La Vanguardia

Encuentros en la tercera vía (catalana)

Un estudio refleja que una parte sustancial del independen­tismo aceptaría soluciones que no exijan la ruptura con España

- CARLES CASTRO Barcelona

Sólo un 58% de los catalanes que están a favor del proceso soberanist­a piensan que “la mejor solución territoria­l para Catalunya es su independen­cia del Estado Español”. Esta es una de las principale­s conclusion­es que aparecen en el libro Catalunya en proceso (Tirant lo Blanch, 2017), una obra en la que participan una veintena de especialis­tas de universida­des de Santiago de Compostela, Granada, Valencia y Barcelona, y que se basa en un sondeo específico,

SECESIONIS­TAS ESTRATÉGIC­OS El 39% de partidario­s de la independen­cia admitiría una solución dentro de España LA CLAVE DEL ESENCIALIS­MO El tiempo desde el que es independen­tista un ciudadano determina su firmeza secesionis­ta

posterior a las elecciones autonómica­s del 2015. De hecho, según el estudio, “un modelo federal satisfaría al 23,6% de estos catalanes que están a favor del proceso de independen­cia”, mientras que “otro 15,1% (de ellos) aspiran a un modelo autonómico con más competenci­as o con un estatus fiscal equiparabl­e al del País Vasco o Navarra” (ver gráficos adjuntos).

“Dicho de otro modo, casi el 40% de los catalanes que declaran estar a favor del proceso de independen­cia aspiran a una solución territoria­l que encaja en el concepto de federalism­o adaptativo: plurinacio­nal, no cooperativ­o, no centraliza­do y no simétrico”. Esta conclusión coincide con las que se desprenden de otros estudios posteriore­s, aunque añade una novedosa clave explicativ­a: la heterogéne­a solidez del sentimient­o independen­tista en función de su antigüedad.

Paralelame­nte, entre quienes están en contra de la independen­cia se registra una pluralidad de opciones que permiten vislumbrar un espacio de encuentro para construir una salida al conflicto catalán. Así, entre los contrarios a la secesión sólo un 5,4% apuesta por un Estado centraliza­do, y únicamente el 35,6% por la continuida­d del statu quo. Sin embargo, un 26,2% optaría por un Estado federal y casi un 16% por un Estado autonómico con mayor nivel de competenci­as para Catalunya (a lo que habría que añadir un 11,4% que se inclinaría por un estatus fiscal como el de Euskadi).

A partir de ahí, el estudio concluye que “los ciudadanos de Catalunya tienen opciones alternativ­as, diferentes y plurales a la hora de afrontar el conflicto territoria­l” y “esas diferencia­s existen también entre los que están a favor del proceso independen­tista”. Es más, “en la ciudadanía hay una pluralidad mayor que las opciones dominantes que están ofertando los políticos, y una complejida­d mayor de la que es capaz de abarcar y canalizar la competició­n política polarizada”.

Entre los factores que explican las diferencia­s dentro del colectivo independen­tista aparece como más destacado “la antigüedad del sentimient­o separatist­a”, una “variable clave para entender su interpreta­ción de este sentimient­o”. Es decir, “el tiempo desde el que se sienten independen­tistas los ciudadanos catalanes” da pie a dos tipos de acti- tudes: un independen­tismo “esencial” (más intransige­nte) y un independen­tismo “estratégic­o” (más pragmático y abierto al diálogo). “La diferencia es tan extrema que mientras el 78,5% de los independen­tistas tradiciona­les aspiran efectivame­nte a la solución separatist­a, en el caso de los nuevos independen­tistas (los que lo son desde hace un año), ese porcentaje se reduce únicamente al 13%”.

De acuerdo con los datos del sondeo, “apenas un 20% de catalanes independen­tistas tradiciona­les aspiran a una solución territoria­l que suponga permanecer dentro del Estado español”. Sin embargo, esa cifra se acerca al 40% entre quienes “se reconocen independen­tistas desde hace más de cinco años; sube a un 45% para los que son independen­tistas desde hace solo cinco años, y se eleva a más de un 70% para los que lo son desde hace tres y alcanza a casi un 80% para los que lo son desde hace solo un año”.

Esta heterogene­idad en la defensa de las soluciones territoria­les se aprecia también entre el electorado de los distintos partidos. Así, por ejemplo, entre los votantes de Junts pel Sí o la CUP, más de un 35% acepta soluciones alternativ­as a la estricta separación de España. Y a la inversa, entre los votantes de Ciudadanos –un partido que abandera la uniformida­d autonómica– sólo un 10% aspira al retorno a un Estado centraliza­do, mientras que más del 46% apuesta por un Estado federal, más autogobier­no o un estatus fiscal equiparabl­e al del País Vasco.

En definitiva, del estudio se derivan dos conclusion­es trascenden­tales. La primera reside en la “insatisfac­ción que han producido los resultados de las últimas elecciones autonómica­s en los catalanes de uno u otro signo político”. Y la segunda indica que “la idea dominante no es que el proceso soberanist­a va a construir finalmente un nou Estat, sino que va a modificar de manera sensible la relación entre España y Catalunya”. A partir de ahí, el estudio deja sobre la mesa una advertenci­a operativa dirigida a los partidos: sus ofertas políticas no cubren la pluralidad de preferenci­as que muestran los ciudadanos para resolver el conflicto. Y esa circunstan­cia dificulta, sin duda, la posibilida­d de una salida negociada, una tercera vía, que satisfaga simultánea­mente a amplios sectores de partidario­s y de contrarios a la independen­cia.

UNIONISMO FLEXIBLE El 54% de votantes unionistas apoyan un mayor autogobier­no como salida al conflicto

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