El enemigo en casa
El presidente promete luchar contra ellos en las elecciones al Congreso del 2018
Donald Trump ha declarado la guerra a los sectores más ultramontanos del partido Republicano, el conocido como Caucus de la Libertad, al que hace responsable del fracaso en el Congreso del proyecto de reforma del Obamacare.
Donald Trump todavía no se ha repuesto de la humillación que le supuso que su propio partido le tumbara su prometida contrarreforma sanitaria y ayer dio rienda suelta a su ira contra los conservadores de la Cámara de Representantes que se rebelaron contra su proyecto y abortaron la derogación y sustitución del Obamacare. En un tuit que no tenía desperdicio, Trump hizo una auténtica declaración de guerra: “El Caucus de la Libertad va a fastidiar toda la agenda republicana (...) ¡Hemos de luchar contra ellos y contra los demócratas en el 2018!”.
No se recuerda ningún precedente de un presidente en ejercicio que anunciara una batalla electoral contra candidatos de su propio partido. La andanada de Trump habla por sí sola de la división que vive el Partido Republicano y de lo difícil que va a ser para el presidente imponer su agenda política en pleno recrudecimiento de las hostilidades internas.
El Caucus de la Libertad es un grupo de congresistas de derecha extrema, bien relacionado con el movimiento ultraconservador del Tea Party. No da a conocer los congresistas que lo integran, pero se han identificado al menos 32 miembros de la Cámara de Representantes. Los republicanos tienen una mayoría de 241 representantes de los 435 que integran la House, así que los 32 miembros del Freedom Caucus son determinantes en la articulación de mayorías a la hora de votar. Y es un grupo temible como demostraron cuando forzaron la destitución del anterior líder de la Cámara, el conservador John Boehner, por negarse a propiciar el cierre del gobierno de Barack Oba-Marine ma a base de bloquear leyes presupuestarias. Y es lo que podría ocurrir ahora si las hostilidades entre Trump y el lobby conservador van a más. El Congreso debe aprobar una ley de gastos antes del 28 de abril para evitar un cierre del Gobierno. De hecho, Paul Ryan, líder de la Cámara de Representantes, aconsejó a Trump no tomar represalias contra los disidentes por temor a una escalada de tensión. Seguramente por ello Trump ha tardado una semana en pasar al contraataque tal como le pedía el cuerpo. Sin embargo ayer, Paul Ryan declaró: “Comprendo y comparto la frustración del presidente”. El speaker también ha amenazado a los conservadores del ala derecha, pero a su manera, mucho más sutil. “Lo que me preocupa es que si no lo hacemos nosotros, él (Trump) va a trabajar con los demócratas para cambiar el Obamacare y el resultado no será una solución conservadora”. De hecho, después del fiasco Trump no ha dejado de insistir en la posibilidad de una reforma sanitaria fruto de un acuerdo bipartidista. “El presidente está absolutamente dispuesto a trabajar con los demócratas para sacar adelante la reforma sanitaria”, ha reiterado esta semana el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
A pesar de que a Donald Trump en Europa se le considera homólogo de los líderes emergentes de la extrema derecha, como la francesa Le Pen, en EE.UU., por insólito que parezca, los adversarios que le llevan por el camino de la amargura son todavía más conservadores que él. Hasta el punto de que no le han apoyado por demasiado blanda una contrarreforma sanitaria que retiraba más de 300.000 millones de dólares de inversión pública en la salud de los estadounidenses y dejaba a millones de ciudadanos sin ninguna cobertura médica.
Los miembros del Caucus de la Libertad son elegidos en cómodas circunscripciones republicanas. Eso significa que Donald Trump debería empezar ahora mismo a buscar y a apoyar a candidatos alternativos que se enfrenten en primarias a los ultras. Y esa batalla debe plantearla al mismo tiempo en que necesitará votos de los actuales miembros del lobby conservador para sacar sus proyectos adelante. Es decir, un encaje de bolillos dificilísimo especialmente para un presidente poco acostumbrado a hilar fino. En el 2018 habrá elecciones
mid-term al Congreso para renovar la Cámara de Representantes y 34 escaños del Senado. Como los demócratas recuperen la mayoría en una de las cámaras, el escenario político de Estados Unidos se convertirá entonces en una interminable tormenta de pasiones.
La batalla conservadora amenaza la ley de gastos, y si no se aprueba, habrá un cierre del Gobierno