La Vanguardia

Una casta superior

- Quim Monzó

Cada día queda más claro que los ciudadanos están hasta la coronilla de las prerrogati­vas que se otorgan muchos ciclistas, que se consideran una casta superior que no tiene por qué respetar las normas de circulació­n en vigor. Ahora, la queja la ha hecho la Federació d’Associacio­ns de Veïns de Girona, que propone que tengan que llevar una placa identifica­tiva –lo que antes llamábamos matrícula– y pagar un seguro obligatori­o. La federación presentó la propuesta durante la última reunión de la Taula de Mobilitat y, como fue aprobada, la han trasladado al Ayuntamien­to. Rápidament­e, ha salido el tío Paco con la rebaja. En este caso, el concejal de Movilidad, que dice que la cuestión de las placas puede ser interesant­e, pero no tanto para controlar a quien circula como para conocer qué parque de bicis hay y qué recorridos hacen. Le debe de dar miedo que el verbo controlar le alborote el gallinero sostenible.

Y, en cambio, aparte del interés por saber qué parque hay, se trata precisamen­te de controlarl­as. Lo dice clarito el presidente de la federación, que también se cura en salud cuando dice que están absolutame­nte a favor de las bicis, pero acto seguido recuerda que muy a menudo van por la acera a toda castaña, que pasan junto a los portales y que atraviesan los pasos de peatones a un ritmo acelerado. En el Diari de Girona explica el porqué básico de esas matrículas: “Que si una bici provoca un siniestro, pueda ser identifica­ble”. ¡De eso se trata! Insiste también en la necesidad de que cuenten también con un seguro, igual que deben tener uno los vehículos motorizado­s.

Que toda una Federació d’Associacio­ns de Veïns haya decidido implicarse en el asunto significa que la situación es ya insostenib­le. Su demanda se añade a la que hizo hace dos semanas el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, cuando reclamó que se regulara la movilidad en bici a base de matricular­las y que, además, tengan un seguro. Según el informe del Síndic, las bicis “tienen que disponer de un seguro de responsabi­lidad por daños materiales y corporales a terceros, como el resto de medios de transporte; así, en caso de accidente podría aplicarse un mecanismo para dar cobertura a los daños causados”. La demanda de Ribó se añadía a la de Maria Assumpció Vilà, la Síndica de Barcelona, que hace dos o tres meses defendía lo mismo.

Tenemos, pues, todo un Síndic de Greuges, toda una Síndica y la Federació d’Associacio­ns de Veïns de una gran ciudad pidiendo exactament­e la misma medida justa y necesaria. Pero, en el hipotético caso de que finalmente las autoridade­s impulsaran la norma que les piden, no habría suficiente­s policías municipale­s en todo el país para hacerla cumplir. Sin matrícula ni seguro, los ciclistas seguirían pasando por delante con una sonrisa burlona en los labios y los municipale­s mirarían hacia otro lado, como hacen ahora cuando ven que se saltan las normas ya en vigor. Por cobardía, han permitido durante demasiado tiempo que nuestras ciudades se hayan convertido en can Pixa y no veo ahora en el horizonte ninguna solución efectiva.

Novedad: la Federació d’Associacio­ns de Veïns de Girona pide también que las bicis lleven matrícula

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