Mas asume dejar paso en el partido si se demuestra corrupción
El expresident admite que la financiación no fue impoluta, pero insiste en que fue legal
Artur Mas está dispuesto, en el caso de que se demuestre la financiación irregular de CDC, a asumir responsabilidades políticas “circunscritas al ámbito de la presidencia no ejecutiva” del PDECat para “intentar ayudar a un proyecto que está naciendo o renaciendo y tiene todo el derecho del mundo a poder prosperar en la política del país”. El expresidente de la Generalitat se abre, de este modo, a ceder paso en la presidencia del PDECat para no perjudicar a la formación heredera de CDC, pero con la salvedad de que, llegado el caso, la decisión la tomará exclusivamente el partido. “Si el partido considera en algún momento que he de asumir responsabilidades, dejen que nos lo hablemos entre nosotros, porque debe ser decisión nuestra y no del Parlament”, zanjó ayer ante las reiteradas peticiones de asunción de responsabilidades que le dirigió la oposición en su nueva comparecencia en la comisión de Afers Institucionals para dar explicaciones en relación con las distintas sospechas de corrupción que pesan sobre CDC.
Una comparecencia motivada por las acusaciones sobre el cobro de comisiones ilegales vertidas por Fèlix Millet y Jordi Montull en el juicio del caso Palau de la Música, en la que Artur Mas admitió que la fundación del PDECat ya había representado, en realidad, una cierta asunción de responsabilidades, porque “nunca he negado que CDC estaba bajo sospecha” y, ante ello, se trataba de crear “un proyecto que desde el primer día estuviese sin sospecha y sin dar ni una sola excusa para estarlo”. La reflexión no pasó desapercibida a la actual dirección ejecutiva del PDECat, que a raíz precisamente del juicio por el expolio del Palau de la Música ha querido desmarcarse públicamente de la herencia de CDC sobre el 3%. Lo cual no fue obstáculo para que sus caras más visibles, Marta Pascal y David Bonvehí, le acompañaran en la comparecencia, en la que ERC tuvo una presencia muy discreta dentro del grupo de Junts pel Sí a través del portavoz adjunto Roger Torrent y en la que estuvieron presentes todos los líderes de la oposición –Inés Arrimadas, Miquel Iceta y Lluís Rabell– a excepción de Xavier García Albiol.
En este escenario, el expresidente de la Generalitat, aun reconociendo que él nunca había dicho que la financiación de CDC fuese impoluta, insistió en negar que se hubiesen cometido irregularidades, porque todas las donaciones, que no negó que hubiesen existido, habían sido legales. Pero, a pesar de ello, abrió la puerta a “devolver más dinero de los convenios” con el Palau de la Música si se estimaba conveniente después de analizarlo “desde los límites incluso de la ética”. Y, en la misma línea, reiteró su desconocimiento del estado de las finanzas de CDC, porque él no era el responsable, y ratificó su “plena y total” confianza en el extesorero Daniel Osàcar, por quien volvió a poner la mano en el fuego. Pero cuando Inés Arrimadas le preguntó si también la ponía por Germà Gordó –de quien la comisión aprobó por unanimidad la comparecencia asimismo por la trama del 3%– y Felip Puig, no contestó. Lo que sí hizo Artur Mas, además, fue insistir en desacreditar las declaraciones de Fèlix Millet y Jordi Montull “a cambio de rebajas escandalosas de las penas” y en lamentar que la Fiscalía no investigue las adjudicaciones de obra pública, porque “sabe que no hubo trato de favor” y porque “su única obsesión es inculpar a CDC”, y no se interese por el destino de “nueve millones perdidos”.
Las explicaciones, en todo caso, no convencieron a la oposición. Inés Arrimadas (Cs) le acusó de convertirse al independentismo para “tapar la investigación judicial contra la corrupción de CDC” y Alejandro Fernández (PP) utilizó el mismo argumento para calificarle como el “peor presidente de la historia de la Generalitat” y culparle de “destruir la convivencia entre catalanes para tapar sus vergüenzas”. Miquel Iceta, en cambio, se mostró mucho más prudente, aunque sostuvo que “se ha roto la confianza” con el expresidente de la Generalitat a causa del aumento de los indicios de irregularidades, y Lluís Rabell le avisó que “las urnas no amnistían” la corrupción por su condena por el 9-N.
La oposición exige responsabilidades y Cs y el PP le acusan de escudarse en el independentismo