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El cumplimiento el año pasado con los objetivos de déficit público, y el anuncio de la bajada del IVA cultural.
BUENAS noticias para el mundo de la cultura. El Gobierno tiene previsto presentar hoy un anteproyecto de presupuestos que incluye una reducción del IVA cultural del 21% al 10%, en particular el aplicado a los espectáculos en directo, como son obras de teatro, conciertos, corridas de toros o danza. Se dará así respuesta a una vieja reivindicación del sector cultural, reiterada de continuo desde que en el 2012, en plena crisis económica, el Gobierno decidió subir el IVA cultural, entonces en el 8%, hasta el 21%, situándolo entre los más elevados de Europa.
Las consecuencias que ha tenido para el tejido cultural esta alza que ahora va a rectificarse han sido considerables. Según datos de la Sociedad General de Autores, entre el 2012 y el 2015 el número de funciones teatrales cayó en 4.000. El número de conciertos se redujo en más de 25.000. Se cerraron 116 cines y se perdieron 403 pantallas, a la vez que se clausuraban 36 teatros.
Esta disminución de la actividad y del número de instalaciones llevó aparejadas otras dos consecuencias tangibles. Por una parte, la pérdida de recursos del colectivo laboral que opera en el ámbito de la cultura. Por otra, la reducción de la oferta cultural que se ofrece a los ciudadanos. Nada de ello ha redundado positivamente en la evolución de la sociedad española.
Como decíamos, la subida de 13 puntos del IVA se produjo en tiempos de profunda crisis económica. El Gobierno intentó –con relativo éxito– contener el recorte. De ahí que conservara el IVA superreducido del 4% para los libros. Y que, en el 2014, redujera al 10% el IVA que grava la venta de obras de artes. Pero en el debe de esta operación no podemos dejar de consignar que la bajada que se anunciará hoy no incluye la reducción del IVA en las entradas de cine. El ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, ya dijo en su día que no podía avanzar a la velocidad deseada, y que para tomar las decisiones bajistas había que esperar al momento propicio, en términos de cumplimiento del déficit y los compromisos europeos; sin embargo, es un hecho innegable que los trabajadores del sector del cine se ven ahora relegados respecto de los que hallan empleo en otros ámbitos culturales.
Las razones coyunturales que han contribuido a estos vaivenes son fácilmente comprensibles. Pero no cabe olvidar que la política es, básicamente, la ordenación y la gestión de las prioridades. Y que un Gobierno que cree que se puede perjudicar, como se ha hecho en los últimos años y de modo constante, a un sector tan determinante como el que nos ocupa, es un Gobierno cuya sensibilidad cultural deja que desear.