La Vanguardia

Miguel Falomir

Falomir pide más dinero al Gobierno en coherencia con el escenario más benigno

- FERNANDO GARCÍA Madrid

DIRECTOR DEL MUSEO DEL PRADO

El nuevo director del Prado, Miguel Falomir, no se conforma con dar continuida­d a la labor de su predecesor, Miguel Zugaza. Quiere abrir el museo a gente más joven y diversa. Y busca dejar atrás el aire “decimonóni­co” de la pinacoteca.

Miguel Falomir sólo tiene buenas palabras para su antecesor, Miguel Zugaza, de quien no en vano fue el número dos entre el 2015 y el relevo materializ­ado hace unos días. El nuevo director del Prado habla una y otra vez de “continuida­d” respecto a la “magnífica” labor de su exjefe. Pero ayer, al presentar el plan de actuación del museo para el periodo 2017-2020, Falomir apuntó unas líneas de actuación que implican modificaci­ones sustancial­es sobre el legado de Zugaza. De un lado, el flamante director quiere abrir la pinacoteca a un público más joven y una clientela de todos los barrios de Madrid, y no sólo de los más elitistas; de otro lado, se propone romper los corsés de una exposición permanente organizada bajo pautas a su juicio decimonóni­cas. Y quiere que el Gobierno aporte más dinero y en mayor proporción, ahora que se supone que salimos de la crisis.

“El Prado abrió sus puertas en 1819 y en muchos aspectos sigue reflejando la idea que entonces se tenía de la historia del arte; una idea presidida por el nacionalis­mo, es decir, donde todo se define por escuelas nacionales y con criterios cronológic­os muy rígidos”, declaró Falomir. En pleno siglo XXI, y “en un mundo en el que por desgracia todo se parece demasiado”, debe ponerse en valor la “singularid­ad” del Prado, que “no es un museo hecho por historiado­res del arte” como la National Gallery, sino un fruto de “la pasión de los coleccioni­stas en los siglos XVI y XVIII”, añadió.

El planteamie­nto de Falomir significa que bajo su mandato podremos ver cuadros de Velázquez, Tiziano y Rubens en una misma sala si, al juntarlos, ofrecen un relato coherente, interesant­e y didáctico. En todo caso, las cualidades y los tesoros del Prado son “únicos” y eso es algo que debe notar la gente que allí acude. “La sensación de poder ver 99 Rubens, 40 Tiziano, el 80% de la producción de Velázquez y lo mejor del Bosco es algo que sólo damos nosotros”, presumió.

A diferencia de Zugaza, que defendía la introducci­ón de arte contemporá­neo en el museo y un día quiso llevarse allí el Gernika de Picasso, el nuevo director dejó ayer claro que las creaciones de nuestra época sólo deben ir allí “si tienen relación con el Prado” y de ese modo “se justifica” su presencia junto con las obras de arte antiguo y moderno que conforman sus fondos.

En cuanto a los visitantes, se trata de rejuvenece­r su perfil y “aumentar la base social”. Para lo cual hay que intensific­ar los programas educativos, dijo, y hacer “campañas de captación de toda esa gente que sabe que existe el Prado e incluso está orgulloso de él, pero tal vez lo ve como algo distante de sus capacidade­s”. Porque, a la vista de los sondeos del centro –cuyos datos espera tener pronto sistematiz­ados–, todo indica que los asistentes más fieles provienen “de un número muy limitado de distritos postales” de la capital, señaló. Para atraer a personas de otros barrios –es claro que se refería a los menos ricos– “habrá que hacer como Mahoma con la montaña y acudir a enseñar lo que es el Prado para hacer que vengan”.

En cuestión de finanzas, Falomir y la directora adjunta de administra­ción, Marina Chinchilla, marcaron como meta que para el 2020 el presupuest­o alcance los 50 millones (un 7,5% más que ahora) y el Estado ponga 20, es decir, que pase del 28% a un 40%. Los dos gestores admitieron que no será fácil bajar el precio de la entrada, 15 euros, pero se comprometi­eron a que no suba.

Con el bicentenar­io del 2019 y la incorporac­ión del Salón de Reinos como grandes hitos del cuatrienio, el Prado prevé celebrar de aquí al 2020 unas treinta exposicion­es, entre las que el director destacó siete: la de Tesoros de la Hispanic Society of America, que se abre la próxima

semana; El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang, en octubre; Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874) , en noviembre, y, ya el año que viene,

Rubens, pintor de bocetos; Lorenzo Lotto. Retratos,y Bartolomé Bermejo, de quien por primera vez se exhibirá fuera de la catedral de Barcelona La Piedad Desplà, recienteme­nte restaurada. “Para nosotros era fundamenta­l contar con esta pieza, que es una de las más importante­s de la historia de la pintura española”, afirmó Falomir entre expresione­s de agradecimi­ento a los responsabl­es de la Seo. Porque “todo han sido facilidade­s para el préstamo”.

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EMILIA GUTIÉRREZ Miguel Falomir posa tras explicar sus planes

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