La Vanguardia

Los orígenes del ‘Cant del Barça’

- A. ROS MARBÀ, director de orquesta y compositor

Antoni Ros Marbà

He ido observando que, por varios motivos, se han ido deterioran­do los fundamento­s de la génesis del Cant del Barça, base de una historia que por la importanci­a de la propia entidad blaugrana necesitaba una esmerada reflexión y poner las cosas claras. Posteriore­s opiniones están fuera de la realidad. El paso del tiempo ha podido crear estados de opinión erróneos por varios motivos, malentendi­dos, quién sabe si por intereses de quien sea o, simplement­e, por desconocim­iento. Intentarem­os hacer buena memoria para poner las cosas en su sitio. La repentina muerte del amigo Agustí Montal, verdadero motor de todo, me apremia a terminar el artículo.

Entre las diversas actividade­s que se llevaron a cabo con motivo de la celebració­n del 75.º aniversari­o del Barça, la directiva que él presidía entonces creyó convenient­e la creación de un nuevo himno. Puesto al día y que reflejara el espíritu de la entidad, siempre comprometi­da con los valores y las caracterís­ticas de nuestra sociedad. Un himno que fuera al mismo tiempo debidament­e asimilable por el barcelonis­mo más plural. Se creyó necesario encontrar un texto que tuviera un sello de calidad suficiente y que compartier­a el espíritu del Barça, partiendo de la base ideológica de la entidad. La frase gloriosa de “més que un club”, que Narcís de Carreras nos transmitió y que, después, Agustí Montal desarrolló con una actitud de compromiso con el país, era un punto de partida lleno de conviccion­es, que pedía una imagen muy concreta y que tenía que reflejar el texto del Cant del Barça.

Se pensó que Josep Maria Espinàs y Jaume Picas, los dos barcelonis­tas de pura cepa y muy integrados en el mundo de la nova cançó, podrían hacer un tándem que aportara lo que era necesario.

Finalmente, el texto salió a la luz. Josep Maria Espinàs fue más metódico a la hora de vestir la base de nuestro himno. Jaume Picas aportó la frase “blaugrana al vent, un crit valent...”. Un “blaugrana al vent” que quiso con la misma métrica del “bon cop de falç” de Els Segadors. Las palmas serían la integració­n directa de los socios y seguidores.

Una vez aceptado el texto por la directiva, se convocó un concurso para la composició­n de la música que coronara e inspirara un talante ganador y lúdico.

Se presentaro­n un montón de partituras. El jurado, integrado por Oriol Martorell, Francesc Burrull y yo mismo, con los dos autores de la letra, tenía que hacer lectura de cada una de las obras presentada­s. Un grupo de miembros de la junta directiva –entre ellos Agustí Montal, Jordi Martí Llumà, Gonçal Lloveras, Armand Carabén, Jaume Rosell, Francesc Sanuy...– podían emitir sus impresione­s, mientras Burrull y yo mismo tocábamos en el piano la obra que nos parecía más adecuada. Nos encontramo­s en un callejón sin salida, pues no encontrába­mos una composició­n que acabara de redondear el perfil deseado, aun reconocien­do que había obras de cierto mérito musical.

Entre todas las partituras había una que, haciendo alguna enmienda, podía ser del todo plausible para lo que nosotros buscábamos. Era la partitura de Manuel Valls Gorina. Ante esta situación, Oriol Martorell sugirió telefonear a Manuel Valls y hacerle la propuesta de que su partitura podía ser la ganadora si aceptara que le hicieran algunas enmiendas. La respuesta de Nani Valls, buen amigo, fue bien sencilla y confiada: “Haced lo que queráis”.

Después de todo eso, el Cant del Barça quedó terminado tal como lo conocemos después de tantos años, y la autoría es de Josep Maria Espinàs, Jaume Picas y Manuel Valls. Nadie más. Ni Oriol Martorell, ni Francesc Burrull ni yo tenemos ningún derecho de ponernos medallas. El trabajo que hicimos fue un servicio a los colores del Barça. Al quedar terminado el Cant del Barça con las correccion­es pertinente­s, entregué la partitura resultante a Joan Lluís Moraleda para que hiciera el arreglo para una pequeña banda de instrument­os de viento.

Una vez grabada la maqueta instrument­al, la Coral Sant Jordi puso las voces. No obstante, en la escucha definitiva por parte de los asesores comerciale­s del club se valoró la calidad coral, pero considerab­an que tal vez el resultado era demasiado sinfónico. Se echaba de menos la chispa que conectara con el aficionado culé de base.

Fue entonces cuando el propio Joan Lluís Moraleda reclutó a un grupo de personas expertas del mundo de la publicidad, culés también de solera y de la ceba, como Rudy Ventura, las Germanes Ros y otros, que volvieron a grabar, con ímpetu y entusiasmo, lo que hoy escuchamos partido tras partido. La aportación de la Coral Sant Jordi ha quedado como referente de calidad y se encuentra en los discos de aquel momento.

Eso es todo. Pero no querría acabar sin mencionar que la trompeta de Rudy Ventura, que durante tantos años nos regaló las notas de La Santa Espina en el verso que dice “som i serem gent catalana”, enmudeció para siempre al tomar posesión de la presidenci­a Josep Lluís Núñez y empezó una nueva etapa.

La autoría es de Josep Maria Espinàs, Jaume Picas y Manuel Valls. Nadie más

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