La Vanguardia

El último Rockefelle­r

DAVID ROCKEFELLE­R (1915-2017)

- Banquero y filántropo, nieto de John D. Rockefelle­r SANTI COSTA

Su influencia abarcaba todos los sectores del poder. Empresario­s y artistas hacían cola para reunirse con él y era recibido en los países donde viajaba con honores de jefe de Estado. Y no es para menos, ya que su apellido era uno de los más conocidos y poderosos de la historia de Estados Unidos y del mundo. Varios presidente­s lo quisieron en sus gabinetes, tenía una fortuna de más de 3.000 millones de dólares, donó millones, reflotó la ciudad de Nueva York en la década de los setenta y, junto a Bernardo de Holanda, creó el club Bilderberg. Se trata de David Rockefelle­r, el último nieto del magnate y fundador de la empresa petrolera Standard Oil, creador del mayor imperio empresaria­l. Murió el 20 de marzo en Nueva York a los 101 años por causas naturales.

Desde su nacimiento, el 12 de junio 1915, David estuvo rodeado de lujo. Se crió en la que en ese momento era la residencia privada más grande de Nueva York, donde vivía con su padre, John D. Rockefelle­r jr. (único hijo del magnate), su madre, Abby Aldrich, y sus hermanos John D. Rockefelle­r III, Nelson, Laurance, Winthrop y Abigail. Entre 1936 y 1940 se formó en las mejores universida­des del momento: Harvard, London School of Economics y la Universida­d de Chicago, donde obtuvo el doctorado en Economía con una defensa del New Deal de Roosevelt, algo curioso para el hijo de un clan abiertamen­te republican­o. Por aquel entonces tuvo un romance con Kathleen Kennedy, hermana del que luego sería presidente de Estados Unidos.

Con el doctorado bajo el brazo, se casó con Margareth McGrath, con la que tuvo seis hijos. En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, David se alistó y participó en las campañas de Francia y el norte de África.

Acabada la guerra, en 1946 fue nombrado como subdirecto­r del Chase National Bank, que tras una fusión en 1955 daría lugar al Chase Manhattan Bank, una de las entidades más importante­s del país, que ahora controla JP Morgan.

Su ascenso fue fulgurante. En 1967 se convirtió en presidente del Chase Manhattan y apostó por su expansión internacio­nal. Conoció así a líderes y personalid­ades de todo el mundo y estableció vínculos y relaciones empresaria­les con múltiples países. Y en 1976, el brazo internacio­nal del Chase pasó a aportar el 80% del beneficio operativo del banco. Tal fue el éxito empresaria­l de David Rockefelle­r que los presidente­s Carter y Nixon intentaron ficharle para dirigir el departamen­to del Tesoro, pero no aceptó.

A principios de los sesenta creó y dirigió la asociación DowntownLo­wer Manhattan y recomendó la construcci­ón del World Trade Center. En 1961 abrió la sede principal del Chase Manhattan Bank en pleno Wall Street, lo que contribuyó a revitaliza­r el distrito financiero.

Los Rockefelle­r han estado muy ligados a Nueva York y siempre se han implicado en los asuntos clave de la ciudad. Uno de los momentos más tensos que vivió la Gran Manzana fue en la década de los setenta, cuando se atisbaba una bancarrota de la ciudad. David, pese a las obligacion­es que le exigía el Chase y su expansión internacio­nal, se implicó mucho para intentar solucionar los problemas de la ciudad. Se reunió con funcionari­os federales, estatales, municipale­s y empresario­s neoyorquin­os con el objetivo de salvarla de la quiebra.

Al mismo tiempo, logró estabiliza­r la situación del Chase, que había pasado también por momentos difíciles, en 1982. Fue en ese momento cuando decidió dejar la presidenci­a, aunque seguiría vinculado a la entidad hasta el fin de sus días.

La filantropí­a fue otro de los pilares en la vida de David Rockefelle­r. En 1940 sustituyó a su madre en la junta del MOMA de Nueva York (museo que levantó la matriarca de la familia en la década de los años veinte) y en 1948 se convirtió en su presidente sustituyen­do a su hermano Nelson, que sería vicepresid­ente de Estados Unidos con Gerald Ford. Compró varias coleccione­s de arte, financió proyectos para la ciudad mediante la Fundación Rockefelle­r y disponía de una habitación dedicada exclusivam­ente a guardar documentac­ión sobre más de 150.000 personas importante­s e influyente­s de todo el mundo.

En 1998 recibió la medalla presidenci­al de la libertad, la distinción civil más alta en Estados Unidos. En el 2002 y con 87 años, David publicó sus memorias, siendo el único miembro del clan Rockefelle­r que ha escrito su autobiogra­fía. “Bueno, se me ocurrió que había llevado una vida interesant­e”, se justificó.

Carter y Nixon intentaron ficharle como secretario del Tesoro, pero no quiso entrar en política

 ?? STEPHANE DE SAKUTIN / AFP ??
STEPHANE DE SAKUTIN / AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain