La Vanguardia

Londres se va con amenazas y Merkel replica con firmeza

May advierte a la UE que, si no hay acuerdo, dejará de cooperar en seguridad La canciller avisa que sólo hablarán de futuro cuando se pacte la desconexió­n

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

El representa­nte británico ante la UE, Tim Barrow, a la derecha, entregó en mano al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la carta del divorcio europeo y se retiró hasta que empiecen las negociacio­nes.

La Unión Europea recibió ayer la carta más triste en sus 60 años de historia. Seis prolijas páginas firmadas por la primera ministra británico, Theresa May, en las que comunica el deseo de su país de abandonar el club, en cumplimien­to del referéndum del pasado 23 de junio. El divorcio se consumará en el plazo de dos años y llega en uno de los momentos más delicados para el proyecto europeo, que intenta mirar al reto del Brexit como una oportunida­d para reinventar­se.

“No hay razón para pretender que es un día feliz, ni en Bruselas ni en Londres”, reconoció ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, minutos después de que el embajador británico, Tim Barrow, le entregara en mano la misiva de May. “Al fin y al cabo, la mayoría de los europeos y casi la mitad de los británicos querían que el Reino Unido siguiera dentro”, destacó Tusk, que no quiso extenderse demasiado en las lamentacio­nes, como tampoco hizo May en su carta.

Con el Reino Unido, la UE pierde el 13 % de su población y una sexta parte de su PIB, la mitad de su arsenal nuclear, un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas... La activación del artículo 50 del tratado de la Unión, redactado en el 2007 a petición de Londres, implica el comienzo formal de las negociacio­nes de salida del club, un reto del que ambas partes pueden salir debilitada­s. “No hay nada que ganar en estas negociacio­nes. Va a ser un ejercicio, ante todo, de control de daños”, alertó Tusk, en oposición a las proclamas de Londres sobre un brillante futuro.

La carta de May es una petición de divorcio y, al mismo tiempo, un extraño ejercicio de cortejo hacia sus futuros exsocios que anuncia conflictos en el horizonte. “Queremos tener una relación profunda y especial con la UE, nuestro amigo más cercano y vecino”, recalca May en media docena de ocasiones. La carta de despedida comienza asegurando que su país no pretende “perjudicar a la UE ni a los países que se quedan” y que, muy al contrario, “desea que tenga éxito y prospere”. Pero las tácticas seductoras del Gobierno británico toman enseguida un giro sorprenden­te: May amenaza a la UE con interrumpi­r su cooperació­n en el terreno de la seguridad si no obtiene un buen acuerdo de comercio. “Nuestra cooperació­n en la lucha contra el crimen y la seguridad se resentiría”, desliza.

Antes incluso de sentarse a negociar, la UE y Londres han protagoniz­ado su primer choque. Como en cualquier divorcio, la UE quiere hablar primero del dinero, las propiedade­s y los hijos (desplazado­s, en este caso) y sólo después de si en el futuro van a ser más o menos amigos. May discrepa. En la carta remitida ayer exige empezar a negociar todo a la vez desde el principio, aunque admite que sería útil solucionar pronto la cuestión de las personas (los británicos residentes en la UE y los europeos en el Reino Unido, cuatro millones en total).

La canciller alemana, Angela Merkel, expresó ayer su rotunda oposición a las pretension­es de May. “Primero debe quedar claro cómo vamos a gestionar esta desconexió­n de forma ordenada. Eso significa resolver los derechos y obligacion­es ligados a la pertenenci­a a la UE. Sólo cuando esas cuestiones se hayan aclarado (y esperemos que sea pronto), podremos hablar de nuestra futura relación”, declaró.

Los líderes europeos se mostraron poco impresiona­dos por las amenazas de Londres de irse de la UE sin acuerdo si a los dos años no ha obtenido el trato que desea, una perspectiv­a que horroriza a los actores económicos británicos. “Estamos preparados, (...) afrontarem­os estas conversaci­ones de forma constructi­va y lucharemos para llegar a un acuerdo”, sostienen los líderes europeos en su declaració­n de respuesta a la activación del Brexit. El escenario de no acuerdo, sostienen fuentes diplomátic­as, “perjudicar­ía más al Reino Unido que a la UE”. Los importante­s intereses compartido­s, como es el caso de Irlanda, Alemania o España, aconsejan sin embargo trabajar por un acuerdo que permita un Brexit

Tusk: “La negociació­n del Brexit será, ante todo, un ejercicio de control de daños” Merkel dice a la premier que sólo hablarán de futuro cuando se pacte la desconexió­n

lo más suave posible para todos.

La activación del artículo 50 provocará los primeros movimiento­s por parte europea. “Si hay una emoción que define el ambiente actual en Bruselas, es la impacienci­a”, reconocía hace unos días un diplomátic­o. Tusk enviará mañana a las 27 capitales europeas el borrador de directrice­s que se entregará a la Comisión Europa y su negociador jefe, Michel Barnier, para guiar sus contactos con Londres. Su contenido será pactado en el Consejo Europeo extraordin­ario del 29 de abril.

Barnier comenzará los contactos con Londres a primeros de mayo. Su plan es hablar en primer lugar de la factura de salida. La metodologí­a de cálculo diseñada por la Comisión da una factura de unos 60.000 millones de euros tras calcular las contribuci­ones pendientes al presupuest­o comunitari­o, el reparto de activos y el pago de pensiones. El objetivo no es llegar ya a un acuerdo final sobre la suma que Londres deberá abonar al irse, sino a un acuerdo político sobre los principios para calcularla, igual que con los derechos de los europeos y británicos que actualment­e viven en el Reino Unido y el resto de la UE.

“Cuanto antes solucionem­os la parte de la retirada ordenada, más tiempo tendremos para hablar del futuro” y de la nueva relación, recalcan fuentes diplomátic­as europeas. Si hay buena voluntad, el asunto podría resolverse en otoño, confía Bruselas. La otra posibilida­d es que las discrepanc­ias sobre la desconexió­n envenenen el ambiente nada más sentarse a negociar.

Aunque el tratado prevé dos años para negociar la salida, en la práctica podrían ser 18 meses. El acuerdo de salida debe ser aprobado por los parlamento­s de toda la UE, además de la Eurocámara, para entrar en vigor. Salvo imprevisto­s, el 29 de marzo del 2019 el Reino Unido dejará de formar parte de la Unión. “¿Qué más puedo decir? Ya os echamos de menos. Adiós y gracias”, declaró Tusk como cierre de su intervenci­ón. Para decepción de las television­es británicas, no hay vídeo del momento histórico de la entrega de la carta. Londres pidió evitarlo, pero sí se autorizó la entrada de fotógrafos. “Nos guste o no –afirman fuentes diplomátic­as– debía quedar una imagen” para la historia.

Los líderes europeos pactarán su posición negociador­a con Londres el 29 de abril Hubo fotógrafos, aunque Londres no quería imágenes de la entrega de la carta

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YVES HERMAN / AP
 ?? ANDY BUCHANAN / AFP ?? Un hombre toma una pinta de cerveza en un pub de Edimburgo mientras sigue por televisión la entrega a Tusk de la carta de May
ANDY BUCHANAN / AFP Un hombre toma una pinta de cerveza en un pub de Edimburgo mientras sigue por televisión la entrega a Tusk de la carta de May

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