“Los hombres feministas me resultan sexis, muy sexis...”
Esta mujer nacida en Montpellier en 1979 sorprendió a los lectores franceses con la historia de una joven en el paro y su rocambolesco empecinamiento por mantener la voluntad de trabajar en lo que era su vocación. Cuando el diablo salió del baño (Malpaso) logró convertir a Sophie Divry en una de las voces más interesantes de la literatura francesa actual. Su propuesta feminista no es menos polémica. Se resume en “menos hablar y más hacer”.
Me da la impresión de que le molesta la etiqueta feminista, así, a lo grande... Sí, bastante. Porque, antes que feminista –que lo soy, sí– soy mujer, escritora y muchas otras cosas. Cuando usan ese vocablo en primera instancia para definirme (acabo de verlo en una nota de Europa Press) me están reduciendo.
¿Ese activismo debe llegar a la reivindicación política o es un espacio que usted prefiere no pisar? Es difícil decirlo. Durante mucho tiempo yo trabajé en un periódico muy politizado y formé parte de una organización ecologista, antinuclear. Incluso me presenté a unas elecciones locales pero no fui elegida. ¡Los ecologistas también se pelean mucho! Luego entendí que mi trabajo principal, mi compromiso, era escribir. El resto viene dado.
¿Cuándo se dio cuenta?
El día en que, al final de la presentación de un libro mío vino a verme una mujer y, dándome las gracias, empezó a llorar.
¿Todo escritor tiene precio?
Algunos escritores que no se manifiestan políticamente en el ámbito personal quieren meter, camuflado, su discurso, dentro de su obra. ¡Eso es una catástrofe! Es una falsificación, una manera de querer estar presente sin pringarse. Dijo Carlos Fuentes que si uno hace una novela sobre un obrero la reduce a una reflexión sindical; si uno “es” obrero la cosa cambia... Yo soy anticapitalista y de izquierdas y no hace falta que me fuerce a explicarlo sobre el papel porque ya se me nota suficientemente.
La parte de su generación que teme el ascenso de fuerzas cercanas a Le Pen ¿está haciendo algo al respecto? Mi generación se sorprende cada día delante de las noticias. La corrupción y el racismo nos invaden. Pero temo lo que pueda ocurrir si nos quedamos de brazos cruzados.
Cuando el diablo salió del baño describe una precariedad con la que mucha gente joven se sintió identificada. La literatura no está hecha para dar respuestas sino para cuestionar y yo me limité a eso. Pero la literatura no es metódica, no viene a buscarte cada día. Ni siquiera escribo cada día.
¿Se escribe mejor desde la crisis o desde la felicidad?
Me ha dado más plenitud literaria partir de la felicidad pero me ha proporcionado más dinero escribir
sobre la crisis. En general soy fantasiosa, me gusta la energía, la expansión, incluso cuando la realidad me da lo contrario. Cuando el texto está listo se lo paso a mi compañero.
¿Escribe para el lector o para usted?
Muy raramente me pongo en el lugar del lector, escribo sin pensar en él. Pero reconozco que me gustaría que me siguieran, mayoritariamente, gente joven con ganas de cambiar las cosas. Amo a los mayores pero en las manos de los jóvenes está darle la vuelta a la rutina del futuro.
En dos años cruzará la fron-
“Houellebecq es sexista y parece que nadie lo ve; es un hombre terrible con tesis abominables” “Los autores de grandes editoriales son vanidosos y celosos; me protejo de cierta vida social”
terauna mujerde los en 40. ese ¿Qué punto cambiadel camino? en Como escritor siento que, justo ahora, me quedan muchas cosas por decir pero no creo que sea una cuestión de género. Ese sería el cambio esencial que estoy experimentando.
Me dicen que usted nunca avanza el tema de su próximo libro. Estoy trabajando en un ensayo muy ambicioso y una gran novela, un proyecto muy difícil... y no quiero avanzarlo, efectivamente, porque me parece que es quemar el tema.
En su libro dedica tres páginas enteras a adjetivar “el tipo de hombres que no le gustan”... Y reconoce que se lo está poniendo muy difícil. Si, lo hice como un divertimento. Pero tengo que decirle que, finalmente, encontré el hombre que salvaba todas esas dudas. Es profesor universitario y se ha convertido en mi pareja.
¿Cuál sería su opuesto?
Hay muchos escritores sexistas y parece que nadie lo ve, el primero Michel Houellebecq... ¡es un hombre terrible con unas tesis abominables! Con ese texto quise vengarme un poco de ese modelo de ser humano.
¿Qué tal se lleva con los egos intelectuales?
Con los de alto standing fatal, es gente que se vanagloria continuamente de su situación. Eso ocurre con autores de grandes editoriales como Gallimard: son vanidosos, celosos, chovinistas. Los modestos son los mejores. Así que, por mi parte intento, protegerme de cierta vida social. Si le digo la verdad, ni bebo ni fumo ni me drogo y además soy asmática.
En todo lo que escribe aplica una mirada irónica. ¿Es ese un elemento innegociable? Por supuesto. Me gusta que a la gente se le escape una sonrisa mientras lee mis libros, que de lejos veas a alguien evocando una situación cómica. Incluso a la gran literatura el humor le hace bien. La mejora. Yo jamás podría haber abordado el tema del paro sin usar fórmulas irónicas que le dieran brillantez a la precariedad. Pero a veces pienso que en la cultura francesa eso se mira con desconfianza.
¿Por qué?
Parece que algunos escritores franceses ven la palabra cultura como algo tan trascendental, tan grandilocuente y oscuro que no deja resquicio a la broma, a la sonrisa. Me parece un error.
Voltaire estaría de acuerdo con usted.
Probablemente, porque él sabía que la ironía es el paso previo a la inteligencia. Pero lo que de verdad me habría gustado escribir es
Moby Dick. De pequeña ya fui una niña que leía...
Ahora no hay quien lo logre.
Yo recomiendo a los padres que no consiguen que sus hijos lean... ¡que los críos se aburran un poco! Verán qué maravilla de resultado. Y si abordan un texto hortera que los padres los dejen en paz. Ya aprenderán. No todos empiezan por Harry Potter.
Sus temas preferidos han sido la insatisfacción cotidiana y el malestar de la joventud francesa. Les retrata. Sí, supongo que me quieren un poco por eso, porque les he puesto ante un espejo. Creo que los escritores franceses de mi generación estamos alcanzando ciertos objetivos: seguir con el género de novela pero buscar temas contemporáneos, nuevas formas; no resignarnos a la novela clásica ni al panfleto más árido.
Si se ha autocensurado en alguna ocasión, ¿se arrepiente luego? Sólo corto lo que considero que es malo literariamente pero no tengo límites temáticos. Por eso estoy volviendo a leer a los rusos como Borís Pilniak o Alexander Grin.
¿Las mujeres francesas cobran lo mismo que un hombre por el mismo trabajo? Porque en España se cobra un 23,25% menos... En Francia ocurre algo similar, las mujeres francesas cobramos un 19% menos que los hombres por el mismo trabajo. ¡Todavía! Y no sé qué necesitaríamos para cambiar eso.
“Nada cambiará hasta que el hombre entienda que el feminismo también es su causa”, escribieron en un graffiti. Estoy de acuerdo. Yo tengo algunos amigos feministas aunque no son militantes de partido. Los hombres feministas me resultan sexis, muy sexis.
¿Por qué no se les cuestiona a los hombres escritores cuanto hay de masculino en su escritura? Me lo pregunto cada día, se lo aseguro.