Más visto que el ‘TBO’
El encuentro dedica muestras a la revista, a mitos como Milton Caniff y Will Eisner... y a Gaudí
El TBO ha sido un mito para muchas generaciones y, como recuerdan los responsables del Salón, su trascendencia ha sido tanta que ha acabado dando nombre a todo el género –el tebeo– y que ha dado lugar a frases hechas que aún perviven en nuestro vocabulario. Frases como “esto está más visto que el tebeo”, porque cada
TBO, recuerdan, tenía que pasar por las manos de muchos niños, o “esto parece un invento del tebeo”, por los rocambolescos inventos que presentaba el profesor Franz de Copenhague en la revista y que servían para hacer cosas muy sencillas a través de mecanismos complicadísimos. Que probablemente servían, porque dos de sus autores, Nit y Sabatés, eran peritos mecánicos, y Sabatés incluso materializó alguno de sus inventos y demostró que podían funcionar.
Y sobre el TBO es la gran exposición del palacio de la Fira de Montjuïc donde este año el Salón del Còmic concentra casi todas sus muestras. Sobre el TBO y uno de sus autores, José María Blanco, ya nonagenario y ganador del Gran premio del Salón el año pasado, dibujante de Los kakikus y, durante dos décadas, de La familia Ulises que inició Benejam. Por eso el salomónico título de la muestra es Humor Blanco de
TBO, que además alude al tipo de humor que utilizaba la revista.
Publicada por primera vez en 1917, se convertiría en una publicación enormemente popular y pronto aparecerían series como Los grandes inventos de TBO(1920), De todo un poco
(1922), Melitón Pérez (1936) o Visiones de Hollywood(1935). Resulta divertido ver en la muestra la entrega de Visiones de Hollywood dedicada al actor Montgomery Clift, totalmente idealizada a partir de la información que remitían las majors y que dice que “no se le conocen devaneos amorosos y es un excelente nadador que hace poco salvó en la playa de Santa Mónica a un niño que estaba a punto de ahogarse”. “También evitó que una muchacha cayera del caballo”, dice cándidamente otra de las edificantes viñetas.
La muestra, con un centenar de originales, se divide en cuatro partes: la historia de la revista, que acabó en 1998; los grandes autores, como Opisso, Sabatés, Coll, Tínez, Ayné, Benejam, Castanys o Antoni Batllori Jofré; las grandes series, que además de las mencionadas incluyen otras
tan curiosas como Altamiro de la Cuevay el noble y estereotípico
Josechu el Vasco; y la obra de José María Blanco.
Tras la exposición del TBO sigue la dedicada a Will Eisner, el inventor de la idea de novela gráfica con su obra Contrato con Dios. Se muestran originales de su evolución, incluida su popular serie The Spirit, y también sobre sus trabajos publicitarios, muy pedagógicos. Otro mito que tiene exposición en el Salón es Milton Caniff, cuyo manera de dibujar, flexible, elegante, minuciosa y sensual, señalan, ha inspirado a cientos de dibujantes. y del cual se muestra incluso su Male Call, una tira semanal distribuida en periódicos y revistas militares durante la Segunda Guerra Mundial y protagonizada, para animar a los combatientes, por una chica espectacular, Miss Lace, una morena inocente que llega a salir desnuda.
Aunque sin duda una de las muestras más llamativas del Salón es Gaudí entre viñetas. Nacida a partir de la mejor obra del certamen el año pasado, El fantasma de Gaudí (Dibbuks), del guionista El Torres y del dibujante Jesús Alonso Iglesias, ha ido más allá de exponer sus originales y ha querido mostrar el proceso creativo del visionario creador de la Sagrada Família. De él se exponen incluso el compás y el tiralíneas que tenía en su mesa, maquetas –incluida una de la iglesia de la colonia Güell realizada en 1977 en silicona y que ahora, doblada por el tiempo, parece de Dalí–, experimentos sobre el color y las formas y su utilización de la fotografía: hay hasta unas curiosas gafas –el visor Perfecscope de Nueva York que le trajo Eusebi Güell– para ver en 3D.
La muestra del cómic ‘El fantasma de Gaudí’ sirve como excusa para mostrar el proceso creativo del genio