Hay que erradicarlo
La junta directiva presidida por Andreu Subies prioriza reducir la violencia en el fútbol, sin renunciar a su erradicación a medio plazo. Las actuaciones violentas, los actos racistas, intolerantes y xenófobos pueden dañar la imagen de un deporte que moviliza cada semana a 500.000 personas en Catalunya.
La junta ha puesto en práctica tres campañas (Joc Net, Prou violència al futbol, Zero insults a la grada). En breve se dirigirá otra contra los insultos y difamaciones en las redes sociales. Los comités de competición actúan con rigor. Las agresiones a los árbitros causándoles lesión pueden comportar sanciones de dos años de suspensión. En los incidentes graves de público se aplican sanciones que pueden comportar la clausura de campo o jugar el partido a puerta cerrada. Cuando algún jugador agrede, se han aplicado sanciones de hasta diez partidos de suspensión. Los entrenadores infractores también son sancionados: 25 partidos por agresión o diez en el caso de un técnico expulsado que no se dirigió al vestuario sino que permaneció en la grada provocando la animosidad del público contra el árbitro.
La Comisión de Ética Deportiva y de Lucha contra la Violencia instruye expedientes, citando a comparecer en sede federativa a los protagonistas de los incidentes violentos y les plantea la necesidad de adoptar medidas concretas para erradicar estas actuaciones. Por ejemplo, medidas disciplinarias como la expulsión de los infractores o la identificación de los espectadores agresivos y su posterior denuncia a la Policía. En ocasiones, se envían observadores federativos a partidos y, en determinados casos, se denuncia ante los Mossos d’Esquadra y los ayuntamientos titulares de las instalaciones deportivas que registran incidentes violentos.
También se modifican normativas, como la posibilidad de que los árbitros detengan los partidos. El número de episodios con carácter violento, racista, xenófobo o intolerante es muy reducido si se compara con los 4.500 partidos semanales, pero se trata de hechos mediáticos que generan alarma social y preocupación entre los jugadores y entre los espectadores.