Déficit público: objetivo cumplido
HABER cumplido con el objetivo de déficit público, tal como ha hecho el Estado en el 2016, después de largos años de constantes desviaciones, es un logro de extrema importancia para la buena marcha de la economía. También lo es para la credibilidad del país frente a sus propios ciudadanos, frente a los mercados financieros y frente a las autoridades de la Unión Europea, que desconfiaban de que pudiera ser posible.
Hay que felicitar a los responsables de las diversas administraciones públicas, y es justo hacerlo, por la buena gestión de los recursos que supone el cumplimiento del objetivo de déficit. Asimismo hay que alentarles a continuar con la labor.
El progresivo ajuste de las cuentas públicas es fundamental para contribuir a frenar, y en su caso reducir, el elevado endeudamiento del Estado. Este último roza el cien por cien del producto interior bruto (PIB), como consecuencia de los desfases acumulados durante los años de crisis económica, tanto por la caída de los ingresos como por el aumento del gasto social y el rescate bancario que tuvo que afrontar el país.
En el 2016 las administraciones públicas, según explicó ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cerraron el año con un déficit público del 4,33% del PIB, una cifra que se eleva hasta el 4,54% una vez contabilizadas las ayudas a la banca. Con ello se cumple el objetivo pactado con Bruselas de no superar el 4,6%. El reto para el presente 2017 es más riguroso, ya que está fijado en el 3,1%, y lo es todavía más para el 2018, en que el déficit debe reducirse hasta el 2,8%. Si se cumplieran también estos dos objetivos, cosa que Montoro cree que es posible, España dejaría de estar en procedimiento de déficit excesivo y cumpliría con las condiciones que le exige su pertenencia al euro. Para ello, de todas maneras, son claves los presupuestos generales del Estado para este año que debe aprobar hoy el Consejo de Ministros para su remisión a las Cortes.
El cumplimiento del objetivo de déficit en el 2016 ha sido posible en gran medida gracias al esfuerzo de contención del gasto público, ya que subió sólo un 0,3%. Los ingresos tributarios, pese al intenso crecimiento económico registrado en el 2016, que fue de un 3,2%, apenas aumentaron el 1,7%. Este modesto incremento ha estado condicionado por la rebaja del IRPF.
Las comunidades autónomas en su conjunto, pese a superar el objetivo del 0,7% que tenían asignado, han hecho un importante esfuerzo de contención al reducir su déficit al 0,82% frente al 1,74% del ejercicio anterior. Ese esfuerzo es igualmente extensivo a Catalunya, ya que acabó el 2016 con un déficit del 0,93% frente al 2,88% del 2015. El gran problema del gasto ha estado en la Seguridad Social, ya que ha registrado un déficit del 1,62% del PIB, medio punto más que el año anterior, pese al incremento de 540.000 afiliados.
El camino progresivo hacia el equilibro global de las cuentas públicas resulta fundamental para garantizar el vigoroso crecimiento que registra la economía. Pero, asimismo, en la medida que ello contribuya a la reducción del endeudamiento del Estado, se aliviará la carga de intereses en los presupuestos públicos y se liberarán mayores recursos para inversiones y gasto social. Esa reducción del endeudamiento público adquiere un carácter cada vez más urgente y estratégico ante el aumento de los tipos de interés que probablemente decidirá el Banco Central Europeo a partir del 2018.