Edamame y compromiso
¿Qué hace falta para que Ada Parellada cocine una cena oriental? Edamame, gyoza de pollo y shiitake, atún a la japonesa con cacahuetes picantes y mousse de té matcha. Con cubiertos, eso sí. La excusa ha sido la última novela de Flavia Company, Haru (Catedral), un cambio de registro en su obra, ambientada en un Oriente indeterminado en que envían a Haru, una niña de quince años, a una escuela de tiro con arco después de morir su madre. El martes se inauguraron así las Lecturas comestibles, unas cenas literarias en el Semproniana (el último martes de cada mes) en que lectores y autores comparten mesa y libro bajo los auspicios de otra Ada, en este caso Ada Castells.
La noche empieza con el juego de las sillas, sinónimo de éxito porque apenas cabemos. Castells presenta a la novelista y la interpela: aquí no se palpa la experimentalidad de gran parte de su obra, como en Ni tú, ni yo, ni nadie o Círculos en acíbar, escrita en pleno enamoramiento del lenguaje. “La experimentación no siempre es cuestión de estilo”, dice Company. Es un libro que según una amiga suya japonesa “sólo puede haber escrito un maestro zen”, y por eso le regaló un libro sobre el zen, “para que entendiera qué había escrito”, recordaba la autora.
En la mesa se mezclaban fans de la escritora con lectores recientes y otros que la desconocían y venían instigados por Castells, como dos suscriptores alumnos del taller de escritura que ha impartido en La Vanguardia. Muchos venidos de Barcelona, pero también de Valls y hasta de Andorra.
Haru es una novela de una gran depuración, con grandes lecciones a cada paso, frases que aciertan en una diana que es metáfora de uno mismo, como en el tiro con arco que aprende la protagonista. “Mi arco es la literatura –dice la escritora–, vivo para escribir, es mi compromiso”. Un compromiso que empezó con Querida Nélida en 1988 (reeditado ahora por eMe), pero que continúa arraigado en el mundo de Haru con un álbum ilustrado por Luciano Lozano, La escuela de Haru (Fragmenta), que se publicará en octubre.
Con tres ediciones en castellano y en catalán, la novela le ha dejado una huella que se ha desarrollado en poesía, con Yo significo algo (Stendhal Books), un largo poema que para ella es como la misma novela desnuda de historia. “Es tremendo lo que no se sabe / a tiempo”, escribe, y es que hay cosas importantes que no se saben, y las hay menos trascendentes, como el último cambio de hora, por ejemplo, del que Company se dio cuenta dos días más tarde. No es perder el tiempo, sino hacer desaparecer el yo.
Ada Parellada cocina una cena oriental en honor de ‘Haru’, la última novela de Flavia Company