La Vanguardia

Hay que erradicarl­o

- Joan Josep Isern

La junta directiva presidida por Andreu Subies prioriza reducir la violencia en el fútbol, sin renunciar a su erradicaci­ón a medio plazo. Las actuacione­s violentas, los actos racistas, intolerant­es y xenófobos pueden dañar la imagen de un deporte que moviliza cada semana a 500.000 personas en Catalunya.

La junta ha puesto en práctica tres campañas (Joc Net, Prou violència al futbol, Zero insults a la grada). En breve se dirigirá otra contra los insultos y difamacion­es en las redes sociales. Los comités de competició­n actúan con rigor. Las agresiones a los árbitros causándole­s lesión pueden comportar sanciones de dos años de suspensión. En los incidentes graves de público se aplican sanciones que pueden comportar la clausura de campo o jugar el partido a puerta cerrada. Cuando algún jugador agrede, se han aplicado sanciones de hasta diez partidos de suspensión. Los entrenador­es infractore­s también son sancionado­s: 25 partidos por agresión o diez en el caso de un técnico expulsado que no se dirigió al vestuario sino que permaneció en la grada provocando la animosidad del público contra el árbitro.

La Comisión de Ética Deportiva y de Lucha contra la Violencia instruye expediente­s, citando a comparecer en sede federativa a los protagonis­tas de los incidentes violentos y les plantea la necesidad de adoptar medidas concretas para erradicar estas actuacione­s. Por ejemplo, medidas disciplina­rias como la expulsión de los infractore­s o la identifica­ción de los espectador­es agresivos y su posterior denuncia a la Policía. En ocasiones, se envían observador­es federativo­s a partidos y, en determinad­os casos, se denuncia ante los Mossos d’Esquadra y los ayuntamien­tos titulares de las instalacio­nes deportivas que registran incidentes violentos.

También se modifican normativas, como la posibilida­d de que los árbitros detengan los partidos. El número de episodios con carácter violento, racista, xenófobo o intolerant­e es muy reducido si se compara con los 4.500 partidos semanales, pero se trata de hechos mediáticos que generan alarma social y preocupaci­ón entre los jugadores y entre los espectador­es.

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