La Vanguardia

Origen del catalanism­o político

Catalunya conmemora el 125.º aniversari­o de las Bases de Manresa

- RAÚL MONTILLA Manresa

Francesc de Moragas, Guimerà, Almirall, Prat de la Riba o Lluís Domènech i Muntaner fueron delegados El cónclave pasó sin apenas relevancia social: la obtuvo a principios del siglo XX y en la II República

Hace 125 años ya no es que gran parte de los catalanes no supieran qué era lo que estaba pasando en la sala de plenos del Ayuntamien­to de Manresa, sino que la mayoría de los manresanos tampoco tenían ni idea. Pero allí, en la capital del Bages, estaban congregado­s un centenar largo de burgueses (Francesc de Moragas, Valentí Almirall, Enric Prat de la Riba o Àngel Guimerà .... ) que del 25 al 27 de marzo de 1892 discutiero­n los principios de una Constituci­ón regional catalana. Se acabó ratificand­o un documento, las Bases de Manresa, que nunca se ejecutó y que enseguida quedó desfasado. Nació el catalanism­o político: de la teoría se pasó por primera vez a la concreción.

“Es un punto de partida para comenzar a construir cosas más fuertes: institucio­nes y también partidos políticos, como la Lliga Regionalis­ta. Además, después de que hayan pasado cerca de 200 años de 1714 están diciendo: ‘Eh, queremos volver atrás. Queremos tener los derechos que teníamos’”, explica el politólogo Jordi Rodó, que, junto con el historiado­r Francesc Comas, ejerce de comisario de la conmemorac­ión. “Las bases contienen ideas que se tienen que leer teniendo en cuenta el contexto de la época, pero que son rompedoras porque cuestionan el statu quo”, añade Rodó.

El documento que consensúan el centenar largo de congregado­s defiende que el poder central se organice en base a la separación de las “funciones” legislativ­a, ejecutiva y judicial; que el primero recaiga en el rey “o el jefe del Estado” y en una asamblea “compuesta de representa­ntes de las regiones” en el que el número de representa­ntes “fuera proporcion­al al de habitantes y a la tributació­n, teniendo tres la región a la que le correspond­a menos”. Habla de monarquía, también de la posibilida­d de una república. Defiende que el catalán sea la única lengua oficial en Catalunya y que tan sólo los catalanes puedan ser funcionari­os en el territorio. El Tribunal Superior de la comunidad pasa a ser inapelable y el servicio militar obligatori­o –los quintos, que tantas revueltas supusieron en Catalunya durante el siglo XIX y principios del XX– se sustituye por un contingent­e de voluntario­s.

Pero tanto Rodó como Comas insisten: la importanci­a de las Bases es su hecho en sí, más que lo que propugnan. Es así porque son el punto de partida del catalanism­o político cuando ya existía el cultural. “Se encuentra gente que no se había encontrado antes. Estaba la teoría por un lado y los Jocs Florals por otro. Aquí tienes concreción”, dice Rodó.

Aunque las Bases sean conservado­ras –incluso más propias del medievo en algunas cuestiones–, todos los que participan en su redacción no lo son: por eso se considera el origen común de las distintas visiones catalanist­as, que, ya sí, se convierten en partidos políticos a principios del siglo XX.

“Algunas personas que vienen, dos o tres años después, ya ven que aquello no sirve. Un caso es el de Enric Prat de la Riba que, de hecho, ejerce como secretario de las bases”, manifiesta Comas. “Es el ejemplo paradigmát­ico –apunta Rodó–. Prat de la Riba participa en la redacción de las Bases con gente que era muy decimonóni­ca cuando él es noucentist­a. Tiene una visión moderna: él crea la Mancomunit­at, las biblioteca­s, escuelas…”.

Las Bases son también la primera asamblea de la Unió Catalanist­a, que no fue un partido, sino una plataforma que aglutinaba en forma de federación a grupos, centros, asociacion­es, ateneos, publicacio­nes catalanist­as… Su presidente en el cónclave de Manresa fue Lluís Domènech i Muntaner. “En el momento en que se produce no tienen la importanci­a que tendrán después”, manifiesta Comas.

Y es que aquel centenar largo de delegados, a pesar de llenar las 36 fondas y pensiones de la ciudad, prácticame­nte pasó inadvertid­o. No hay grandes referencia­s inmediatas en las publicacio­nes de la época, aunque haya excepcione­s, como La Vanguardia, que en la edición del 27 de marzo de 1892 publicó las Bases; o al día siguiente una extensa crónica sobre cómo se desarrolló la aprobación de las mismas. La relevancia social crece con el tiempo: la política, eso sí, lo hace de forma más inmediata y prevalece.

“Una obra de Àngel Guimerà es boicoteada en Madrid después del éxito de Mar i cel. Guimerà es una de las personas más activas en las bases”, apunta Rodó. La prensa anticatala­nista todavía hace viñetas de las Bases cuando han pasado cerca de 20 años. A principios del siglo XX se convierten en el origen del catalanism­o.

“Cuando se proclama la II República, al cabo de un mes y medio, se decide poner una placa en el salón de sesiones”, prosigue Comas. Quien acude a inaugurar la misma es el propio president de la Generalita­t, Francesc Macià. Se hace un desfile multitudin­ario con la bandera de la Unió Catalanist­a por las calles de Manresa, se hace un mitin con más de 2.000 personas en el teatro Kursaal. “Macià es de ERC, pero se siente heredero de aquel encuentro, aunque sea de izquierdas”, apunta Rodó. También se pone el nombre Bases de Manresa a una calle, a la de la Muralla.

“El 24 de enero de 1939 llegan las tropas franquista­s; afortunada­mente, la placa inaugurada por Macià se retira el día 26 y la esconden en el museo comarcal”, apunta Comas. No se sabe quién la puso a salvo para que no corriera la suerte de otras placas que sí que se destruyero­n, caso de algunas alegorías de Àngel Guimerà. En el año 1979, el del regreso de los ayuntamien­tos democrátic­os, vuelve también la placa. Y la avenida Cruzada Española pasa a llamarse Bases de Manresa. “La gente la llamaba Basses de Manresa, porque estaban los depósitos de agua”, apunta Comas. “El franquismo hizo que se olvidara”, prosigue Rodó sobre una efeméride que se celebrará durante todo un año. Las bases, un documento –afirman– que hoy en día se cae al suelo, por lo que la intención de la conmemorac­ión no es hacer una revisión historicis­ta, tampoco hablar del proceso. Sólo recuperar la memoria, explicar la sociedad de la época y cómo Catalunya, quizás igual que ahora, buscaba reencontra­rse.

 ?? AYUNTAMIEN­TO DE MANRESA ??
AYUNTAMIEN­TO DE MANRESA
 ?? AJUNTAMENT DE MANRESA ?? Sala de plenos. El consistori­o de Manresa es el escenario de las tres imágenes: la primera es un dibujo de Jaume Pahissa y la segunda es una foto de cuando Macià inauguró la placa. Francesc Comas y Jordi Rodó, en la misma sala
AJUNTAMENT DE MANRESA Sala de plenos. El consistori­o de Manresa es el escenario de las tres imágenes: la primera es un dibujo de Jaume Pahissa y la segunda es una foto de cuando Macià inauguró la placa. Francesc Comas y Jordi Rodó, en la misma sala
 ?? XAVIER CERVERA ??
XAVIER CERVERA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain