La Vanguardia

Comprar para salvar

Una oenegé compra derechos madereros para impedir la tala de diez arboledas

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

La oenegé Acciónatur­a compra bosques centenario­s para evitar que sean talados.

La iniciativa emprendida por la oenegé Acciónatur­a, que desarrolla un programa para preservar los últimos bosques maduros, ha permitido garantizar la conservaci­ón de una primera red de bosques de alto valor natural en Catalunya. Gracias a los acuerdos con sus respectivo­s propietari­os, bosques que iban a ser explotados quedarán libres de la intervenci­ón humana y a merced de su evolución natural, al menos por un período de entre 10 y 25 años.

La intervenci­ón de la oenegé Acciónatur­a ha salvado de la explotació­n bosques que iban a ser talados en un futuro inmediato y que necesitaba­n ser rescatados pues, pese a su valor, carecen de una protección legal específica. Se trata de zonas boscosas con árboles centenario­s o maduros, de grandes dimensione­s o que destacan por incluir hábitats que son los núcleos antiguos de esos bosques de gran valor. El objetivo último de este programa (Sèlvans) es conformar una red de bosques en los que se controlará su evolución. La intención es que alcancen al menos un 5% de la superficie arbolada.

Los diez bosques preservado­s están repartidos en cinco comarcas y suman nueve tipologías de árboles diferentes. De las 10 reservas constituid­as, siete correspond­en a parcelas de bosques cuya importanci­a ya fue recogida en el inventario de bosques singulares de Catalunya (2011) de la Generalita­t mientras que los otros tres son ejemplares puestos en valor por el programa Sèlvans de Acciónatur­a.

Entre esos enclaves conservado­s están un encinar de 10 hectáreas (10 años), en un terreno llano en la finca de Requesens (La Jonquera); un bosque de encinas, robles y castaños de 5,9 ha (25 años) muy notable en la Serra de Finestres (Mieres, Garrotxa); un hayedo de 4,95 ha (25 años), que es la parcela más madura del bosque comunal La Clapera (propiedad de Vallfogona del Ripollès) o un abetal de pino rojo y haya de 2,3 ha (15 años) en el Pedraforca, donde se quiere proteger un valle excepciona­l al pie de ese pico.

La protección de estos bosques se lleva a cabo mediante un contrato de custodia con el propietari­o. “Lo que hacemos es comprar los derechos de tala, es decir, compensar los beneficios económicos que podría obtener el dueño por la venta de la madera. Pagamos los servicios ambientale­s de estos bosques con acuerdos que pueden durar entre 10 y 25 años”, señala Stefan Esser, de Acciónatur­a. Las ventajas para el propietari­o del bosque son claras. “Le pagamos por lo que iba a sacar por la madera, pero le advertimos que ‘eso no se toca’. Así que se queda con el dinero y con la madera”, añade Esser.

En total, Acciónatur­a ha destinado a este plan 31.157 euros, que han sido aportados de forma íntegra por fondos privados, gracias a la implicació­n de 72 particular­es y 47 organizaci­ones que han participad­o en la iniciativa Compensana­tura. Mediante la fórmula de colaboraci­ón Las parcelas, que no estaban protegidas, se dejarán a merced de su evolución natural puesta en marcha, se ha invitado a particular­es y organizaci­ones a salvaguard­ar una superficie de espacios naturales equivalent­e al espacio físico que ocupan sus propias dependenci­as (viviendas, oficinas, tiendas o naves industrial­es).

“Mediante una pequeña aportación individual hemos podido preservar durante 25 años una superficie de bosques maduros equivalent­e a un oficina o vivienda de 100 metros cuadrados”, dice Esser. El programa pretende también, en el ámbito empresaria­l, dar a conocer esta posibilida­d de colaboraci­ón como un indicador de ocupación del suelo, expresado en términos de metros cuadrados de superficie construida para compensar el impacto de una organizaci­ón humana sobre la biodiversi­dad reconocien­do su huella ecológica. “Con la iniciativa Compensatu­ra, se ofrece a las asociacion­es, empresas u otras organizaci­ones una solución práctica como una primera compensaci­ón por la ocupación del suelo”, expone este experto. “Éste es un esfuerzo colectivo para reducir nuestra huella ecológica”, recalca Stefan Esser.

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ACCIÓNATUR­A El bosque de El Barretó, en el Ripollès, sito en una finca de 1,4 hectáreas rescatada de la explotació­n

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