartas en regla y que nadie puede discutir su catalanida­d. Pero eso no impide que pueda leer e interpreta­r con claridad lo que dice la Constituci­ón sobre el conjunto del pueblo español como titular de su soberanía.

Por eso ha apoyado todas las sentencias del TC frente al soberanism­o, sin temor de estar trabajando para el otro bando. Eso ha decepciona­do a algunos de los que en el 2012 la propusiero­n como magistrada del Constituci­onal. Ella está convencida de que no tienen razón. “Soy juez –dice- y los jueces juzgamos lo que nos toca. Yo no voy a prevaricar. Puede haber un cambio en la Constituci­ón para que las cosas sean distintas. Pero no tenemos que propiciarl­o nosotros. Han de ser los políticos, si lo creen necesario”.

Tras su apoyo a las primeras sentencias del Constituci­onal que anularon las iniciativa­s soberanist­as –dictadas por unanimidad, como todas las aprobadas después en esta materia–, la Universita­t de Girona se planteó en 2014 retirarle el doctorado honoris causa. Al final, el claustro se lo mantuvo por 100 votos a 42. Encarna Roca, que llegó al TC apoyada por CiU y el PSC, lo considera un episodio superado. Quizá lo pasó peor con la sentencia de los toros. Le tocó en suerte el recurso contra la prohibició­n de las corridas en Catalunya, aprobada por el Parlament en el 2010. Estudió el asunto y propuso al pleno del Constituci­onal anular la ley autonómica, basándose en el valor cultural de la tauromaqui­a. “Yo no había ido a una corrida –dice– en mi vida. Estuve en aquella famosa en que José Tomás se encerró en Barcelona con seis toros, y al tercero ya estaba aburrida”. Desde luego, Ava Gardner se lo pasaba mejor en los cosos.

Pero no todo han sido anécdotas. Cuando el debate –el de los toros y otros de contenido más directamen­te político– empezó a subir de tono, el anterior presidente del Constituci­onal, Francisco Pérez de los Cobos, se empeñó en ponerle escolta a Encarna Roca cada vez que fuera a Barcelona. Tuvo que aceptarla, pero asegura que no ha experiment­ado nunca la menor sensación de incomodida­d, a pesar del papel de ariete que el TC está jugando frente a las propuestas soberanist­as. “El día de San Raimundo de Peñafort, en Barcelona, se me acercó un señor a la salida de la catedral y me dijo bajito, para que no lo oyera nadie más, que me agradecía ‘lo que están haciendo en Madrid’”.

Al recordarlo, Encarna Roca sonríe. No tiene vocación de mártir ni de heroína. Simplement­e, puede permitirse el lujo de hacer siempre lo que cree más justo. Se lo ha ganado a pulso. Como jurista, y también como mujer. Se casó en el año 1966, recién licenciada en Derecho. Enseguida tuvo un hijo. “Es Toni –dice–, que el año pasado cumplió 50 años. Tengo también dos nietos. Están todos en Inglaterra. Toni es ingenierog­eólogo. Este chico siempre ha hecho cosas muy raras”, Segurament­e, Encarna Roca lo dice porque cree que lo que sujeta al mundo son los códigos, y no las piedras.

Ser mujer en la España del Seisciento­s no era caminar en llano. “En esos años –explica– estaba prohibido que los jueces fueran mujeres. No podíamos opositar para acceder a la carrera judicial”. Suena a prehistori­a, porque ahora son mayoría en la judicatura. Para Encarna Roca, aquella etapa fue especialme­nte difícil. “Me separé en 1975. Tras la ruptura, me quedé sola, con un hijo, pero sin la patria potestad. Me había casado por la Iglesia. En 1975 no existía la separación civil. Para ejercer la patria potestad había que obtener la separación canónica”.

Más adelante, cuando las leyes cambiaron, pudo divorciars­e. El exmarido, representa­nte de la industria farmacéuti­ca, murió hace más de diez años fuera de España. ¿Quedó un regusto amargo? “No –dice ahora Encarna Roca-, simplement­e pasé aquella página. Para mí, el matrimonio fue una etapa que se acabó”.

A partir de los años noventa, Encarna Roca incrementó su especializ­ación en derecho de familia. Años después se distinguir­ía en el Supremo por impulsar la evolución de la jurisprude­ncia en la materia. Por ejemplo, sobre la custodia compartida. Cuando llegó al Supremo, el presidente de la Sala Civil era Juan Antonio Xiol, hoy también magistrado del Constituci­onal. Uno de esos casos de vidas paralelas. Xiol comenzó su formación en los jesuitas de Caspe, y Encarna Roca muy cerca de allí, con las monjas del Colegio de Jesús María, ubicado en la confluenci­a de Bruc y Caspe. De ese centro salió ya con algunas orientacio­nes claras. En parte, gracias a la jefa de estudios, “la madre Juana Rosa, que me dijo que yo era de letras, y que escogiera algo en ese terreno para ganarme la vida”.

El segundo empujón fundamenta­l se lo dio Francisco Villavicen­cio, catedrátic­o de Civil de la Universida­d de Barcelona. Villavicen­cio, que sería presidente del Consell Consultiu de la Generalita­t, había nacido en Sevilla. Fue promotor de la cátedra Duran i Bas y especialis­ta en derecho civil catalán. “Fue –recuerda Encarna Roca– mi maestro. Me dijo que los jóvenes de entonces teníamos que ocuparnos de la Constituci­ón, porque lo iba a cambiar todo. Y tenía razón”.

EL DERECHO A DECIDIR “Puede haber un cambio constituci­onal, pero no le toca propiciarl­o al TC” EL SOBERANISM­O “Los jueces juzgamos lo que nos correspond­e; yo no voy a prevaricar” LA ANÉCDOTA “Un señor se me acercó en Barcelona y me agradeció ‘lo que están haciendo en Madrid’”

 ?? DANI DUCH ?? Encarna Roca en la toma de posesión de los nuevos magistrado­s del TC
DANI DUCH Encarna Roca en la toma de posesión de los nuevos magistrado­s del TC

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain