El padre frente al hijo
Rodrigo García estrena ‘Últimos días en el desierto’, un filme sobre el lado más humano de Jesucristo, que interpreta Ewan McGregor
Jesús, el hijo de Dios, poco antes de asumir su destino. Perdido en el desierto. Vagando durante cuarenta días. Últimos días en el desierto, con Ewan McGregor en el papel de Jesús, se sitúa en ese preciso momento, uno de los más tensos del hijo de Dios consigo mismo. Un periodo del que las Escrituras apenas dicen nada. “Por eso me interesó”, dice Rodrigo García. “Porque me permitía absoluta libertad para afrontarlo”.
El mundo de García, como director, ha sido hasta ahora el mundo de la intimidad, de las relaciones personales, un mundo mayormente femenino con títulos en su haber como Nueve vidas (2005), Madres e hijas (2009) y Albert Nobbs (2011). También es un especialista en ficción televisiva, con capítulos en su haber de series que han hecho historia, como Los Soprano, A dos metros bajo tierra y En tratamiento, un prodigio de drama con dos personajes encerrados en una habitación.
Con Últimos días en el desierto se aleja de la distancia corta, de los espacios cerrados y las relaciones íntimas y afronta un drama de hechuras bíblicas, grandioso en sí mismo. En un espacio, además, de una magnífica aridez, abierto y yerto como es el desierto.
Y al final lo que importa, también en este filme magníficamente fotografiado por Emmanuel Lubezki, el mexicano poseedor de tres Oscars consecutivos, son las relaciones entre los personajes, “lo mismo que siempre me ha preocupado”, afirma.
Últimos días en el desierto afronta temas como la fe, el destino o la muerte. Pero ante todo habla de las relaciones entre un padre y un hijo. “No me interesaba el lado religioso del drama”, dice el director a través del teléfono. “No quería acercarme al Jesús divino; me interesa el aspecto humano. Si Jesús era medio humano, entonces tenía también inseguridades, dudas, deseos, pesadillas y anhelos, como todos”.
Quizá no hace falta decirlo, pero Rodrigo García es el hijo del escritor Gabriel García Márquez. ¿Cuánto hay de biografía, pues, de reflexión personal, de exorcismo en este filme en que se habla tanto de padres e hijos? “Muy poco, la verdad”, afirma.
“Antes hubiera dicho que nada. Pero tampoco es así”, concede. “Antes hubiera hablado de influencias de este o aquel director o escritor. Pero sé que las verdaderas influencias son mis hijas, mi mujer, mis hermanos y mis amigos, y por supuesto la relación con mis padre... ¿Entonces? “Pues que no hay nada en Últimos días... inspirado literalmente en mis relaciones personales. Ni yo me parezco a Jesús ni mi padre es Dios, por muy famoso que haya sido, si es eso lo que está preguntando”, y Rodrigo García se ríe con ganas.
El filme, a pesar de hablar de un Jesús muy humano, muy próximo y poco divino, no ha levantado escándalo ni ha suscitado controversia ni críticas por parte de los estamentos religiosos. “Quizá le hubiera sentado bien un poco de polémica”, bromea el director. “Pero no ofende porque no pretende eso. Ewan ha creado un Jesús próximo, real y accesible. Muy humano”.
“No me interesaba el lado religioso del drama de Jesús”, dice el hijo de García Márquez