La Vanguardia

¡Hasta la vista, Unió!

- Josep A. Duran Lleida

He tenido la gran suerte y el honor de ser miembro de Unió desde junio de 1974. Estaba a punto de cumplir cuarenta y tres años de militancia en el partido que en el año 1931 fundaron, entre otros, Pau Romeva, Joan B. Roca Cavall y Lluís Vila d’Abadal. Desde el primer día me sentí identifica­do con lo que me explicaron que había sido y era Unió, con sus fundamento­s ideológico­s, con el humanismo cristiano, la dignidad y trascenden­cia de la persona y con la defensa de la personalid­ad nacional de Catalunya. Identifica­do también con la libertad ejercida con responsabi­lidad y con el compromiso comunitari­o de fuerte acento social, emanado de la doctrina social de la Iglesia y de pensadores como Emmanuel Mounier o Jacques Maritain. Al fin y al cabo, identifica­do con el compromiso de defender este legado en Catalunya y en el conjunto de España (cuando ingresé en Unió, el partido ya formaba parte del Equipo Demócrata Cristiano del Estado Español) y, sin duda, con una profunda vocación europeísta.

El jueves se conoció el auto judicial sobre el concurso de acreedores instado en su día por Unió. Más allá de la extinción, que cae bajo el amparo de legislació­n diferente a la concursal, el juez, entre otras cuestiones, dispone la apertura de la fase de liquidació­n con la disolución de la entidad concursada. Es decir, de Unió. Es difícil esconder la tristeza que ha comportado ver en los últimos tiempos como se iba apagando la llama de Unió. He procurado vivirlo íntimament­e. Pensaba seguir haciéndolo así hasta que el paso del tiempo permitiera hablar con un poco de perspectiv­a histórica. Pero mensajes de militantes de Unió, de dirigentes de otros partidos y de amigos o conocidos ajenos a la política me hacen doblegar mi silencio. Me siento obligado moralmente a trasladar tres breves sentimient­os.

El primero es para agradecer a muchísimas personas de la política y de la sociedad civil, que he conocido a lo largo de estos años, el afecto, la colaboraci­ón y, casi siempre, el respeto que han tenido por Unió. Este agradecimi­ento no tiene la intención de excluir a nadie. Deben de ser pocas las fuerzas políticas que en sus filas no tienen militantes que no hayan pasado por Unió. Desde los años sesenta ha sido así. Unió ha sido, de alguna forma, una escuela de formación política. A todos, sin distincion­es, les quiero agradecer lo que aportaron en su día.

El segundo es para hacer una mención especial a los que en el último año han tenido que tomar decisiones dolorosas y gestionar la peor etapa de nuestro partido: el comité de gobierno, con Ramon Espadaler al frente. Y también a las personas que nos han dado la gran lección de que la coherencia y la lealtad están por encima de cualquier cargo o prebenda. A todos y a las personas que he conocido y tratado, les pido también comprensió­n por tantas imperfecci­ones que habrán encontrado en su relación conmigo como dirigente de Unió.

Y tercero: hoy por hoy Unió no podrá seguir operando políticame­nte con sus siglas históricas. Pero mientras que las siglas pasan, las conviccion­es y los principios permanecen. Renuevo ahora mi convicción de que los ideales de Unió siguen siendo más vigentes y necesarios que nunca. De hecho, hay muchas personas que desde la Fundación Coll i Alentorn trabajan a fondo y con conciencia para impulsar un movimiento político que los recoja y los proyecte en el futuro. La vinculació­n con la Fundación Konrad Adenauer, institució­n alemana ligada a la CDU de Angela Merkel, y la red de fundacione­s democratac­ristianas de toda Europa comporta un claro valor añadido. Mi apoyo no les falta ni les faltará. Los últimos tiempos todos juntos hemos vivido, y en algunos casos protagoniz­ado, hechos políticos que hace muchos pocos años eran impensable­s. ¡Y los que viviremos todavía! Nada justifica que el espacio político de centro catalanist­a, reformista y moderado quede huérfano. Pero las elecciones en el Parlament de Catalunya están al caer y eso, a mi entender al menos, no permite ni aconseja intentar abrirse paso en la próxima Cámara catalana. Pero lo que hoy no es recomendab­le, mañana será indispensa­ble.

¡Hasta la vista, Unió!

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