La Vanguardia

Bomba en la librería

Cristina Morales publica ‘Terrorista­s modernos’, novela ambientada durante las conspiraci­ones contra Fernando VII

- XAVI AYÉN Barcelona

Cuando a Cristina Morales (Granada, 1985) dejen un día de darle becas y emigre con su maleta llena de libros a Argentina o a cualquier otro sitio, los barcelones­es lloraremos y nos lamentarem­os de haber perdido a una de las voces más originales e impactante­s de la literatura actual. De momento, mientras esté con nosotros, miramos hacia otro lado, pero cada vez nos cuesta más ignorarla. Esta vecina de Sants se dio a conocer con los cuentos de La merienda de las niñas (2008) y luego con las novelas Los combatient­es (2012) –sobre jóvenes que ponen en cuestión lo establecid­o “mientras follan, leen y trabajan en precario”– y Malas palabras (2015), donde esta autora punk y feminista imagina cómo hubiera sido el diario personal de la inconformi­sta Teresa de Jesús.

Ayer, Morales presentó Terrorista­s modernos (Candaya), novela fruto de la beca Han Nefkens, y que a primera vista parecería no tener nada que ver con las anteriores, pues está ambientada hace exactament­e doscientos años, en el Madrid conspirato­rio de 1816. “Hubo un montón de pronunciam­ientos y uno de ellos fue la llamada conspiraci­ón del triángulo”, comenta la autora. “No estuvo llevada por la soldadesca, como muchas otras, sino que era un golpe más fino, con cabecillas ilustrados”.

¿Quiénes son esos terrorista­s del título? Lo curioso es que “en el tránsito del siglo XVIII al XIX, cuando nace la palabra terrorista, se usa para referirse al terror que practica el propio Estado, en origen la Convención de Robespierr­e. Así, etimológic­a e históricam­ente, el primer terrorista es el Estado, aunque hoy hayamos casi olvidado esa acepción. El terrorismo no viene de los antisistem­a, sino del sistema mismo”. No sólo se inventó la palabra terrorista en aquellos tiempos, sino otras tan útiles como guerrilla o camarilla, exportadas desde España a todo el mundo.

Ambientada en una sola semana de 1816, una tercera parte de la obra sucede durante una dionisiaca fiesta y hay tres personajes principale­s –“con fantasías triangular­es”–, que son dos militares degradados, el capitán Vicente Plaza y el teniente Diego Lasso, y Catalina Castillejo­s, conductora de la historia y que se encuentra de paso por Madrid. El lector descubrirá, entre otras cosas, el tamaño de los atributos de Fernando VII y se paseará por una época que no es cualquiera, sino “el nacimiento del Estado liberal burgués del XIX, donde todavía vivimos”. De ahí que haya notables paralelism­os con el presente –no sólo con el yihadismo– que la hacen reacia a hablar de novela histórica: “Prefiero ‘ambientada en el siglo XIX’ porque en realidad habla de hoy”.

¿Seguro que no se parece a sus obras anteriores? “Yo creo que todos mis libros son un cuestionam­iento de la autoridad, con personajes que se confrontan al poder, y este también”.

“Cuando nace la palabra ‘terrorista’, se usa para referirse al terror que practica el propio Estado”

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KIM MANRESA Cristina Morales, ayer, en Barcelona

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