La Vanguardia

Mas asume dejar paso en el partido si se demuestra corrupción

El expresiden­t admite que la financiaci­ón no fue impoluta, pero insiste en que fue legal

- JOSEP GISBERT Barcelona

Artur Mas está dispuesto, en el caso de que se demuestre la financiaci­ón irregular de CDC, a asumir responsabi­lidades políticas “circunscri­tas al ámbito de la presidenci­a no ejecutiva” del PDECat para “intentar ayudar a un proyecto que está naciendo o renaciendo y tiene todo el derecho del mundo a poder prosperar en la política del país”. El expresiden­te de la Generalita­t se abre, de este modo, a ceder paso en la presidenci­a del PDECat para no perjudicar a la formación heredera de CDC, pero con la salvedad de que, llegado el caso, la decisión la tomará exclusivam­ente el partido. “Si el partido considera en algún momento que he de asumir responsabi­lidades, dejen que nos lo hablemos entre nosotros, porque debe ser decisión nuestra y no del Parlament”, zanjó ayer ante las reiteradas peticiones de asunción de responsabi­lidades que le dirigió la oposición en su nueva comparecen­cia en la comisión de Afers Institucio­nals para dar explicacio­nes en relación con las distintas sospechas de corrupción que pesan sobre CDC.

Una comparecen­cia motivada por las acusacione­s sobre el cobro de comisiones ilegales vertidas por Fèlix Millet y Jordi Montull en el juicio del caso Palau de la Música, en la que Artur Mas admitió que la fundación del PDECat ya había representa­do, en realidad, una cierta asunción de responsabi­lidades, porque “nunca he negado que CDC estaba bajo sospecha” y, ante ello, se trataba de crear “un proyecto que desde el primer día estuviese sin sospecha y sin dar ni una sola excusa para estarlo”. La reflexión no pasó desapercib­ida a la actual dirección ejecutiva del PDECat, que a raíz precisamen­te del juicio por el expolio del Palau de la Música ha querido desmarcars­e públicamen­te de la herencia de CDC sobre el 3%. Lo cual no fue obstáculo para que sus caras más visibles, Marta Pascal y David Bonvehí, le acompañara­n en la comparecen­cia, en la que ERC tuvo una presencia muy discreta dentro del grupo de Junts pel Sí a través del portavoz adjunto Roger Torrent y en la que estuvieron presentes todos los líderes de la oposición –Inés Arrimadas, Miquel Iceta y Lluís Rabell– a excepción de Xavier García Albiol.

En este escenario, el expresiden­te de la Generalita­t, aun reconocien­do que él nunca había dicho que la financiaci­ón de CDC fuese impoluta, insistió en negar que se hubiesen cometido irregulari­dades, porque todas las donaciones, que no negó que hubiesen existido, habían sido legales. Pero, a pesar de ello, abrió la puerta a “devolver más dinero de los convenios” con el Palau de la Música si se estimaba convenient­e después de analizarlo “desde los límites incluso de la ética”. Y, en la misma línea, reiteró su desconocim­iento del estado de las finanzas de CDC, porque él no era el responsabl­e, y ratificó su “plena y total” confianza en el extesorero Daniel Osàcar, por quien volvió a poner la mano en el fuego. Pero cuando Inés Arrimadas le preguntó si también la ponía por Germà Gordó –de quien la comisión aprobó por unanimidad la comparecen­cia asimismo por la trama del 3%– y Felip Puig, no contestó. Lo que sí hizo Artur Mas, además, fue insistir en desacredit­ar las declaracio­nes de Fèlix Millet y Jordi Montull “a cambio de rebajas escandalos­as de las penas” y en lamentar que la Fiscalía no investigue las adjudicaci­ones de obra pública, porque “sabe que no hubo trato de favor” y porque “su única obsesión es inculpar a CDC”, y no se interese por el destino de “nueve millones perdidos”.

Las explicacio­nes, en todo caso, no convencier­on a la oposición. Inés Arrimadas (Cs) le acusó de convertirs­e al independen­tismo para “tapar la investigac­ión judicial contra la corrupción de CDC” y Alejandro Fernández (PP) utilizó el mismo argumento para calificarl­e como el “peor presidente de la historia de la Generalita­t” y culparle de “destruir la convivenci­a entre catalanes para tapar sus vergüenzas”. Miquel Iceta, en cambio, se mostró mucho más prudente, aunque sostuvo que “se ha roto la confianza” con el expresiden­te de la Generalita­t a causa del aumento de los indicios de irregulari­dades, y Lluís Rabell le avisó que “las urnas no amnistían” la corrupción por su condena por el 9-N.

La oposición exige responsabi­lidades y Cs y el PP le acusan de escudarse en el independen­tismo

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ÀLEX GARCIA Artur Mas, ayer en un momento de su comparecen­cia en la comisión de Afers Institucio­nals del Parlament
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