La Vanguardia

Turquía da por finalizada su ofensiva militar en el norte de Siria

El ejército turco no logra derrotar a los kurdos ni tampoco al régimen de El Asad

- JORDI JOAN BAÑOS

El Gobierno turco, metido hasta las cejas en la guerra de Siria desde su mismo inicio, ha dado por acabada su intervenci­ón militar directa en el país árabe. “La misión Escudo del Éufrates ha terminado con éxito”, anunció anteanoche el primer ministro, Binali Yildirim, siete meses después de que los tanques y la infantería turca se unieran a sus protegidos turcomanos y suníes del otro lado de la frontera, encuadrado­s en el Ejército Sirio Libre.

La nota triunfalis­ta del dirigente turco es comprensib­le, cuando faltan poco más de quince días para el referéndum en que se decidirá si Turquía se convierte en una república presidenci­alista a la medida del jefe del estado, Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, que no fuera Erdogan quien diera la noticia da idea de que la altísima apuesta turca en Siria, por la que el país está pagando un elevado precio –aunque luego le pase la factura a la UE–, ha sido una apuesta fallida. No sólo por los más de 70 soldados turcos fallecidos, la mayoría en combates contra el Estado Islámico en Al Bab.

De hecho, ninguno de los dos grandes objetivos por los que Turquía se echó al monte en Siria se ha cumplido. Bashar el Asad se mantiene impávido en el poder –gracias al apoyo de Rusia, Irán e Hizbulah–, y la pesadilla turca de que la autonomía kurda ensayada en Irak se vea replicada en Siria no está conjurada. El único premio de consolació­n es que –con el beneplácit­o de Rusia y EE.UU.– Turquía ha partido en dos la entidad kurda de Siria.

El anuncio del cese de las operacione­s –que no equivale a una retirada– fue hecho poco antes de que aterrizara en Ankara el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, que sorprendió al manifestar que “el futuro de Bashar el Asad lo decidirán los sirios”. El presidente Erdogan esperaba su llegada para reiterar la solicitud de extradició­n de su antiguo aliado Fethullah Gülen, el magnate religioso a quien acusa de dirigir un estado turco paralelo desde Pensilvani­a y de estar detrás de la intentona de golpe de Estado del pasado 15 de julio, cuando aviones rebeldes, procedente­s de la base de la OTAN en Incirlik, bombardear­on el Parlamento.

Una vez más, Erdogan se esforzó en convencer a Tillerson de que las guerrillas kurdas YPG que le están ganando la partida al Estado Islámico (EI) en Siria son una franquicia del grupo armado PKK. Sin embargo, Washington cuenta con ellos –y no con Ankara– para derrotar al EI en Raqa, la capital del califato yihadista.

Para más inri, ayer mismo el secretario general del partido prokurdo de Turquía, HDP, inició una huelga de hambre en protesta por las condicione­s carcelaria­s impuestas durante el actual estado de excepción. La otra máxima dirigente del partido, Figen Yüksekdag, también se encuentra encarcelad­a.

Los 900 kilómetros de frontera entre Turquía y Siria pocas veces fueron tan porosos como durante los primeros años de infiltraci­ón yihadista. Y luego lo siguieron siendo a la hora de dar salida al petróleo ensangrent­ado que el EI colocaba en Turquía desde los yacimiento­s sirios.

Sin embargo, la apuesta de Erdogan por una relación estable con el Estado Islámico ha terminado volviéndos­e en su contra y los atentados yihadistas han provocado cientos de muertos en Turquía. Asimismo, la oleada de refugiados ha puesto a prueba las costuras del estado turco.

Las ambiciones neootomana­s de Erdogan provocan convulsion­es en la región, en la propia Turquía y entre sus aliados. Turquía quiere unir a las llaves del Bósforo y la emigración, que ya tiene, la de los hidrocarbu­ros.

Si a eso se une la voluntad de tener un perfil destacado en Oriente Medio, el acercamien­to a Rusia –primer socio comercial turco y primer mercado turístico– y un irredentis­mo cada vez menos escondido en zonas limítrofes de Irak y Siria ricas en hidrocarbu­ros y con población turcomana, la inestabili­dad está servida.

Soñar con tener un pie en Alepo para acabar apeándose en Al Bab.

Tillerson asegura en Ankara que “el futuro de Bashar el Asad lo decidirán los sirios”

 ?? ADEM ALTAN / AFP ?? Tillerson hizo una ofrenda floral en el mausoleo de Kemal Atatürk, padre de la república turca, en Ankara
ADEM ALTAN / AFP Tillerson hizo una ofrenda floral en el mausoleo de Kemal Atatürk, padre de la república turca, en Ankara

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