La Vanguardia

El dinero es climático

- Clara Sanchis Mira

Las medidas para frenar el calentamie­nto global acordadas en París resultan hoy una heroicidad perdida

Si pudiéramos medir los daños que nos trae el nuevo presidente de EE.UU., quizás el peor de todos sería esta paralizaci­ón de las medidas contra el cambio climático que acaban de anunciarno­s. Quien dice el presidente de EE.UU., dice todos esos millones de seres que le votaron; pero no nos deprimamos demasiado.

Es el peor daño porque será el que afecte a un mayor número de personas, a través de una gran variedad de desastres, conocidos y por conocer. Un número incalculab­le y atroz de gente dañada, que requiere una observació­n, aunque evidente, a vista de pájaro, global y extensiva en el tiempo. No es algo que uno vea mientras está lavando el coche. No es fácil ponerse a pensar en sequías, migracione­s o hambrunas mientras le arreas al abrillanta­dor. No viene a cuento. Bastante tiene uno consigo mismo, a solas con la pelotita que te devuelve tu pared de frontón craneal, todo el día dale que te pego. A la hora de la verdad, quizás son muy pocos los homínidos elevados, capaces de ver más allá de sus narices. No hemos tenido la suerte de que el presidente que nos han elegido estos estadounid­enses sea uno de ellos.

Tampoco lo parecía el presidente anterior, que ahora reverdece en el recuerdo como una amapola de secano. Lo que no fue entonces, empieza a parecerlo ahora. Al final, las cosas son un asunto de contrastes. Equilibrio­s y desequilib­rios. Las medidas para frenar el calentamie­nto global, que se firmaron en el acuerdo de París, y que en su día nos parecieron lentas y tibias, hoy resultan una heroicidad perdida. Hay que morder bien el fango para cogerle la medida al aleteo del patito. Tampoco están las cosas para altos vuelos. El cruce de declaracio­nes que nos llega desde los medios, a favor y en contra, parece decantarse por un idioma común: estamos hablando de dinero. Mientras el presidente Anticlimát­ico dice que no va a implantar “medidas que pongan en peligro la economía estadounid­ense”, otro presidente, en este caso del Instituto de Recursos Mundiales, alerta de la involución que se nos viene encima, usando su mismo lenguaje: “La ciencia climática es clara e incuestion­able: el aumento de las emisiones de gases del efecto invernader­o está calentando nuestro planeta, poniendo las personas y los negocios en riesgo”.

No parece mala idea poner sobre el tapete de esta triste historia el riesgo de la vida de los negocios, al mismo nivel de importanci­a que el riesgo de la vida de las personas. Al fin y al cabo, empieza a ser difícil ver la diferencia entre una cosa y la otra. Tal vez usted y yo ya seamos una especie de negocio andante. A lo mejor, si este señor logra convencer de que el cambio climático no es rentable, y va a hacer perder dinero, el asunto se da la vuelta. Los fabricante­s de falsa comida ecológica hace tiempo que lo han notado. Hay esperanza.

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