Perdemos todos
Cualquier negociación en la que las dos partes pierden es dura, dijo Carles Casajuana en los coloquios del Cercle del Liceu. El ex embajador de España en Londres dice que el Brexit trae tiempos difíciles. Para Francia y Alemania, la UE es la paz: “Llevan siglos repitiendo la batalla de Waterloo y ahora llevan 72 años sin guerras”. Para los países del Este, es la seguridad, ante la vecindad del gigante ruso. Para los países del Sur es la prosperidad y la democracia. Para los británicos –dijo Casajuana–, que tienen democracia, prosperidad, seguridad, y las guerras se hacen en el Continente, la UE es la conveniencia. Acostumbrados a una relación directa con sus políticos, no se fían de la distante hiperburocracia de Bruselas. “Qué paradoja que las zonas más contrarias a los inmigrantes sean las que tienen menos”. “Han hecho promesas que no pueden cumplir y a partir de ahora quien marcará el paso es Bruselas, no May. El impacto será grave, aunque gradual”. El tratado de Lisboa impide que el Reino Unido acceda al mercado único si no cumple en bloque los cuatro requisitos (libre circulación de bienes, personas, servicios y capitales). El problema más delicado: Irlanda del Norte: “Reintroducir fronteras es reabrir el conflicto”. Casajuana, admirador de la democracia británica, dice que ahora la máxima prioridad europea es mantener la unidad. En España, ¿herencia de la Inquisición?, se exige que todos estén de acuerdo, pero en el Reino Unido se alienta la diversidad de opiniones, se vota y después todos aceptan la opción ganadora. El Brexit, pues, es irreversible.