Una utopía en la guerra de Siria
Zerocalcare publica ‘Kobane calling’, sus vivencias en medio de la revolución progresista kurda
Una utopía en medio de la guerra. Una revolución progresista, que iguala a hombres y mujeres musulmanes y que cree que todos deben tener casa en medio de un conflicto que ha causado cientos de miles de muertos y cinco millones de desplazados. Es la revolución del Rojava, el norte de Siria, la zona kurda, cuyos luchadores y luchadoras –porque parte de su revolución es tener cuerpos femeninos de combatientes– tienen sitiado al EI en Raqqa apoyados por EE.UU., mientras en el territorio que han liberado llevan a cabo unas políticas que han fascinado al popular dibujante de cómics italiano Zerocalcare, nombre con el que se rebautizó Miquele Rech a partir de un anuncio contra la cal.
Zerocalcare, que creció vital y políticamente en centros sociales ocupados autogestionarios de Roma y que ha triunfado con una obra generacional como La profecía del armadillo (Reservoir Books) –“ha capturado un sentimiento de inadecuación y de expectativas traicionadas”, señala–, regresa ahora con Kobane calling (Reservoir books), una obra en la que muestra los dos viajes que realizó a la zona en guerra, llegando a la mismísima Kobane, liberada del EI por los kurdos tras un gran derramamiento de sangre. Un viaje que le supone a Zerocalcare ir primero al Kurdistán iraquí autónomo, cuya capital Erbil le parece una copia de Occidente, y luego entrar en un Kurdistán sirio que le deja perplejo.
“Soy escéptico y pienso siempre que cuando nos cuentan las revoluciones lejanas nos las cuentan con retórica y fascinación por lo exótico. Fui a ver si era verdad o no esa revolución”, cuenta. “Y lo es con todas las contradicciones que tiene la realidad en una guerra. Pero todos los principios de esa revolución son verdad y ves el esfuerzo por aplicarlos en la vida cotidiana en la construcción de una sociedad diferente. Algunas funcionan ya: todas las instituciones son representativas de todos los diversos pueblos que habitan en la región y tienen siempre una parte masculina y una femenina, todo lo presiden dos. Todos tienen el derecho a una casa, aunque no sea la que imaginamos nosotros, claro, pero sí está el intento de no dejar atrás a nadie”, señala. Y luego, dice, está su relación con el petróleo: “Vimos centenares de pozos cerrados, los únicos que funcionan son para los medios militares y dar electricidad a las casas. Los otros están cerrados porque no quieren que su economía se base en depredar la tierra”.
Es una revolución que, recuerda, tiene sus raíces en el movimiento de liberación kurdo que en los setenta tenía una visión de grupo marxista de la época. Con los años cambió su paradigma y tuvo influencias de la ecología social y ciertas formas de anarquismo. Uno de los que más contribuyeron al aspecto teórico fue el líder kurdo del PKK Abdullah Öcallan que ha escrito mucho desde la cárcel turca.
Zerocalcare dice que en su viaje al Kurdistán sirio tuvo “la sensación muy fuerte de que era el centro de lo que está sucediendo en el mundo para bien y para mal. Se siente mucho la guerra, la ves, la oyes. Y a la vez, si a un agricultor de 80 años pobre que no sabe escribir le preguntas por qué hacen esta revolución te dice por ejemplo que ‘porque las mujeres deben ser libres’. Si le preguntas por qué seguramente te dice que porque lo ha dicho Öcallan, pero es así. Hay una transformación cultural grande. No ven contradicción entre su fe y esta revolución. Es el EI el que traiciona los valores”, concluye.
En la zona kurda de Siria la mujer ha vivido una revolución y se apuesta por no depredar la tierra