Simone Young
DIRECTORA DE ORQUESTA
La australiana Simone Young toma la batuta este fin de semana con la OBC, una orquesta que no recibía a una mujer en el podio desde el 2009. El mundo de la música clásica cambia despacio, dice, “pero cada vez hay más mujeres dirigiendo”.
Ha sido la primera mujer en subirse al podio de algunas grandes orquestas. Fue la primera residente en la Ópera de Sydney en 1986, y también la primera en dirigir en la Staastoper de Viena, en 1993. Más aún: desvirgó a la muy masculina Filarmónica de Viena hace apenas una década. Sin embargo, a ojos de Simone Young (Sydney, 1961) “las cosas están de verdad cambiando en el mundo la clásica”. Lo explica en el camerino de L’Auditori, tras un ensayo con la OBC. La última vez que la orquesta invitó a una mujer a subirse al podio fue en 2009, Virginia Martínez. Así que la presencia de una de las directoras más solicitadas del momento no deja de ser un acontecimiento.
“El mundo de la clásica es muy resistente a los cambios. Piense que no fue hasta 1997 que la Filarmónica de Viena accedió a admitir mujeres en la orquesta. Y la de Berlín lo hizo apenas cinco años antes. Si no tienes mujeres en el conjunto, tampoco las tendrás en el podio”. “Pero el grupo va creciendo y es aún más numeroso en la generación más joven. El cambio se está precipitando. Que haya sido lento al menos ha hecho reflexionar a la gente y ver la falta de base lógica en la resistencia al cambio”.
La invitada de este fin de semana parece una persona dinámica, decidida, perfeccionista, tenaz. ¡Y abuela a los 56! “Mire qué belleza”, dice mostrando el último retrato de su nieta en el teléfono móvil. Australiana, hija de emigrantes, con pasaporte irlandés y residente en el sur de Inglaterra, no tiene claro que después del Brexit vaya a poder seguir en el Reino Unido.
“Tengo fe en las negociaciones, aunque como en todas las separaciones, los inicios son duros, las partes están enfadadas, pero tendrán que trabajar duro para dejar a un lado las emociones y alcanzar la mejor solución para todo el mundo. Me alegro de no ser política, la verdad. Y me preocupan los jóvenes, que han votado en contra y deberían ser tenidos en cuenta. Y los pobres, porque serán los que más sufran. En la búsqueda por soluciones políticas y económicas, la humanidad es la que pierde. Por eso las artes son tan importantes”. Y añade: “El papel de los artistas es decir a la gente ‘acuérdate de tu humanidad, recuerda que no existimos sólo para hacer dinero, sino para comunicarnos entre los seres humanos. La música nos recuerda que hay algo mejor y más hermoso que el dinero sobre la mesa”.
La que lleva de hoy al domingo a L’Auditori tendrá corte americano, en sintonía con la temporada de la OBC: la Serenata de Bernstein, el Concierto para orquesta de Bartók, del periodo en que se fue a EE.UU. y para darle sabor español, Danzas españolas de Granados.