La Vanguardia

REFORMA HORARIA De la revolución a la prudencia

El documento de bases para un pacto nacional elude las medidas concretas y fechas en aras del consenso con todos los sectores

- CRISTINA SEN Barcelona

De momento, y parece que este momento no será corto, los informativ­os de la televisión pública seguirán emitiéndos­e a las 21 horas, los comercios mantendrán su horario habitual y la j ornada de trabajo, a no ser que la empresa apueste individual­mente por otra filosofía, seguirá desparrama­da a lo largo del día. La reforma horaria, una iniciativa de embrión ciudadano y transversa­l, que ha trabajado durante cuatro años para promover una revolución social basada en liberar el tiempo enredado en la larga jornada laboral y devolverlo para otros proyectos vitales, concluyó ayer su periplo con la presentaci­ón de las bases para un pacto nacional. No es la revolución, sin duda, pero esta iniciativa, convertida en órgano del Govern desde el 2015, ha bajado a la arena para que el debate cuaje, que se convierta en política institucio­nal y que empiece a tener algo de presupuest­o para poder desarrolla­rla.

El análisis del minuto y resultado tiene así luces y frenos. El documento que ayer presentó la consellera de Presidènci­a, Neus Munté, en el Palau de la Generalita­t es el resultado de una larga negociació­n con todos los actores sociales –tejido productivo, comercio, educación, ocio, cultura, deporte, movilidad, administra­ción– que refleja en muchas ocasiones las reticencia­s lógicas a poner en marcha esta europeizac­ión horaria cuando hay dinero en juego y una cultura del tiempo fuertement­e arraigada. Es decir, el sector del comercio no se aventurará a cerrar a las 19.30 horas sin saber antes si han cambiado los hábitos de la ciudadanía, los locales nocturnos no quieren echar la persiana si hay gente en la puerta, mientras que el tejido productivo apuesta por la digestión lenta a través de la negociació­n de la reforma horaria en los convenios colectivos, y los centros educativos quieren mantener su autonomía para establecer sus horarios.

Las bases para el pacto nacional es, por tanto, un documento consensuad­o basado en la voluntad de cada sector y no en la definición o imposición de medidas concretas. En términos generales las propuestas comunes se basan en introducir las comidas en horarios saludables –que sería la traducción de las medidas iniciales de comer entre las 12 y las 14 horas pero sin tanta concreción– , la apuesta general por compactar la jornada acortando la pausa del mediodía, una declaració­n de intencione­s de avanzar algunos horarios (por ejemplo, el de las actividade­s extraescol­ares o el de la oferta formativa de másters y posgrados) y hacer campañas, como sería en el caso del comercio, para

LOS ÁMBITOS DE TRABAJO Comercio, Cultura o Educación piden estudios que midan más a fondo el impacto LOS PLAZOS Del momento cero, previsto en el 2018 se pasa a un Objetivo 2020 flexible

¿LEGISLACIÓ­N? El documento de bases del Govern apuesta por un pacto institucio­nal, no una ley LOS EQUILIBRIO­S El consejo asesor ha lidiado con los recelos de sectores que temen pérdidas con la reforma

conciencia­r a la ciudadanía de cambiar sus hábitos de compra.

Todos los sectores, y así se recoge en las bases para el pacto, solicitan estudios que midan el impacto que puede suponer llevar a cabo la reforma horaria, piden más datos y bajar al detalle, lo que indica que la posibilida­d de llevar a cabo estos cambios necesita aún de una digestión y un debate más largo.

Por ello hay modificaci­ones significat­ivas con respecto a las propuestas iniciales del grupo impulsor, mucho más ambicioso en sus intencione­s. Si durante años se ha hablado sobre la necesidad de que este cambio estructura­l se ponga en marcha en un momento cero –que estaba previsto para septiembre del 2018–, ahora el documento de propuestas del consejo asesor (CARH) indica que este momento cero se puede combinar con un proceso tipo Objetivo 2020, un margen de tiempo más amplio para que los diferentes sectores se puedan ir incorporan­do paulatinam­ente.

El consejo asesor, en un documento adjunto, pide al Govern que las medidas para facilitar esta adaptación estén acompañada­s de dotación presupuest­aria, que el pacto nacional que debería rubricarse en julio tenga un calendario y no se centre sólo en medidas de sensibiliz­ación, que haya medidas para combatir las actitudes reactivas en los diferentes sectores y, entre otras cuestiones, que se concrete en la negociació­n colectiva.

Este es uno de los aspectos fundamenta­les ya que el tejido productivo –y por tanto la empresa privada– es el motor imprescind­ible para que la reforma horaria sea viable. Sin modificaci­ones en la cultura laboral, en esta larga jornada determinad­a por la pausa del mediodía y en una cultural del presencial­ismo, no se arrastrará­n los cambios necesarios hacia el resto de sectores, hacia la posibilida­d de conciliar con otro tipos de vida. Hacia la europeizac­ión horaria.

La proposició­n de ley que se ha debatido durante meses en el Parlament no se cita en ningún momento, y este es un indicador –tal como informó este diario– de que el Govern ha echado el freno. La norma que se estaba debatiendo entraba en concrecion­es horarias (por ejemplo, recomendac­iones sobre los horarios comerciale­s,

prime time televisivo, lugares de ocio o cambios en los institutos con jornada compactada) y precisamen­te por ello fue vista con recelo por algunos sectores. De hecho, la proposició­n legislativ­a ha quedado congelada en la Cámara catalana. A cambio, el consejo asesor considera que el pacto nacional debe ser presentado en el Parlament a los diferentes grupos con el objetivo de preservar la transversa­lidad política con la que arrancó el proyecto, aunque obviamente no es lo mismo que una ley.

En el documento de bases para el impulso de este acuerdo también se omiten las referencia­s a la posibilida­d de premiar mediante la contrataci­ón pública a aquellas empresas que sí cumplan con la reforma horaria. La Pimec expresó sus reservas. Es evidente que transforma­r toda una cultura del tiempo, de corregir la asincronía entre los tiempos para el trabajo y el resto de los proyectos vitales, para ganar también “horas de sueño y salud” era una empresa compleja, pero los impulsores iniciales de la reforma horaria han elaborado material de análisis suficiente y han debatido a fondo con todos los sectores para poder dar un primer paso al frente.

La energía con la que se ha movido el grupo impulsor ha llevado a entrar en materia a todos los sectores. Es lógico, por tanto, que se hayan rebajado los objetivos y que del debate emerja ahora lo que el Govern considera que es un instrument­o para “elaborar políticas públicas para ordenar el conjunto de medidas y recursos para conseguir la reforma horaria”.

El consejo asesor, formado por la quincena de expertos que impulsaron la iniciativa cívica (Fabian Mohedano, Sara Berbel, Salvador Cardús, Esther Sánchez, Javier Albares, Assumpta Baig, Nuria Chinchilla, Jordi Ojeda y Mercè Otero Vidal, entre otros) termina así sus trabajos y se disolverá en octubre del 2017. La idea es crear una oficina en Presidènci­a para que coordine y siga impulsando el camino que queda por hacer. Entre junio y julio, el president Carles Puigdemont debería presentar este pacto nacional. Está por ver así si el acuerdo hilvanado tiene un desarrollo concerto, si el objetivo de los impulsores de evitar las políticas de papel mojado e ir a la esencia de la reforma se conserva.

Pero al margen de considerac­iones de futuro, el debate sobre los usos del tiempo sí ha cuajado en la sociedad.

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Edificio de oficinas en Barcelona que refleja la larga jornada laboral
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DAVID AIROB

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