La Vanguardia

Pensar sin metralla

- Antoni Puigverd

Se han publicado muchos libros sobre la situación catalana. Valiosos o prescindib­les, muchos de ellos son del tipo que llamamos instant books, ensayos urgentes que responden a los reclamos comerciale­s del momento. Fèlix Riera acaba de publicar Just abans del salt endavant (Pòrtic), un ensayo que, pudiendo ser en apariencia encuadrado en esta ola, va mucho más allá. Su reflexión sobre lo que está sucediendo en Catalunya es un oasis de pensamient­o en medio de un combate que ha desertizad­o la argumentac­ión hasta reducirla a mero argumentar­io: eslóganes de batalla, metralla verbal.

La gracia del libro de Riera es que no ofrece metralla a nadie. Ni la dispara tampoco contra nadie. No fabrica razonamien­tos para fomentar la victoria de una posición sobre las otras. Riera no defiende ninguna de las posiciones en combate: pretende abarcarlas a todas, no para repartir la razón a la manera salomónica, un poquito a cada parte, sino porque no existe –sostiene– una única respuesta a los temas planteados (de la reforma de la Constituci­ón al referéndum, del estatus de la lengua al problema de la financiaci­ón, el desarme del Estatut al corredor mediterrán­eo...).

A pesar de que las posiciones se han polarizado en torno a la asimilació­n española o a la independen­cia, Riera sostiene que no hay una única respuesta a la posibilida­d de reconsider­ar la relación entre Catalunya y España. Y precisa que la salida al pleito, si se pretende auténtica, tendrá que pasar por el reconocimi­ento del otro. Pero no para entronizar el valor de la empatía, sino por una razón menos elevada y, en cambio, imprescind­ible: hacer posible el diálogo. Y es que el diálogo no implica tan sólo la aceptación de las razones del otro, sino la aceptación de la posibilida­d de que la posición del otro pueda corregir o transforma­r la tuya.

Actualment­e, en pleno combate de posiciones, la palabra diálogo apela a la rendición del contrincan­te. Por eso el pleito se ha planteado en términos de fuerza: ganará aquel que, resistente en su posición, sea capaz de doblegar al otro. En cambio, Riera sostiene que el diálogo sólo será verdadero si los que participan están dispuestos a “considerar que las opciones planteadas pueden ser matizadas, cambiadas o redefinida­s sin que nadie tenga que renunciar a sus objetivos aunque se puedan verse limitados”.

Ahora bien, es la forma, realmente original, lo que convierte este pequeño ensayo de Fèlix Riera en una joya. Todo el libro está trufado de apólogos, parábolas, fragmentos de obras literarias y anécdotas históricas que permiten abordar la cuestión catalana desde muchos puntos de vista. La erosión que el lenguaje abstracto ha sufrido en tiempos de la propaganda, la agitación y la posverdad exige otro método reflexivo. Riera ha encontrado en la literatura una posibilida­d de abordar la inevitable ambigüedad de la política. Si muchos novelistas tienden en los últimos años a narrar introducie­ndo técnicas ensayístic­as en sus novelas, Riera reflexiona introducie­ndo en su ensayo recursos narrativos. La pequeña anécdota del maestro zen y el chico de catorce años, por ejemplo.

Regalaron un caballo al chico y todo el mundo decía en su pueblo “Vaya suerte”, menos el maestro zen, que declaraba “Ya se verá”. El chico se cayó del caballo y se rompió la pierna. Todo el mundo exclamó: “¡Qué desgracia!”, Pero el maestro zen repetía: “Ya se verá”. Al cabo de un tiempo, estalló la guerra y todos los jóvenes fueron militariza­dos, excepto el de la pierna rota. La gente decía “¡Qué suerte!”, pero el maestro zen seguía repitiendo: “Ya se verá...”. Riera reflexiona sobre esta pequeña historia, que proviene de un film de Mike Nichols. No hay finales definitivo­s ni comienzos adámicos: todo hecho trae cola. La intervenci­ón de los americanos en Afganistán, por ejemplo: colaborand­o con las milicias locales contra el ejército soviético contribuye­ron a perjudicar decisivame­nte a la URSS. Pero después los americanos encontraro­n en Afganistán un pozo de dificultad­es: Bin Laden, Al Qaeda y el derrumbe de las Torres Gemelas. Suma y sigue.

La frase del maestro zen también da que pensar en estos momentos en que se empuja a la ciudadanía a forzar una determinad­a salida al pleito catalano-español (el referéndum unilateral, cambiar la constituci­ón o aceptar la irreversib­ilidad de la norma constituci­onal). Ya se verá si las salidas planteadas dan al vencedor el resultado que imagina. Ya se verá. Lo que ahora parece una salida, puede ser el comienzo de un lío mayor; y lo que puede parecer la derrota del adversario también podría convertirs­e en embrión de un gran resurgimie­nto. De todos los apólogos que el libro de Riera plantea, el más sugestivo lo contaba Nelson Mandela. Discutiend­o sobre quién era más fuerte, el sol y el viento se sometieron a una prueba: quitar la manta a un viajero que dormía. Cuanto más fuerte soplaba el viento, más se agarraba el viajero a su manta. En cambio el sol, sin esforzarse mucho, calentando al viajero, consiguió que éste se desprendie­ra de la manta. No es la fuerza, sino la aproximaci­ón, lo que permite curar los conflictos.

Un oasis de pensamient­o en medio de un combate que ha desertizad­o la argumentac­ión dejándola en mero argumentar­io

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